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Un grupo de cordobeses sobrevive al huracán 'Irma'

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Redacción Cordópolis

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El huracán Irma está batiendo todos los récords en el Atlántico. Es el huracán que ha alcanzado la categoría 5 durante más tiempo y en su recorrido ha arrasado la isla de Barbuda y casi todos los territorios del Caribe Norte. Sus vientos, sostenidos en casi 300 kilómetros por hora, han causado devastación allá por donde ha girado su temible ojo. Éste era el panorama al que se enfrentaba Fátima López, una cordobesa de 25 años de Dos Torres, su hermana, su cuñado y un amigo, cuando llegaron el pasado lunes a la República Dominicana. Hoy, a apenas dos días de acabar sus vacaciones en lo que se supone que es el paraíso en la Tierra, cuentan cómo han sobrevivido al paso de un huracán de categoría 5 que al final “no fue para tanto”.

Fátima, que es MIR, habla por whatsapp. Apenas hay cobertura en Punta Cana, en el hotel donde han pasado unos días que no olvidarán mientras era azotado por Irma aunque donde la organización ha sido tan buena que al final la experiencia ha quedado más en anécdota que otra cosa. “Llegamos el lunes sin saber nada. Sólo habíamos visto que haría mal tiempo durante la semana”, explica desde el hotel Grand Palladium, ya prácticamente a pleno rendimiento tras el paso de Irma. Este grupo de cordobeses se enteró en el aeropuerto de que “venía un huracán” y que “era fuerte”.

El último día en que pudieron ir a la playa fue el martes. El miércoles, comenzaron las restricciones, y se empezaron a asustar. “En el hotel nos han ido mandando folletos informativos cada día”, en el que se explicaban instrucciones y se señalaba la posible trayectoria de Irma. “El martes empezaron a vaciar las piscinas para que el agua de la lluvia se concentrara ahí; y el miércoles a partir de las 14:00 nos cerraron todos los bares y piscinas del resort”, detalla. “Ya esa tarde empezó a hacer más viento y lluvias fuertes de vez en cuando, pero no tanto como esperábamos. Aún así estábamos asustados a la espera de lo que pasaría por la madrugada y de si sería más o menos fuerte”, expone.

“Desalojaron todas las habitaciones de la planta baja, recogieron todas los objetos que pudieran volarse y causar más daños y nos pusieron diques con sacos de arena en los pasillos de las habitaciones”, relata, aún con el susto en el cuerpo. “Además el miércoles por la mañana nos reunió la encargada de nuestra compañía para darnos instrucciones de cómo actuar en caso de que la cosa fuera a peor, ya que después de la cena teníamos que encerrarnos en nuestras habitaciones y no salir hasta que ellos avisaran de que se podía”.

Pero el ojo de Irma se desvió al Norte de la República Dominicana. “La gente de aquí también estaba asustada por la incertidumbre”, señala Fátima. “Al final no fue tanto como se esperaba (y menos mal, porque nosotros esa noche no dormimos apenas), y el jueves por la mañana pudimos salir a desayunar”, recuerda, desde el resort en el que siguen alojados.

El viernes, regresó la normalidad. “Ya han limpiado todo y hace muy buen tiempo. Así que como si no hubiera pasado nada”, respira esta joven cordobesa, que señala que lo que más le impactó fue la subida del nivel del mar. Al final, más susto que otra cosa. Y una experiencia más: sobrevivir al paso de un huracán de categoría 5.

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