#Heroínas sin capa | Jueza: “Los juzgados, que estaban colapsados, se van a colapsar más”
Victoria Fernández de Molina es jueza del Juzgado de Primera Instancia Número 4 de Córdoba y una de esas pocas personas que, desde el principio del estado de alarma, ha seguido acudiendo a su despacho en la Ciudad de la Justicia, ese edificio moderno y habitualmente lleno de vida, que durante el último mes ha ofrecido un aspecto casi fantasmagórico, solo abierto a trámites de urgencia y a declaraciones por videoconferencia.
Este miércoles se espera que aumente el trajín. El Consejo General del Poder Judicial acordó levantar las limitaciones establecidas tras el decreto del estado de alarma y permitir la presentación, a través de medios telemáticos, de escritos en los juzgados, lo que obligará a los funcionarios de la administración de Justicia a retomar parte de su actividad, al menos al registro y reparto. El cómo es una incógnita. Ni siquiera la magistrada sabe cómo se va a hacer.
La primera parte de esta charla tiene lugar al término de la segunda semana de confinamiento, apenas unas horas antes de conocerse la primera prórroga. Fernández de Molina nos atendía entonces desde su despacho, y nos contaba que había aprovechado el parón administrativo para adelantar trabajo en sentencias pendientes. “Yo aprovecho para ponerme al día y que, cuando termine esta crisis, pues esté en una situación fenomenal”, explicaba en declaraciones a este periódico.
En su juzgado predominan las causas civiles, a excepción de las de mercantil y de familia. Es decir: “Todo tipo de contratos, arrendamientos, bancarios, deudas, ejecuciones hipotecarias, accidentes de tráfico, problemas en comunidades de propietarios, problemas con un constructor, acreedores que no pagan, tarjetas de crédito...” Victoria tiene que tirar hasta de memoria para recordar la tipología de las causas que atiende su juzgado.
“No sé cuántas solicitudes de ERTEs se encontrarán mis compañeros”
Un juzgado que, a pesar del importante número de procedimientos que trata, iba “al día de tramitación”, según su titular, que explica que, por el momento, lo único que ha tenido que hacer ha sido “mover la agenda” y dilatar la fecha de los juicios un mes. Por suerte, indica, no tenía “retrasos de señalamientos”, por lo que cree que su juzgado podrá reincorporarse en unas condiciones más o menos buenas. Aunque eso no quiere decir que la magistrada no tenga reservas sobre cómo será el día uno después del confinamiento.
“Cuando vuelva todo a la normalidad, esto va a ser caótico. Los juzgados que estaban colapsados, se van a colapsar más. Porque los funcionarios no están yendo. Así que, cuando se reincorpore todo el mundo, van a tener que asumir el trabajo que ya tenían, mas toda la avalancha que se le venga”, advierte la magistrada, apuntando a una especial carga de trabajo en los juzgados de lo social -“no sé cuántas solicitudes de ERTEs se van a encontrar mis compañeros”, señala.
Así que este miércoles, Fernández de Molina acudirá a la Ciudad de la Justicia con una cierta curiosidad por ver si finalmente se va reactivando la actividad, tal y como ha decidido el CGPJ. “Esto es como un engranaje, si los abogados pueden meter escritos, tiene que haber funcionarios que los tramiten. Y los funcionarios no pueden hacer teletrabajo porque no tienen acceso al sistema desde sus casas. Se va a liar la marimorena, porque una situación como ésta no se ha visto nunca”, remarca.
Eso en lo laboral, pero ¿y en lo personal? ¿Cómo ve una jueza la privación de libertad de movimiento? “Lo peor es eso, sin duda. Pero yo soy una persona muy racional y considero que tomando las medidas de precaución e higiene se logra un riesgo de contagio mínimo”, reflexiona Fernández de Molina, que se considera afortunada porque su trabajo le permite darse “un paseíto” de su casa al trabajo, aunque, como todos, su rutina consista en “hacer cosas que tenía pendientes: Leer y escuchar música y disfrutar de mi pareja”.
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