Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
¡Hasta las mamas!
Estoy llena de ira. Quien lea que disculpe. Beber agua, para tranquilizarme, no voy a beberla. No quiero vasos. Ni en pintura, ni en Instagram, ni de plástico en una sala de espera de los hospitales, por el hecho de haberlos mentado la consejera de Salud de la Junta de Andalucía, Rocío Hernández, cuando se ha dirigido a mujeres muy seriamente perjudicadas por los catastróficos y denunciados fallos y el negligente seguimiento en el programa andaluz de cribado de cáncer de mama, diciendo: “No veáis el vaso medio vacío”, ante una realidad de mastectomías, quimios y crecimiento de tumores de podían haberse tratado antes, si ella y el sonriente presidente Juanma Moreno hubieran gestionado como el pueblo andaluz se merece.
Más de 2.000 mujeres con mamografías con indicios de cáncer y que no fueron avisadas para repetir la prueba diagnóstica o realizar otras complementarias, van a tener que ser atendidas en breve plazo para cerciorarse de si tienen o no cáncer de mama. Otra cosa será que les proporcionen rápido el tratamiento, si fuera necesario. Lo de las operaciones y el abordaje de la enfermedad tiene lista de espera. (Se retrasará todo, quizás sin remedio, o recurrirán a la privada, que aguarda con los brazos abiertos, salvo en pandemias). Los vasos muy llenos no están, consejera. Solo podríamos llenarlos de lágrimas, de rabia, de quejas ante el defensor del paciente, de demandas ante los tribunales, de hacer lo que nos salga de las mamas para protestar y desahogarnos.
En fin, lo que parece evidente es que el SAS no ha dimensionado correctamente ni la prevención ni el tratamiento del cáncer de mama; tampoco de otros cánceres, se pongan como se pongan de bien puestos sobre su compromiso con el derecho a la salud y de sensibles y blandamente humanos respecto a la esperanza, ésa que se nutre de investigación y tratamientos punteros y personalizados, que, al unísono, instituciones y sociedad tenemos que ofrecer a quienes enferman de cáncer, con el fin de curarlo más veces y de cronificarlo.
El SAS ha roto de una manera gravísima la confianza en el programa de cribado y detección precoz. Si hay centenares de pacientes a quienes no avisaron lo antes posible, es decir nada más ver que en su mamografía había sospecha de cáncer, eso quiere decir que el sistema no ha protegido a la ciudadanía y que llega a ocurrir que la sanidad pública andaluza nos esté ocultando durante varios meses si se ha encontrado algo que podría ser cáncer. Es muy duro. Pone vidas en riesgo. Multiplica los padecimientos de toda clase. No tiene nombre. O sí, que cada cual se lo ponga.
Me han dolido las entrañas y he sentido ganas de mover montañas leyendo este reportaje de Cordópolis sobre el caso de Ana, escuchando las entrevistas que la SER y RNE, entre otros medios, han realizado a la presidenta de AMAMA, Ángela Claverol. La sociedad andaluza no se puede quedar de brazos cruzados. Creo que una inmensa mayoría exigimos una sanidad pública de calidad y de equidad, que esté priorizada en los presupuestos y en la gestión, que jamás vaya trampeando a base de tretas para atender a las personas usuarias con recursos insuficientes mediante el truco cruel de estirar y estirar los plazos, de modo que si medio se da abasto no es porque haya plantilla, quirófanos… para ello, sino porque se pone a esperar meses y meses a quienes necesitan atención incluso urgente. Y quien esté hecho trizas o sospecha que va a llegar muy tarde a tratar algo muy grave, y se lo pueda pagar, que se vaya a la sanidad privada. Así no. Eso no es. Pero sucede a diario.
El daño que la administración sanitaria andaluza ha causado en el programa de cribado va a tener consecuencias. Personalmente diré: las mamografías en el SAS las prescriben cada dos años cuando no hay lesiones o sospechas. Hasta ahí bien. También, por fin, ha rebajado la edad, pues se da cáncer en mujeres de menos de 50 años. El año que no me toca en el Castilla del Pino voy a un centro radiológico privado. Tengo antecedentes familiares y no soy joven. Debo hacerme la revisión, creo, anualmente. La más reciente mamografía en el SAS me la hice a finales de enero de 2025 y el resultado me llegó en marzo, a través de un SMS y luego a casa, en una carta firmada por esta consejera tan poco empática y tan optimista al mismo tiempo.
Después del triste escándalo que ha estallado este octubre, que es el mes del Día Mundial del Cáncer de Mama y de la lluvia de lazos y globos rosas, la verdad es me quedo más tranquila cuando me entero en la misma consulta del resultado de la mamografía y después comprueban con una ecografía. Con la degradación del sistema y los retrasos, parece que el gobierno andaluz les dijera a las mujeres que, si quieren cuidarse lo mejor posible, que se paguen una atención en la sanidad privada de prevención del cáncer de mama y salud ginecológica. Y no. Eso no es, repito.
Ya está bien de manipulaciones con calderilla de desgravaciones fiscales. Quienes vivimos en Andalucía no necesitamos que nos rebajen en el IRPF (declaración que no hacen las rentas más bajas) dinerillo por el gimnasio o el cuidado de nuestras queridas mascotas (soy de gatos), sino que los pilares de lo público y del estado del bienestar estén sólidos y no nos dejen en la estacada y poniendo en riesgo nuestra salud y nuestras vidas.
Ahora que caigo: cribado, sí, generalizado.
Hay que mejorar la detección y extracción precoz de tantas cosas malas, gestiones ineptas e irresponsables que tienen estropeado lo importante, como la salud, y que a muchas nos tienen, insisto: ¡Hasta las mamas!
Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación
Sobre este blog
Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
0