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Abuelos y nietos: un gran equipo

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Isabel Galindo

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Hoy me gustaría hablar del papel tan importante que tiene la relación nieto-abuelo dentro de una familia. Seguramente a todos los que hayáis tenido la suerte de poder disfrutar de vuestros abuelos, se os acaba de venir a la mente millones de momentos y aprendizajes que hayáis vivido con ellos.

Los abuelos se enfrentan a una etapa en la que su principal papel es el de cuidar educando, pero con la tranquilidad de que la mayor parte de la responsabilidad de educar no la tienen únicamente ellos, sino los padres de los niños. Esto, en la mayoría de los casos, les da pie a ser más flexibles y “consentidores” de lo que eran con sus propios hijos, y a los niños les encanta (a los padres en ocasiones, no tanto). ¡Quién no, gracias a sus abuelos, se ha comido un helado que no le correspondía porque era antes de cenar, se ha quedado un rato más viendo la tele mientras sus padres estaban en el cine o le han hecho sentir el “nieto más guapo y listo del mundo” delante de sus amigos!

En varios estudios psicológicos que se han llevado a cabo sobre qué es lo que más destaca un abuelo con respecto a la relación con su nieto, es la parte emocional, la transmisión de cariño y afecto, frente a la instructiva, donde se enseñan normas y formas de actuar. Curiosamente, según esos estudios, esto sucede más en los abuelos que en las abuelas, y son ellas las que se dedican más al cuidado y a la disciplina.

En la sociedad actual, muchos padres y madres trabajan fuera de casa, por lo que los niños quedan al cuidado de los abuelos. Aunque las personas mayores de hoy en día cada vez tienen más trabajo y otras responsabilidades fuera del hogar y esto impide que se queden al cuidado de los nietos, es muy frecuente verlos a la salida del colegio o las guarderías, esperando a que salga su nieto, y no hay más que ver las reacciones que tienen al verlos para darse cuenta de que esa relación es especial.

El hecho de que un familiar se haga cargo de los niños cuando los padres están ausentes (o cuando están presentes, y los niños acuden a visitarles) es bueno para ambos: por un lado, el menor aprende mucho de la experiencia del abuelo y es tratado con muchísimo cariño, como el que le darían sus padres. Por otro lado, para el abuelo poder disfrutar de sus nietos es también una experiencia muy positiva ( aunque a veces también cansada). Los mayores aprenden de la forma de vida de los más jóvenes, nuevos comportamientos y disfrutan con la espontaneidad de los pequeños.

Cuando un abuelo cuenta historias sobre la familia, el niño, por un lado, se entretiene mucho, ya que son situaciones con las que él se siente identificado. Además, le da un sentido de pertenencia y le muestra unos valores familiares que ayudarán a un desarrollo psicológico adecuado.

En la mayoría de los casos, ellos son una fuente de consejos, dispuestos a escuchar pacientemente cualquier historia que preocupe al niño, con quien suelen tener mucha confianza y por ello son capaces de asesorarles de la mejor manera posible según sus experiencias.

En las familias en las que hay una ausencia de algún padre, ya sea por fallecimiento, padres solteros o por un divorcio donde uno de ellos no se hace cargo del niño, el abuelo puede desarrollar un papel muy importante educando y ayudando emocionalmente, aportando mucho afecto.

También en muchas ocasiones ejercen de mediadores entre padres e hijos cuando hay algún conflicto, ayudando a ambas partes a llegar a un término medio, sobre todo en los adolescentes.

Por supuesto, los abuelos también darán una buena imagen sobre la vejez, por lo que los niños aprenderán desde pequeños a respetar, valorar y tratar bien a las personas mayores. Con su ejemplo, enseñan cómo piensan y actúan las personas de su edad, haciendo más cercana la relación de los niños con los más mayores.

Como dije al principio, quienes hemos podido disfrutar de nuestros abuelos tenemos la gran suerte, por lo menos en mi caso, de tener cerca una fuente inagotable de cariño. Por ello es tan importante que la relación sea lo más cercana posible, ya que tanto nieto como abuelo disfrutarán y aprenderán el uno del otro muchas cosas.

Hoy, si me permitís, se lo dedico al mío, quien se fue la semana pasada. Qué sabia la frase: “¡LOS ABUELOS DEBERÍAN SER ETERNOS!”.

¡Nos leemos la próxima semana!

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