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Fecha y hora para el próximo desahucio de una familia

María del Carmen y Pedro, en la cocina de su casa | TONI BLANCO

Manuel J. Albert

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Un matrimonio de casi 60 años y su hijo de 29 van a ser desalojados de su casa después de que Cajasur la subastase por impago de una hipoteca y la adquiriese una inmobiliaria ligada al mismo banco

Ocurrió en 2008. Ese año, Pedro Jiménez decidió hacer caso a su entidad financiera, Cajasur, y unificar una serie de deudas contraídas con la entonces caja de ahorros en una única cuenta. Para ello, hipotecó su casa -que ya estaba pagada- por valor de 60.000 euros y obtuvo algo de liquidez. Lo hizo sin darle muchas más vueltas porque así se lo aconsejó el mismo banco y porque en 2008 poca gente sabía lo que iba a ocurrir en el mundo de las finanzas, los préstamos y el conjunto de la economía española. Ni a Pedro ni a su familia les advirtió nadie de nada. Pero ocho años después, su piso ha sido subastado por Cajasur por impagos a causa de la crisis y ya tienen fecha y hora para ser desahuciados: el viernes 29 de julio a las 10:00.

“No sabemos qué vamos a hacer”, dice Pedro, de 58 años. “Vivimos en ese piso desde hace más de 30 años. Es todo lo que tenemos. Mi esposa está en paro y con nosotros vive un hijo de 29 que tampoco tiene trabajo”, cuenta Pedro. Chapista de profesión, le golpeó la crisis de lleno al poco de pedir la hipoteca. Hace ocho años tuvo que cerrar su taller en La Torrecilla por falta de trabajo. “Ahí comencé a no poder atender los pagos y éstos se fueron acumulando. Recuerdo que me salió un trabajo en Valladolid y el primer salario se lo quedó todo el banco por los retrasos. Durante un mes no tuve nada para gastarlo en comida, ropa o techo a pesar de estar trabajando. Me quedé completamente tirado”, recuerda. Luego, el desempleo se prolongó años y hoy la familia entera vive de la ayuda de 426 euros que cobra el extrabajador autónomo.

“Si el viernes vienen a desahuciarnos, mi esposa, mi hijo y yo tal vez nos vayamos cada uno con un familiar, pero no creemos que eso sea una solución”, prosigue. Tampoco lo creen en Anfane (Asociación de Familias Necesitadas) a la que Pedro y los suyos acudieron hace unos meses, cuando se enteraron de que su vivienda había sido subastada. “No tiene sentido desahuciar a esta familia porque al día siguiente otra va a ocupar la misma casa ilegalmente y el banco va a seguir teniendo el mismo problema”, cuenta Rafael Cidres, responsable de Anfane.

La asociación, que no solo atiende a personas en riesgo de ser desahuciadas, sino que trata de servir de vía para encontrar trabajo o garantizar el alimento de sus miembros, no es defensora de la ocupación de casas vacías que sean propiedad de los bancos. “El problema es que esas viviendas en las que ahora no hay nadie y que son de los bancos, antes fueron de otras familias. Si luchamos por los que ocupan las casas, ¿quién lucha por aquellos que las han perdido?”, sostiene. Para Cidres, “toda solución tiene que partir de las administraciones y de la legalidad”. Por eso, una de las primeras cosas que hizo la asociación fue poner el caso en conocimiento de la Oficina Antidesahucios del Ayuntamiento, que ha inscrito a la familia de Pedro en una bolsa de viviendas.

Pero antes de eso, hubo que hacer algo más urgente. “Cuando llegaron a nosotros, Pedro y su familia ya tenían orden de desahucio para el mes de junio, así que lo primero que hicimos fue luchar para pararla. Y conseguimos aplazarla un mes”, narra Rafael Cidres. En este tiempo, el responsable de Anfane ha emprendido una labor de identificar quiénes son los nuevos dueños de la casa. “Es una empresa que se llama Harri Sur Activos Inmobiliarios S. L. y que tiene sus oficinas en la tercera planta del edificio central del banco, en la avenida Ronda de los Tejares, en Córdoba”, explica. Es decir, la entidad subastó la casa para que se la quedase una firma ligada a la propia Cajasur.

Según Anfane, ni Cajasur ni Harri Sur parecen dispuestas a llegar a un acuerdo. “Pero no vamos a dejar de luchar. Queremos negociar con ellos un alquiler social de Pedro y su familia para que sigan viviendo en su propia casa. Porque esa es su casa y no del banco ni de nadie más”, zanja Cidres.

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