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¡Vas a tener un hermanito! ¿No estás contento?

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Isabel Galindo

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La llegada de un nuevo integrante a la familia es un motivo de alegría para todos, pero no siempre en los mismos niveles: mientras que los padres tienen mucha ilusión por la llegada del nuevo niño o niña, para el hermano mayor en muchas ocasiones también es una gran ilusión recibir a un nuevo miembro para jugar y cuentan los días para el nacimiento, pero a veces pueden percibirlo, al igual que en la novela de Miguel Delibes “El príncipe destronado”, como un acontecimiento no tan positivo. Pasan de ser hijos únicos, donde toda la atención está destinada a ellos, a convertirse en los hermanos mayores, y lo que esto implica.

Los celos son una reacción natural, que tenemos desde que somos pequeños y nos acompañará durante toda la vida, presentándose en diferentes situaciones. En este caso, siempre que no exceda los límites, se puede considerar normal, el menor puede sentir que tiene que “compartir” a sus padres, esos con los que tiene un buen apego y a los que quiere tanto, con alguien a quien ni siquiera conoce. Cuando ocurre esto, pero es una situación controlada, solamente es necesario prestar especial atención al cuidado del recién estrenado hermano mayor para que éste no se sienta mal o desplazado.

El hijo mayor puede adoptar una amplia variedad de posturas cuando no está contento con la llegada del nuevo miembro: desde empezar a comportarse mal para que sus padres le hagan más caso, obviar y no querer saber nada de su hermano, o ser excesivamente cariñoso con él.

También es posible que haga una regresión a etapas anteriores: si le habéis quitado el chupete y hace mucho que ya no lo necesita, puede volver a pedirlo, incluso puede volver a descontrolar la micción o los esfínteres.

Se puede sentir desplazado, sobretodo al principio, ya que es cierto que un bebé recién nacido requiere muchos cuidados, lo que supone que sus padres no puedan estar tan pendientes.

A medida que crece el más pequeño pueden surgir otro tipo de conflictos: le roba los juguetes, le imita, quiere irse con él a todos lados, etc. Es importante enseñar al niño a compartir, tanto con su hermano como con el resto de sus amigos, pero respetando también sus pertenencias.

Por ello es necesario que se produzca la adaptación de la forma más natural posible, dejando que él cuide del pequeño todo lo que quiera, que haga preguntas y solucionarle todo lo que le pueda preocupar. Las cuestiones sobre esto se pueden encontrar de todos los estilos y muy originales, ya que la imaginación de los niños no tiene límites: “¿y va a quedarse a vivir con nosotros para siempre?, ¿ por qué no se ha quedado en tu tripa si estaba muy contento dentro?, e incluso pueden surgirle otras como ¿ Y a mí me vais a seguir queriendo igual? o ¿ahora le vais a querer más a él?” Todas ellas es necesario que se respondan de la forma más contundente y tierna posible, y, como he dicho antes, permitiendo que el niño se quede tranquilo de que, con respecto a la relación con sus padres, nada ha cambiado, y poco a poco y desde el principio ir introduciendo al nuevo miembro en la familia.

Háblale de todas las cosas buenas y ventajas que puede haber al tener un hermano: cuando crezca, va a poder jugar mucho con él, le va a poder enseñar muchas cosas y ya no va a tener que ir solo al colegio, por ejemplo, son situaciones que le pueden animar a ver con mejores ojos al recién nacido.

Háblale también de las ventajas que tiene ser mayor: puedes dejarle un rato más viendo la tele, darle alguna comida “de mayor”, o jugar con él a algún juego, también, “de mayores”. Es importante que le dediques algún ratito del día exclusivamente a él, en especial al principio.

Y sobretodo, mucho cariño, comprensión y ternura, para él puede ser un cambio muy grande, y os necesita a vosotros, los padres y familiares, para aceptar a ese nuevo compañero de vida del que, seguramente, muy pronto se acabará volviendo inseparable y compartirá muchísimos buenos momentos.

¡Nos leemos en la próxima semana!

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