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30 años después

Herminio Trigo, en el centro, en una visita a las obras de la estación en los años noventa

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Las arqueólogas Camino Fuentes y Ana Zamorano han organizado diversos actos estos días para recordar que se cumplen 30 años de la aparición de los restos arqueológicos de Cercadilla y su destrucción, en parte, para construir la estación del AVE. Reabren de esta manera un tenso debate que tuvo lugar entonces sobre la oportunidad de construir la estación o mantener los restos que aparecieron y que pertenecían a un gran edificio de tiempos del emperador romano Maximiano. Entonces tenía sentido, se trataba de tomar una decisión que afectaba seriamente al futuro de la ciudad. Ignoro los motivos por las que ahora se vuelven a repetir los mismos argumentos aunque las descalificaciones no superan a las que recibimos entonces. Quizás sea necesario recordar las razones que sostuvieron la decisión de hacer la Estación. Ya adelanto que no fue el deseo irrefrenable de ejercer el vandalismo, arrasando nuestro pasado histórico, como parece deducirse de sus exposiciones, al menos las que he visto publicadas. También conviene aclarar que lo que se encontró fueron los restos de un edificio romano de grandes dimensiones, para nada comparable con el palacio de Buckingham como se ha publicado. Quizás por su juventud no sean conscientes de lo que supuso para Córdoba el nuevo trazado ferroviario. Pueden consultar la hemeroteca de los años 80 y encontrarán la información más abundante jamás publicada sobre un asunto de la ciudad, también lo pueden explicar los cordobeses que vivían al norte de las vías, comunicados solo por dos pasos a nivel y un viaducto en ruinas que soportaba el mismo tráfico que el Paseo de la Castellana de Madrid. Pueden consultar también al Movimiento Ciudadano que organizó movilizaciones llegando al extremo de que sus dirigentes se encadenaron a las vías y cortaron el tráfico ferroviario, por lo que tuvieron que pasar por el juzgado.

La posición de las Administraciones, en relación a los restos arqueológicos hallados, la expliqué en un artículo publicado en el Diario Córdoba del 20 de mayo de 1992. Lo explico otra vez. Vaya por delante que respeto y comprendo la posición que mantienen ambas arqueólogas y no se me ocurriría acusarlas de intentar mancillar la obra más importante llevada a cabo en la ciudad durante el siglo XX, como algunos interpretan.

Para comprender la decisión tomada de hacer la Estación, hay que conocer la historia y las circunstancias que concurrieron. Las resumiré aquí brevemente. Hacerlo en profundidad requeriría mucho más espacio del que puede ocupar este artículo. Su desarrollo pormenorizado será el contenido de una publicación que verá la luz próximamente.

Primero. El proyecto de la RAF de Córdoba fue redactado por el Ministerio de Transportes y aprobado por el Ayuntamiento. Para Córdoba suponía desarrollar un modelo de ciudad diseñado en el PGOU, en el que la Estación era la pieza de un engranaje mucho más amplio que configuraba una visión nueva de un espacio central de la ciudad (que es el que tiene en la actualidad). Previamente se habían realizado catas arqueológicas por la Junta de Andalucía. Se detectaron unos enterramientos romanos a la altura del Pretorio que fueron trasladados y otros de la época islámica que los arqueólogos los calificaron sin interés para su conservación.

Segundo. Las obras de la Estación estaban programadas para hacerlas en último lugar porque antes había que preparar la zanja por donde transitarían los trenes, de esta manera cuando las excavadoras llegaron al lugar donde estaban ocultos los restos arqueológicos que no habían sido detectados, la zanja estaba ya cerca del lugar en el que aparecieron.

Tercero.  Se ordenó la paralización de la obra y se encargó un estudio de urgencia por la Consejería de Cultura. Los arqueólogos trabajaron sin descanso durante varios meses en turnos agotadores para analizar la naturaleza y dimensión de los restos. Su conclusión fue que eran de gran importancia y que requerían un estudio más pormenorizado. Mientras tanto la obra continuó paralizada y así estuvo durante año y medio que duraron las excavaciones y los estudios que se hicieron.

Cuarto. Las administraciones responsables mantuvimos una reunión en Sevilla al más alto nivel posible, el Delegado del Gobierno en Andalucía, el Secretario de Estado del Ministerio, los Consejeros de Obras Públicas y Cultura de la Junta y el Alcalde y Primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento. Previamente se habían requerido diversos informes técnicos para contemplar la posibilidad de modificar el trazado ferroviario. Todos coincidieron en la imposibilidad de hacerlo. El radio que se requería para el desvío hacía que se vieran afectadas las viviendas de la Colonia de la Paz, además de dejar sin ubicación a la Estación, es decir requería un nuevo proyecto, un nuevo plan parcial, un nuevo convenio y una nueva financiación, además sin saber qué hacer con los casi dos kilómetros de zanja ya realizada.

Quinto. En esa reunión y ante la imposibilidad de modificar el trazado, se optó de forma unánime por modificar el proyecto de la Estación para salvar la mayor parte de los restos. Se creó un comité internacional de expertos con importantes arqueólogos, arquitectos e ingenieros para que elaboraran un informe sobre cómo había que actuar. (Entre ellos había un catedrático de arqueología italiano que manifestó “si en Roma hubiera que conservar todo lo que aparece, la ciudad no existiría”).

Sexto. Con las directrices que nos dieron se modificó el proyecto de la Estación y el Plan Parcial. Se retranqueó la Estación cuatro metros por el norte, se quitó un andén y una vía. El Ayuntamiento modificó el Plan Parcial, se suprimió el vial que discurría paralelo, el terreno municipal dónde se iban a construir dos manzanas de viviendas, se modificó su calificación y se dejó libre para salvar los restos. Todo ello porque el informe de los expertos nos decía que la parte más importante de los restos estaba en la zona norte y era lo que había que salvar. Y así se hizo.

Séptimo. Salvar gran parte de los restos, supuso a la ciudad un incremento importante del costo económico que ya se había aprobado, para lo que fue necesaria una ampliación del convenio ya firmado entre las tres administraciones. Conviene señalar que todos los trabajos arqueológicos que se hicieron fueron sufragados por las administraciones firmantes del acuerdo. También supuso un retraso de dos años en la finalización de la obra, lo que hizo necesario mantener los pasos a nivel y el viaducto en ruinas todo ese tiempo, con el consiguiente perjuicio para los ciudadanos. 

Esto es exactamente lo que pasó, contado de forma muy resumida. Nos tocó en ese momento tomar una decisión difícil, pero había que hacerlo por el bien de la ciudad y con miras a poder realizar el proyecto de la ciudad moderna que habíamos diseñado.

Sería de agradecer que se exigiera que los restos arqueológicos dejaran de ser un lugar abandonado y se hiciera un proyecto para su recuperación y puesta al servicio y conocimiento de la ciudadanía. Y que se pusiera el mismo empeño que el empleado en denunciar la obra de la Estación. A Córdoba le costó un gran sacrificio salvarlos para que ahora estén completamente olvidados. No quiero pensar si se hubiera decidido no hacer la Estación para conservar los restos y se encontraran ahora en el estado de abandono que padecen los que se salvaron. Y además no tendríamos la Red Arterial Ferroviaria que disfrutamos ahora, ni la Estación.

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