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Córdoba recupera parte de su oferta nocturna, aunque sin vida en la pista de baile

Ambigú de La Axerquía | ÁLEX GALLEGOS

Juan Velasco

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Obviamente, cuando Iggy Pop escribió Nightclubbing -que se puede traducir como irse de garitos- no lo hizo pensando en un verano cordobés. porque, por motivos obvios -y climáticos-, las discotecas de Córdoba no son para el verano. En cualquier caso, lo que contaba bastante bien aquella canción sí que es aplicable a la vida nocturna de cualquier ciudad: caminar por las calles como un fantasma de bar en bar, conocer gente interesante -que probablemente dejen de serlo con el sol de la mañana- y aprender bailes nuevos.

Con la pandemia del Covid, la ecuación se ha vuelto más sencilla: una vez eliminado el baile -prohibido con casi toda probabilidad hasta que aparezca una vacuna-, la vida nocturna en Córdoba apenas distingue un bar de una sala de conciertos, más allá de por el horario, algo más amplio para los segundos.

Más allá del esto, hoy son prácticamente iguales: espacios llenos de más o menos mesas y sillas en los que la música suena más o menos alta. Eso para los que han abierto. La mayoría de clubs con licencia de sala de fiesta de Córdoba han pasado cerrados más de cien días y algunos van a estarlo casi 100 días más, pues no ven factible la reapertura con las actuales condiciones de aforo y, sobre todo, de distanciamiento social. A nadie se le escapa que las discotecas y clubs son sitios donde la gente convive en cercanía, renunciando a su espacio personal.

Algunos clubs y salas de Córdoba ya han reabierto sus puertas. Las tres que lo han hecho tienen en común su devoción al rock. Lejos de sonidos reguetoneros o electrónicos que prácticamente obligan al baile, Long Rock, Hangar y Ambigú Axerquía son tres salas en las que los clásicos rockeros y los conciertos han sido siempre el leit motiv principal.

Bailar sentados, es bailar

En Long Rock llevan ya tres noches abiertos. Sandra, su propietaria, está encantada con el primer contacto tras la pandemia. “El balance de estos dos días es muy positivo. El miércoles nunca hubiéramos pensado una apertura tan acogedora. Compañeros, amigos y clientes que estaban ahí pendientes vinieron todos a vernos”, recuerda la empresaria, que explica que el Long Rock ha sacrificado la pista de baile para instalar mesas y sillas, que se ubican al lado del escenario.

En Hangar la reapertura fue este jueves con una sesión de Conloqueyohesido djs. La sala del Vial Norte, que ha perdido tres meses de programación de conciertos, tiene una buena terraza que puede estar abierta hasta las 2:00 de la mañana y eso favorece el trasiego de clientes, que no necesariamente pasan la noche dentro del local.

En Ambigú Axerquía, que ha abierto en la noche de este viernes, también tienen dos salas, puesto que en verano siempre aprovechan el espacio que da al Teatro de La Axerquía para convertirse en una pequeña terraza de verano con horario extendido. Ellos han abierto este viernes con una fiesta de inaguración que recupera sus señas musicales: rock, pop, garage, surf y punk de la mano del trio de djs Volpina y Nanoboy.

Para ello se ha abogado por priorizar la reserva de mesas, además del estipulado uso de mascarillas, gel hidroalcohólico y distanciamiento social. El encargado, Rafael Esquivel -'El Chino', como se le conoce en el mundo de la noche en Córdoba- explica que han tenido que hacer malabarismos para cuadrar el aforo permitido y respetar los espacios. Y aún así tienen suerte de que, cuando son las 2:00, la música puede pasar dentro y hacer uso del ambigú del teatro para los clientes más trasnochadores.

El reggaeton y la electrónica tendrán que esperar

Fuera del rock está el circuito de discotecas y salas que no tienen pensado subir la persiana por el momento. No son pocas. Los propietarios de Bambú Club ya comentaron a este periódico que, más que fases, estaban esperando una vacuna para poder pensar en reabrir, conscientes de que un espacio como el suyo, ubicado en donde en el pasado estuvieron salas míticas como Zahira o Underground, no tiene sentido ni es apetecible en las actuales circunstancias.

A unos metros de allí está Góngora Gran Café, otra sala situada en un edificio que ha sido durante años una de las principales discotecas del centro. Hoy está cerrada. Y ni en el edificio ni en las redes se menciona una posible reapertura por el momento.

Si caminamos unos pasos, en un callejón junto al Restaurante de Chico Medina está Golden Club, sala de conciertos y de ocio nocturno que, por el momento, tampoco va a abrir sus puertas. Su propietario sí que tiene abierto el Café Málaga, donde, desde la fase 3 se han estado dando conciertos de pequeño formato y con medidas de distanciamiento.

Siguiendo la ruta por el centro, dos locales para jóvenes que no parece que vayan a abrir por el momento: el Bássico, que durante los últimos dos años se había convertido en uno de los clubs de música alternativa con más personalidad de la ciudad a pesar de su reducido aforo; y Platinium, el único club de electrónica que queda puro en Córdoba tras el cierre de Berlanga.

Los dos permanecen cerrados, al igual que lo está La Posada de Babilonia, que también tiene licencia de Sala de Fiestas, y los bares de la calle Alfaros -Automático, Rush y Glam- están cerrados y, por el momento, no tienen horizonte de apertura.

Lejos del centro, en el Polígono Chinales, está la Sala M100, que por envergadura, acoge los conciertos más potentes de Córdoba en el circuito privado. Este espacio abrirá sus puertas este domingo con un concierto de Medina Azahara con aforo reducido y emisión en streaming.

Con todas las localidades físicas agotadas, el recital de la banda cordobesa es casi un ensayo-error de los conciertos en la nueva normalidad, aunque interés ha suscitado y la impresión es que, si se hubiera ofertado todo el aforo, se habría cubierto sin problema.

El miedo empieza a desaparecer. Los clubs exigen entrar con mascarilla, escuchar a los camareros y seguir sus indicaciones. Más allá de eso, la responsabilidad comienza a recaer en el usuario, que a su vez muestra ganas de volver a la vida antes de que estallara la pandemia. La preocupación, en cualquier caso, no se ha disipado.

En la cabeza de muchos están rebrotes como el de Seul (Corea del Sur), que se localizó en los clubs de la ciudad, y también las medidas que se han tomado en otros territorios como Islas Baleares, que han prohibido las discotecas en el verano más atípico que se recuerda para la vida nocturna desde hace medio siglo.

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