Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
¿Nueva era para la Mezquita-Catedral de Córdoba?
Después de los desastres, cuando baja la adrenalina, toman cuerpo los sentimientos, los compromisos, los propósitos. Así, tras el incendio en la Mezquita Catedral el 8 de agosto de 2025, es claro que el sentimiento social más intenso se concentra en los bomberos de Córdoba, a quienes debemos eterna gratitud por salvar la Mezquita, única y universal, Patrimonio de la Humanidad –y que es nuestro pan–, de lo que podría haber sido una tragedia irremediable, inasumible, aciaga.
Se ha salvado. La han salvado los bomberos y quienes les ayudaron (albañiles y demás personal), en el marco de su Plan de Autoprotección, documento relativamente reciente si repasamos los anales administrativos y catedralicios. ¡Albricias! ¡Milagro! ¡Y qué poco faltó quizás para lo peor! ¡Pa habernos matao!, que podría decirse, para rebajar tensiones y practicar un sarcasmo más iluminador que hiriente.
Por fortuna, los trabajos de reconstrucción y la bien nutrida maquinaria del Cabildo Catedralicio pueden ir y van más que rápidos, velocísimos. Por un lado, es eficacia y sentido del deber respecto a lo mucho que la ciudad, la economía, el empleo, el turismo necesitan la Mezquita. Por otro, acaso se olfatea una celeridad interesada, habilísima, de los canónigos.
Porque el Cabildo, con este ser tan diligentes y correr con los gastos, bien sabemos que podría estar enviando sus recados: “Nosotros nos encargamos; ustedes solamente hagan el favor de elogiarnos; y sobre lo del almacenaje en la Mezquita, al ustedes conocer el hecho, bien podían habernos dicho que se quitase a la orden de ¡Yaaaaa!”.
Efectivamente, quién sabe si al Cabildo hay que dirigirse con firme insistencia, con presión, haciendo públicas y bien claras las recomendaciones, dando plazos y vigilando su cumplimiento, de una manera, en fin, que no gusta a quienes tienen el poder, el tesoro, la sartén por el mango, porque les dejaron y les dejan tenerlos todavía hoy, en el siglo XXI.
Al parecer, los temas del Cabildo han de ser tratados con extremo tacto, con suavidad angélica, ya sea para hacerles notar que nos hemos dado cuenta de que con su propietaria gestión han ido modificando la Mezquita Catedral, restándole esencia original propia de un monumento en favor de la apariencia y experiencia de visita de un templo católico; ya sea para recordarles que bajo su mando desaparecieron unas vigas califales de gran valor, y se supo cuando se sacaron a subasta en una afamada firma internacional; ya sea para indicarles que retirar la celosía del arquitecto Rafael de la Hoz al objeto de permitir que accedan pasos de Semana Santa no es preservar, sino destruir, por mucho que los tribunales archiven o se inhiban. Una cosa es ganar administrativamente en prácticamente todos los contenciosos; apropiarse, porque la ley de Aznar lo permitió, un título de propiedad, inmatriculando la Mezquita Catedral el 2 de marzo de 2006, y otra poder decir que la excelencia, la razón, la verdad, la ética, la justicia brillan rutilantes, les asisten y acompañan.
En definitiva, desde la misma tarde del incendio se puso en marcha la táctica de la diligencia y del cuidado de la imagen mediática del Cabildo para pasar página en un visto y no visto, y sin hacer sangre, sobre lo que estaba tapado por barrocos cortinajes: una barredora eléctrica, al parecer en carga nocturna, en el interior del monumento. Es verdad que el Cabildo, con las indicaciones de Icomos y Unesco, iba a clausurar pronto el espacio de almacenaje que salió ardiendo; sí, pero allí estaba aún; pues a veces se imprime velocidad de crucero y otras los papeles y los planes que hay que actualizar se quedan en los cajones de consejerías sin tener en cuenta que, en minutos, en segundos, las llamas devoran o las vidas se pierden si no se ha hecho todo lo debido en protección del patrimonio, seguridad ciudadana, prevención de riesgos.
Al final, si no lo remedian una iluminación y una conversión generales acerca de que la Mezquita Catedral pertenece a la humanidad y que, por tanto, las actuaciones en ella tienen que ser fieles a esa realidad, se seguirá gestionando como hasta la fecha: es decir, como al Cabildo le parece o le deja de parecer, bien sea la celebración de una Semana Santa en el interior y aledaños del monumento que concentra a masas (ahí seguiremos cruzando los dedos en el tema de la seguridad, y ya sabemos de quién sería la culpa si algo ocurriera: del poder civil y las administraciones), bien sea su posición relativamente poco generosa con la ciudad de Córdoba, pues no estaría de más (repito otra vez en este espacio de Cordópolis) que un porcentaje de los ingresos por las visitas al monumento se destinara a cuidar el casco histórico, a nuestros barrios empobrecidos, desposeídos, marginados, también llamados con necesidades de transformación social (transformación diría que hacia la igualdad efectiva, el empoderamiento y la esperanza), así como al sostenimiento y mejora del heroico servicio municipal de los bomberos de Córdoba.
Creo firmemente que nuestra Córdoba, en lugar de cultivar un feudalismo identitario pobre en pensamiento crítico, y que prefiere quizás pedir y que le concedan antes que forjar y construir juntos, debe, lo primero, hacerse cargo de sí misma definitivamente, y abrir una nueva era para la ciudad y para la Mezquita Catedral, tratando de tú a tú a quienes supongo que también debieran haber aprendido y habrán aprendido lecciones del incendio.
Nuestro mundo ya es otro. Las fuerzas de la guerra, del genocidio, del caos están en pie. Hagamos todo el bien posible y lo correcto desde nuestra Mezquita, la de la humanidad
Sobre este blog
Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
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