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Anguita abandona la presidencia de Frente Cívico y proponen la disolución del colectivo

Julio Anguita | MADERO CUBERO

Carmen Reina

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Después de casi seis años como promotor de Frente Cívico Somos Mayoría, Julio Anguita ha presentado su dimisión irrevocable como presidente de este colectivo. Lo ha hecho en la última asamblea celebrada en Madrid, donde además la dirección estatal actual de Frente Cívico ha elevado una propuesta de disolución del mismo.

En su escrito de renuncia -al que ha tenido acceso este medio- Anguita anuncia que, si la asamblea de Frente Cívico decide seguir en marcha con este proyecto, él seguirá trabajando en él,  pero lo hará “sin la responsabilidad de ser la imagen pública de una organización que ha hecho grandes servicios y aportaciones a la concienciación y movilización de la ciudadanía, pero que no ha sabido, querido o podido ser una referente estatal con programa claro (que lo tenemos) y unos mínimos organizativos para todo el Estado”, asegura.

Junto a la renuncia del que ha sido desde su nacimiento promotor de Frente Cívico, la dirección actual a nivel estatal del colectivo elevó la propuesta de dejar de existir como organización en la pasada asamblea abierta que se celebró el sábado 12 de mayo en Madrid, según ha podido saber este medio de fuentes de la organización.

Quienes ahora proponen la disolución del colectivo recuerdan que Frente Cívico Somos Mayoría se constituyó como una herramienta de movilización social que, bajo un programa de objetivos comunes, intentara hacer confluir las diferentes luchas organizadas en el país sobre todo a raíz del 15M. Fue un intento de dar un paso más allá en ese movimiento en el que, sin perder la frescura de las reivindicaciones surgidas desde la base de la sociedad y su horizontalidad y transversalidad, se consiguiera una organización mínima indispensable para lograr sus objetivos.

En su inicio, Frente Cívico logró más de 50.000 inscripciones en todo el Estado durante los meses de julio y agosto de 2012, así como la constitución de organizaciones en la práctica totalidad de provincias. En su asamblea constituyente, en julio de 2013, surgió la propuesta al resto de movimientos de la realización de una gran marcha desde todos los territorios hacia Madrid en protesta por las políticas de recortes, siendo el inicio de lo que después fueron las Marchas de la Dignidad de marzo de 2014.

Asimismo, ha llevado a cabo diferentes experiencias en territorios del Estado en torno a luchas por derechos básicos, como los Campamentos Dignidad de Extremadura y su lucha en torno a la Renta Básica, la Acampada Dignidad de Córdoba y su lucha en torno a la rebeldía y la desobediencia civil ante el Ayuntamiento, y la participación de las distintas organizaciones de Frente Cívico en cada territorio en todas aquellas luchas sectoriales que se planteaban en el marco de la defensa de los derechos humanos básicos: rentas básicas, ecología, feminismo, derechos de los inmigrantes, vivienda, sanidad, prestaciones públicas, educación, etcétera.

La merma de fuerzas

Desde Frente Cívico también surgieron movimientos que apostaron por la búsqueda de los objetivos a través de la vía institucional, de forma que pasaron a fortalecer las filas de IU y, por otro lado, a la creación de Podemos. Para la actual dirección estatal de Frente Cívico, esa decisión “supuso inequívocamente un enflaquecimiento de la movilización social, no sólo en el Frente Cívico, sino en todas las organizaciones y asociaciones que habían mantenido el pulso desde la vía de la calle”. En ese sentido, recuerdan ahora cómo desde el inicio, en Frente Cívico siempre se dejó claro que apostaban “por la vía de la movilización y que nunca derivaríamos en fuerza política” como tal colectivo.

No obstante, en la segunda asamblea estatal, celebrada en Córdoba en 2016, el movimiento celebraba la confluencia política entonces que se estaba gestando de cara a las elecciones de junio de ese año. Pero, insisten, “sin el apoyo en la calle de la mayoría, ningún partido ni ningún sindicato ni ninguna organización conseguiría llevar a cabo políticas que fueran rupturistas con el neoliberalismo instalado en lo más profundo de nuestra sociedad”. De ahí que la tarea de Frente Cívico se centrara en lograr la confluencia también social, en la calle.

Ese objetivo, señalan las fuentes consultadas, se comprobó como “difícil, por no decir imposible de conseguir” por “la dispersión de mensajes, las batallas internas y las prácticas individualistas que habían vuelto al seno de las organizaciones” presentes en ese intento de confluencia social.

Desde entonces y hasta ahora, quienes ahora proponen la disolución de Frente Cívico dicen haber confirmado esa sensación de que el objetivo propuesto era imposible. “La dispersión y la apuesta por lo institucional han vuelto a mermar las fuerzas de los movimientos sociales”. Y a pesar de distintos y numerosos intentos por conseguir los objetivos que se habían marcado, “la realidad nos dice que, a pesar de que todo el mundo coincide en que sin la gente en la calle nunca se conseguirán cambiar las políticas neoliberales en un parlamento, a la hora de la verdad hay otra serie de factores que impiden esa confluencia necesaria para ello se ponga en marcha”.

Por todo ello, la dirección estatal ha propuesto que Frente Cívico deje de existir como tal. Tras el verano, se volverá a convocar una asamblea extraordinaria con un único punto del orden del día que trate la disolución de la organización y de donde deberá salir la decisión definitiva.

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