Sepsiempre
Y aquí ando yo preguntándome en qué andan ustedes. Algunos, supongo, comprando libros y cuadernos, uniformes o mochilas. Los unos revisando las fotos del Algarve en el móvil, los otros recomponiéndose el cuerpo tras volver del paraíso fuengiroleño. Y yo me pregunto: en qué anda esta ciudad, a 4 de septiembre, en una semana de libro, que comienza en lunes día 1 y que va sumando días: martes 2, miércoles 3, jueves 4 etcétera, atemorizándonos con la amenaza de una enumeración infinita. ¿Se imaginan que la vida fuera siempre en un mismo mes, que ese mes fuera septiembre y que no acabara jamás? Hasta percatarnos un día de que es viernes y de que hemos perdido la cuenta y ya nadie sabe - ni siquiera los periódicos- qué día es; quizá el 10.452 o el 10.453 de ese mes eterno, EL MES, que sería algo así como un sepsiempre.
Regresar a Córdoba cuando aún no ha terminado agosto tiene esos riesgos, que uno ha vuelto ya y espera que la ciudad también lo haya hecho. Pero no, es 4 de sepsiempre y uno comprueba como todo sigue igual, tal y como lo dejamos, tal y como seguirá.
Al principio duele un poco. Luego uno se acostumbra y se conforma con ese privilegio de contar el sísifo movimiento rutinario de una urbe puntualmente enervada (siempre parcialmente) por el descaro de la operación antireptil, por los candados en los edificios con siglas o por las cacas de los perros, asunto de estado, estado en minúsculas y negrita en las crónicas. Si esperamos a que acabe sepsiempre acabarán con nosotros así que cuanto antes salgamos de aquí mejor.
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