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Claro que Podemos, pero...

Rafa Japón

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No me importa reconocer que estoy ilusionado y, sobre todo, esperanzado con la aparición del núcleo dominante de la corriente popular que ha terminado llamándose Podemos. Creo ver en Pablo Iglesias esa savia nueva que tanto hace falta nuestra estructura política y que, por qué no, debe suponer un aporte vitamínico a nuestra débil democracia.

Celebro todo lo que tiene que ver con la persecución y criminalización de la corrupción y el fraude fiscal. Me parece genial que haya un aumento exponencial en los inspectores de Hacienda, o que todas las empresas que vendan en nuestro país se vean obligadas a tributar en él, por ejemplo. Ya se buscarán formas para hacerlo. Me encanta que se revisen los procesos de privatización de empresas que eran públicas como Telefónica o Endesa, y que Aznar sirvió en bandeja a empresarios cercanos a él o a su clase. Algo parecido se está haciendo ahora mismo con Aena.

Pero, por otro lado, hay varios errores crasos en sus propuestas. Uno de ellos tiene que ver con la devolución de la deuda. El señor Iglesias, a pesar de haber moderado su postura en los últimos días, sigue jugando con fuego en este tema. Lo último a lo que le escuchado es que se realizará una “auditoría” para investigar si hubo fraudes y tratos de favor que provocaron compra de deuda española. No me parece mal. Pero, el señor Iglesias debe saber que el modelo actual es inviable, al menos a corto y medio plazo, sin acudir a los ingresos que proporciona la deuda. En otras palabras, si dejan de comprarnos deuda estamos muy jodidos. Hay que ser cuidadosos con este tema y que nadie se sienta engañado. Podemos no puede caer en el error de culpar a la “herencia recibida”, pues esta es sobradamente conocida.

Aún más importante y más dañino sería dar un dinero a la gente por el simple hecho de existir, lo que el propio Iglesias ha llamado “renta básica universal”. No solo porque las cantidades de las que habla Iglesias son utópicas, sino porque seguiríamos fomentando uno de los principales motivos por los que estamos en una situación casi catastrófica: vivir de la sopa boba. El Estado tiene la obligación de mitigar la desigualdad por motivos de nacimiento. Por ejemplo, estaría obligado a poner todo su empeño es que un chico nacido en “Los Vikingos” tuviera las mismas oportunidades de formación y competición que uno que naciera en el Brillante; o una chica con una discapacidad debería ser “empujada” para poder competir por su futuro y el de su prole. Pero poco más. De ahí a pagar porque sí unos cientos de euros a todo el mundo media un abismo. No entiendo por qué alguien que pone toda la carne en el asador para ganarse un futuro sin depender de nadie más que de su trabajo y su talento, tiene que estar en desventaja ante alguien que ha descuidado su formación y su futuro. No es justo. Los mejores, por lo general, deben vivir mejor. Al igual que un león o cualquier otro ser vivo. Selección natural lo llaman.

Ante la sopa boba, educación. Hay que educar a los ciudadanos y no solo me refiero a enseñarles Física y Química. Gente como Francisco Nicolás deberían ser tratados como parias y no como héroes. Todos los corruptos que han desfalcado deberían ser juzgados como antipatriotas o incluso desertores. Habría que reconstruir parte de nuestra podrida idiosincrasia antes de confiar en que solo reciben esa renta básica universal los que lo necesitan. Y esto no se hace en un par de años.

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