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El Gran Hermano toma la colmena

Abejas en un panal | MADERO CUBERO

Redacción Cordópolis

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La noche del 31 de diciembre de 1999 medio mundo andaba aterrorizado por la posibilidad de que los sistemas informáticos del planeta colapsaran. El miedo al llamado “efecto 2000” provocó todo tipo de disparates y excentricidades, pero lo cierto fue que no ocurrió nada. El único colapso conocido del inicio de este siglo fue el que sufrieron miles de colonias de abejas de diferentes partes del mundo. Estos insectos, responsables de la supervivencia de numerosos cultivos gracias a su labor polinizadora, empezaron a desaparecer de sus colmenas y a adoptar actitudes que poco tenían que ver con su conformista función de obreras.

La desaparición de las abejas fue bautizada por la comunidad científica como trastorno por colapso de colonias –CCD por sus siglas en inglés- y lleva casi dos décadas siendo estudiada desde diferentes perspectivas. Hay equipos que han relacionado ese trastorno con el uso de determinados pesticidas, que podrían estar afectando al sistema nervioso de las abejas; aunque ha habido investigaciones que lo relacionan con la reducción de la biodiversidad provocada por la intensificación de los cultivos. Y hay grupos, como el de Instrumentación Electrónica Industrial que lidera el profesor Antonio Moreno Muñoz y la Unidad de Apicultura del Departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba que coordina José Manuel Flores, que para facilitar el estudio de las causas han ideado una herramienta de observación, de cierta inspiración “orwelliana”.

Se trata de un sistema de monitorización remota a base de sensores inalámbricos, un servidor local y otro en la nube, que permite controlar en tiempo real la actividad desarrollada en una colmena sin que las abejas noten su presencia. Es algo así como el Gran Hermano que imaginó George Orwell en su novela 1984, aunque el sistema presentado por la UCO en un artículo publicado por la revista Sensors no llega a ejercer el inquietante control que sufrían las víctimas de la policía del pensamiento.

De hecho, el sistema bautizado como WBee pretende sólo facilitar la observación de la actividad de las colmenas a apicultores y científicos, no la intervención sobre ellas. El sistema está basado en el software libre y es fácilmente replicable y de bajo coste. Además permite recoger información fiable sobre la temperatura, humedad y peso de la colmena, lo que ayuda a conocer mejor la dinámica poblacional de las colonias de abejas y a saber si las abejas están actuando como deberían o si hay algún tipo de comportamiento anormal.

Según explican los ingenieros, encabezados por Manuel Ortiz, responsable de la línea de investigación “Sistemas de Adquisición de Datos para la Monitorización de Colmenas” de la UCO, y los veterinarios que han trabajado juntos en los últimos cuatro años en un proyecto del Instituto Nacional de Investigación Agraria y el Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3 para conseguir que WBee funcione, el sistema es “completamente escalable y fácilmente desplegable con respecto al número y tipos de sensores y el número de colmenas y su distribución geográfica. WBee guarda los datos en cada uno de los niveles si hay fallos en la comunicación. Además, los nodos incluyen una batería de reserva, que permite la adquisición y almacenamiento de datos adicionales en caso de un corte de energía”. A diferencia de otros sistemas que monitorean un solo punto de una colmena, el sistema que presentamos monitorea y almacena la temperatura y la humedad relativa de la colmena en tres puntos diferentes.

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