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Resistiremos

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José Carlos León

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Sí, familia, vuelven tiempos difíciles. Alguno diría que hace una década larga que están aquí, y la verdad es que desde marzo se han instalado en nuestras vidas. Para muchos nunca se han ido, porque las dificultades forman parte de su escenario diario, pero por si acaso, las cosas van a complicarse más aún. Es lo que hay y más nos vale ir haciéndonos el cuerpo.

Durante el confinamiento de primavera dejé que esta ventana de los lunes me sirviera para soltar mucha de la ira que tenía acumulada por una gestión tan negligente y falta de empatía. Me recordaba a mi amiga Stacey, una chica de Liverpool que desde hace años lucha con entereza contra una durísima enfermedad y que de tanto en tanto se permite expresar su esperanza, pero también su dolor y también su desazón en unos tremendos textos en Facebook. Para mí, este blog tuvo un efecto similar, casi catártico y marcadamente egoísta, porque escribía para mí sin tener en cuenta que alguien pudiera leerlo. Entonces, un día mi amigo Javier me puso ante el espejo de mis palabras y me dijo que entendía mi rabia, pero que quizás sólo estaba echando más leña al fuego de la crispación que tanto daño nos está haciendo. “José Carlos, la gente está muy jodida y ha llegado el momento de ayudar, porque a muchos les hace falta, y tú puedes hacerlo”, me dijo desde la voz de la experiencia, aunque creo que no le hice mucho caso.

Pues creo que ese momento ha llegado, porque las cosas están putas, y más que se van a poner. Todos hemos cometido un montón de errores y por eso nos vemos aquí, por la irresponsabilidad política, pero también por nuestra dejadez social y colectiva. Podemos seguir echándonos las culpas y encontrando culpables, y seguro que los hallamos, pero por mucho que los señalemos nada cambiará si no variamos nuestra forma de enfrentarnos a este drama que marcará para siempre a varias generaciones.

Ha llegado el momento de buscar explicaciones u opciones, de preferir tener la razón o perseguir el mejor resultado. Toca resignarse y asumir que esta es la cruz con la que nos toca cargar o aceptar lo que nos ha tocado vivir, integrarlo como parte de nuestra experiencia vital y sacar enseñanzas y conclusiones de un presente volátil y un futuro aún más incierto. Nos ha tocado, en definitiva, elegir si vamos a quejarnos, rendirnos o resistir. Eso tenemos que hacerlo como individuos, como sociedad y como país.

Sí, resistir, pero no como absurda banda sonora del desastre, como aquella orquestada cortina de humo con la que nos hicieron salir a hacer palmitas mientras el caos se apoderaba de nuestro país. Del latín resistire, uno de sus significados etimológicos es “padecer un sentimiento sin dejarse vencer por él”, mientras que la RAE es menos poética y dice sin ambages que se trata de “tolerar, aguantar o sufrir”.

Sí, sufrir, porque nadie dijo que la victoria no costara un sacrificio, y bien que ya lo estamos pagando con la vida de cerca de 60.000 españoles y una economía herida de muerte. Quizás ese sea uno de nuestros defectos como sociedad, que nos hemos acostumbrado a conseguir las cosas sin sufrir, sin saber lo que cuestan y el esfuerzo que requieren. Decía ayer Alfonso Alba que eso de toque de queda suena a guerra y lenguaje bélico, y es cierto que nuestros abuelos (padres en algunos casos) supieron de primera mano lo que significaba ese concepto, y también conocieron lo que era el hambre, la necesidad y la dureza de una vida que tanto se encargaron de suavizarnos.

Por ellos, por sus esfuerzos y sus sacrificios debemos resistir. Pero también por nosotros, porque a pesar de nuestros errores merecemos recuperar nuestra antigua normalidad y, por qué no, mejorarla y construir el país que tanto queremos. Por nuestro estilo de vida, por nuestras familias, por nuestros hijos, nos toca apretar el culo y luchar en un escenario distópico que nunca habíamos imaginado. Ahora ha llegado el momento, porque como decía William Wallace en Braveheart, “nos podrán quitar la vida, pero no la libertad”, ni tampoco la esperanza de que todo volverá a ser como antes. Pero para eso necesitamos poner todos de nuestra parte, ofrecer nuestra mejor versión. Resistiremos.

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