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Les importa una mierda

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José Carlos León

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Durante las últimas semanas he leído muchos artículos acerca del tema, he escuchado muchas tertulias y opiniones, e incluso he participado en alguna conversación al respecto. La mayoría de ellas estaba de acuerdo en el fondo, con distintas formas de abordarlo en las formas, y creo que aunque algunos se han acercado, nadie ha llegado a expresar certeramente y sin tapujos lo que está pasando en torno a la vuelta al cole. Esto es una opinión meramente personal, pero creo sinceramente que a este gobierno le importa una mierda.

En ese tedioso y absurdo juego de competencias entre unas y otras, todo el mundo se ha quitado la pelota de encima como un central escocés echándole el marrón al de enfrente, mucho mejor si era del otro partido para así poder echarle en cara su nefasta gestión. Se ha hablado mucho de dejadez, de incompetencia, de imprevisión, de incapacidad y de incomunicación y desconexión entre el fantasmal Ministerio de Educación y las comunidades autónomas, y seguramente todo eso es cierto. Y todo con el borroso trasfondo de que aparte de numerosas declaraciones huecas ni unos ni otros tenían ni zorra idea de qué hacer, como si no hubiesen tenido tiempo en estos seis meses para diseñar un protocolo de contingencia para una situación que se veía venir. La Navidad es en diciembre, la cabalgata de Reyes el 5 de enero, los patios en mayo y la vuelta al cole en septiembre. A nadie debía haberle pillado de sorpresa, pero nada...

Porque más allá de todo eso, subyace la cínica y repugnante impresión de que todo responde a una estrategia con un claro trasfondo. Desde siempre se ha vinculado el saber con el poder, la sabiduría con la libertad. El evangelio de Juan ya decía que “la verdad os hará libres”, y ya en el Siglo XVI Francis Bacon arrojó algo de luz con aquello de scientia potentia est, “el conocimiento es poder”. Siempre ha existido el consenso de que la cultura y la educación es el primer paso a la libertad de los individuos y el progreso de las sociedades, porque el conocimiento es el mejor antídoto contra la ignorancia. El saber es un arma de destrucción masiva contra la manipulación, gasolina para el pensamiento crítico y para la rebelión contra la verdad impuesta y el pensamiento único. Eso lo han sabido todos los gobernantes desde que el mundo es mundo, y todos han sabido utilizarlo, aunque algunos con los fines más perversos.

La educación es muy golosa porque efectivamente tiene un enorme poder de adoctrinamiento, ya que el gobernante (mientras más autoritario, mejor) siempre tiene la  tentación de enseñar no lo que el ciudadano necesita, sino lo que más le conviene para que el individuo se convierta en súbdito. En España tenemos un ejemplo clarísimo con los nacionalistas, que hace 45 años entendieron que lo suyo era una carrera de fondo más que una prueba de velocidad, con los libros y los medios como aliados. Así, con ese proceso de hipnosis y subyugación a fuego lento hemos llegado a donde estamos, a situaciones que hacen que se considere escandaloso que VOX obtenga un diputado en el País Vasco, pero normal que Bildu tenga 22. Felicidades a ETB y todas las manos que sacudieron el árbol porque, tal y como preveían, las nueces siguen cayendo.

Porque si la verdad nos hará libres, la estupidez nos convertirá en borregos, y ya se sabe que los borregos no se rebelan ni cuando van directos al matadero. Son mansos, obedecen y asumen su destino sin rechistar, porque simplemente a eso es a lo que están acostumbrados, a eso les han enseñado. Por eso creo que a este gobierno (y también a muchos de los que hemos tenido antes) la educación le importa una mierda, porque es más fácil criar y manejar idiotas que individuos críticos, que pidan explicaciones y exijan responsabilidades. La tentación de manejar masas adormiladas, aborregadas y alienadas siempre ha estado detrás del ideario comunista, y a las pruebas podemos remitirnos. ¿Por qué hacer libres a los individuos con la verdad cuando podemos contarles nuestra verdad, la verdad?

Ya dijo Celaá que los niños no pertenecen a los padres, porque entonces corremos el riesgo de que salgan peligrosos librepensadores, analistas críticos y votantes curiosos. Es mucho más rentable criar generaciones que acatan a generaciones que piensan, porque antes o después todos esos borregos irán a las urnas… Por eso les importa una mierda la vuelta al cole, porque no está entre sus prioridades. Ante el riesgo de generar pensamiento crítico y capacidad de selección en las fuentes, es mucho mejor que la información les llegue a través de La Sexta o que, directamente, no les llegue. Un pueblo sin información es un pueblo sin cultura, y un pueblo sin educación es un pueblo sin capacidad de respuesta que se limita a salir a los balcones a aplaudir. Así de fácil.

Así volverán nuestros niños al colegio dentro de 10 días, incluidas mis dos peques, que a sus 7 años se tendrán que tirar cinco horas con la mascarilla puesta rodeadas de sus 23 compañeros. Y ahí estará su seño, expuesta al mismo riesgo porque al final no habrá ni reducción de ratio, ni ampliación de espacios ni nada de nada. Importa una mierda.

Todo después de una semana en la que el New York Times nos puso la cara colorada con un artículo demoledor que saca al aire todas las vergüenzas de nuestro sistema educativo, anquilosado, desconectado de la realidad y del mercado laboral, con unos profesores maltratados, mal pagados y desposeídos del prestigio social que debería tener una de las profesiones más hermosas e importantes del mundo. Parece que ellos, nuestros niños y su futuro les importan una mierda.

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