“Sin indicios claros” de si el crimen de Baena fue obra de una o varias personas
Peritos de la Guardia Civil que han declarado este jueves en el juicio contra el varón de unos 35 años y nacionalidad marroquí acusado de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento y un delito de robo en casa habitada, tras supuestamente asesinar a una anciana en su vivienda en la que entró a robar en Baena, han expuesto que “no hay indicios claros” para determinar si participaron una o varias personas en los hechos, ante las huellas recogidas.
Durante el juicio con jurado, que continúa este viernes en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, los peritos han certificado que hay hasta ocho huellas de un varón que no se sienta en el banquillo de los acusados y que ha declarado como testigo, mientras que del actual procesado identificaron una, del dedo índice de la mano izquierda, en “un trozo de papel de plata” hallado en el salón, donde apareció el cadáver de la mujer, que residía en una vivienda en la que entraban numerosas personas también “a drogarse”, según relató el acusado.
Según los agentes, las citadas huellas del testigo se encontraron en distintos objetos de varias zonas de la casa, entre ellos un papel de plata, al tiempo que han destacado que “los principales indicios” se hallaron en el salón, después de encontrar tirado el andador de la mujer en el patio de la casa, así como una gorra con tres pelos.
En relación con esta última zona de la casa, han indicado que era “relativamente fácil” entrar por la tapia que da a un descampado, zona por donde la fiscal señala que se entró a la casa, después de “no estar nada forzado”, según han mantenido los agentes, quienes han remarcado que “la principal hipótesis es haber saltado por la tapia”, área en la que recogieron también “varios indicios”.
Por otra parte, han explicado que el cadáver de la mujer apareció con las manos atadas con cordón y con “trapos en la boca”. De hecho, hallaron una tela blanca cerca de la víctima, según han manifestado, para advertir de que en el inmueble había “el desorden propio” causado por una persona que ha estado registrando, al hallar cajones abiertos de diferentes muebles, donde localizaron menos huellas o ni siquiera una, según los testimonios de los peritos.
Al respecto, el acusado, quien se enfrenta a penas que suman 30 años de cárcel, a petición de la Fiscalía, que considera que “hay pruebas” para demostrar su culpabilidad, expresó el lunes ante el jurado que el día de los hechos estaba trabajando en el campo con otro varón y que nunca entraría en la casa de la mujer saltando por el patio para matarla, porque “la quería” y estaba allí casi todos los días para fumar y otras labores, junto con otras muchas personas.
De este modo, el acusado remarcó que no ha hecho “nada” y que ayudaba a la mujer en distintas faenas de la casa. El varón, que llegó a Baena sobre el año 2009, aseguró que conocía la casa, donde iba a fumar, jugar y cocinar con el hijo de la fallecida, además de acudir a dicha vivienda numerosas personas también “a drogarse”.
En cuanto al día de los hechos, defendió que no saltó a la vivienda, expresando que cualquier persona que le viera le reconocería porque era conocido en el municipio por ser “sociable, realizar distintos trabajos y jugar con los niños”, entre otros aspectos que detalló, como que no sabía que el hijo de la víctima, su amigo, estuviera ingresado ese día.
Preguntado por la fiscal por qué recuerda tantos hechos de ese día, el acusado declaró que nunca se había drogado delante de su mujer y ese día estaba escondido de ella para que no lo viera, según dijo el hombre.
Por su parte, la defensa indicó que “es absolutamente absurdo” que el procesado matara a la mujer, puntualizando que “no existe prueba de cargo”, aunque sí algún indicio, pero como los de muchas otras personas que iban a la casa que “se había convertido en un fumadero”, según apuntó el letrado, quien advirtió del “relato de hechos novelado” de la fiscal.
En concreto, según se recoge la calificación del Ministerio Público, sobre las 15:00 del día 23 de abril de 2015 el procesado llegó acompañado a la calle de la vivienda por una persona que no ha sido identificada y tras subirse en un coche saltaron un muro que cierra un solar contiguo a la parte trasera de la casa.
Posteriormente, el acusado entró al patio del inmueble “con el propósito de apoderarse de cosas que pudieran interesarle”. Mientras, en la casa se encontraba sola la mujer de 83 años de edad, que sufría sordera y graves problemas de movilidad, situación que “conocía perfectamente” el procesado al ir con frecuencia a la casa con el hijo de la víctima, a la vez que sabía que estaba sola por estar ingresado en el hospital su hijo.
De este modo, el varón encontró a la mujer en el cuarto de aseo del patio y, “sabiendo que no podía oírlo y que no tenía ninguna posibilidad de defenderse”, presuntamente se acercó por la espalda y “con la intención de acabar con su vida de la manera más cruel y dolorosa posible”, la golpeó con los puños en la cara y en la cabeza y después la arrastró hasta el salón donde la amordazó, la ató y la estranguló. La mujer, según el fiscal, murió “por asfixia mecánica, combinada por estrangulación y sofocación”.
Después de matar a la anciana, sin testigos que pudieran interrumpirlo, el acusado registró los muebles y cajones de las habitaciones, cogió dos relojes y dos móviles, ambos propiedad del hijo. Tras ello, preparó un trozo de papel de aluminio para fumar droga. Un trozo que el procesado dejó en la mesa del salón, junto a los relojes y uno de los móviles, si bien se marchó con el otro móvil.
Cabe señalar que el acusado fue arrestado en junio de 2016, fecha desde la que está en prisión provisional, al tiempo que se encuentra en situación de estancia irregular en España.
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