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Espejo atrae a turistas para ver dónde se tomó la foto de Capa

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Redacción Cordópolis

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FOTO: MADERO CUBERO - VIDEO: HISTORIAS DE LUZ

El Ayuntamiento pretende atraer el filón turístico con la creación de una especie de ruta temática y un centro de interpretación del Haza del Reloj

La reubicación en un cerro de Espejo de la foto más simbólica de Robert Capa, Muerte de un miliciano, atrae a decenas de turistas de origen japonés. El Ayuntamiento del municipio quiere convertir la zona en circuito turístico en homenaje y memoria del mítico fotógrafo.

En mayo de 2009, un arqueólogo cordobés llamado Fernando Penco y acompañado por el fotógrafo Juan Obrero Larrea desentrañó uno de los muchos enigmas que acompañan a la archifamosa foto de Robert Capa: no fue tomada en Cerro Muriano, como se pensó durante más de 70 años, sino en un pequeño paraje muy cerca del pueblo de Espejo, a unos 50 kilómetros del lugar anterior. Penco y Larrea se recorrieron todas las líneas del frente de la Guerra Civil en 1936 buscando la silueta de los cerros que se difuminaban al fondo de la imagen hasta que llegaron al lugar exacto. En 2007, Richard Whelan, biógrafo oficial de Capa, publica un trabajo revolucionario: This is war. Robert Capa at work, con material inédito del Centro Internacional de Fotografía (ICP) de Nueva York. Whelan muestra fotos anteriores o posteriores a ‘Muerte de un miliciano’ en las que por primera vez se reconocen accidentes geográficos que pueden llevar a ubicar de forma exacta el lugar en el que fue captada la mítica fotografía.

Una de las fotos publicada por Richard Whelan es la prueba definitiva. En la imagen, un grupo de milicianos apunta, rodilla en tierra, a un horizonte muy nítido. A la izquierda se recorta con claridad la Sierra de Cabra. A la derecha, la de Montilla. El valle del Guadajoz vislumbra dos cortijadas y un cruce de caminos que sólo es posible vislumbrar desde un punto en concreto del Haza del Reloj de Espejo. La coincidencia sobre el terreno es perfecta.

Hoy, el cerro está sembrado de olivos. Apenas quedan huellas de las trincheras, que resultaron ineficaces cuando Saenz de Buruaga arrasó el municipio ya a finales de septiembre de 1936. Pero el sitio está claro y ya, esta vez sí, parece el definitivo.

Pero hoy pasa algo muy curioso. Desde que se divulgó que la foto no fue tomada en Cerro Muriano sino en Espejo, al municipio llegan autobuses repletos de japoneses para subir a la Haza del Reloj para hacerse la famosa foto, según ha explicado el alcalde de este pequeño pueblo, Francisco Antonio Medina Raso (IU). Muchos de los japoneses posan incluso como el miliciano, recién alcanzado por una bala.

Pero el Ayuntamiento no se quiere quedar ahí. El alcalde precisó que están buscando la financiación para hacer identificable el cerro desde el que se tomó la foto y señalizar la zona. También hacer accesible un cerro al que no es fácil llegar ni, sobre todo, subir. El Consistorio tiene también otro proyecto más ambicioso en el que colaboraría Fernando Penco: recuperar todas las trincheras de una línea defrente que fue muy activa durante los primeros meses de la Guerra Civil española, donde se hicieron fuertes los soldados republicanos.

Muerte de un miliciano sigue siendo una foto enigmática. Y un símbolo. El montaje, a estas alturas, parece más que evidente. En el material inédito publicado por Whelan, los soldados que acompañan al miliciano parecen jugar a la guerra más que entablar batalla. En otras imágenes, algunos anarquistas yacen en el suelo en posturas complicadas para un cadáver que acaba de ser abatido por un disparo: fusiles entrelazados en las manos, posiciones cómodas, falta de sangre y a ningún cuerpo se le ve la cara.

El fotomontaje parece existir, como existió en la famosa foto de Iwo Jima de Rosenthal que inspiró Banderas de nuestros padres, de Clint Eastwood. Pero su fuerza, cuando ya se han cumplido 75 años de su ejecución, sigue siendo incuestionable. Capa no era un cobarde. Murió pisando una mina en Indochina y sobrevivió a la carnicería de Omaha Beach. En Espejo, y salvando el mito, no se había acercado lo suficiente. Pero había construido un símbolo. Qué más da.

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