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Vestir la transparencia

Ana Fernández

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¡Oh tiempos del bikini! ¡Qué sencillo era todo! Sabíamos sin pensarlo demasiado si queríamos lucirlo o preferíamos guardar para nosotros el ombligo y sus alrededores. Sin embargo, vestir la transparencia es otro tentador cantar. Los tejidos y diseños que dejan ver la piel, la figura y la lencería, la delgadez, el abdomen tonificado o el kilillo de más, suelen tender trampas a la estética por mucho que esta primavera-verano de 2015 continúen llevándose las transparencias.

Curioso es su doble juego: desnudan mientras tapan; muestran al tiempo que sugieren; son capaces de potenciar tanto las virtudes como los defectos de una silueta de cualquier edad; y lo mismo destilan elegancia absoluta que ponen una nota vulgar.

Obviamente, hay que saber elegir la prenda, cómo y con qué complementos llevarla, la calidad y firma, y la ocasión, sobre todo.

Para un entorno profesional y de trabajo y en las ceremonias tradicionales no es, por ejemplo, conveniente envolverse en un look de gasas y encajes como los de la noche ibicenca. Por tanto, la elección de una simplicidad minimalista o naïf, utilizar debajo una camiseta o un top que eviten mostrar demasiado y llevar prendas lisas y depuradas, étnicas o futuristas, son recursos para conseguir una imagen Coachella o sexy-chic.

Para esta primavera-verano me pirran los vestidos largos lisos con piezas transparentes del estilo del que hallé en Bershka, las camisas y tops de encaje que dejan ver la piel; las faldas midi que se transparentan desde la mitad de la pierna; los vestidos de fiesta transparentes en tonos nude o empolvado con pedrería; el vértigo de encajes adheridos a una gasa con lycra que enfunda el cuerpo y desvela el estado de su tersura acaso más que la propia desnudez (para Rihana y demás), y las gasas de inspiración setentera, punk o futurista.

Esencial es el complemento de unas bailarinas, unos bluchers o unas sandalias romanas altas, así como el estilo deportivo, romántico, sexy, grunge, setentero o alternativo que sirva de inspiración para transparentarse. Se puede optar también por lo traslúcido y transparente en el propio complemento calzándonos zapatos de vinilo o llevando a la espalda una mochila transparente estampada o con ribetes como las de Asos.

Las transparencias construidas con encaje de guipur y otras prodigiosas artesanías del bordado me cautivado en Valentino y en las colecciones siempre en la onda y asequibles de Zara, Bimba y Lola  y Venca.

Como homenaje a ese saber llevar la transparencia con simpatía y desenvoltura de Cristina Pedroche en las campanadas de Fin de Año, vaya esta mención a la diseñadora del vestido, Charo Ruiz.

Pero como estamos en primavera y embocaremos un verano con ecos de 70s, no puedo despedirme sin el inconfundible glamour vitalista de Pucci.

¡Ah!, E imposible dejar atrás los cuidados corporales que las transparencias, tan cotillas, acarrean.

Al final -ya me lo temía-, tras la vaporosidad de una gasa, de una espalda escotada, o unas mangas transparentes, hay una posible operación bikini. Ya veremos si... O cómo

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna

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