Javier Jiménez (Córdoba 1976) es un empresario cordobés con más de 25 años de experiencia en los que ha iniciado proyectos de todo tipo en diferentes sectores. Futurista empedernido y adicto a la búsqueda y desarrollo de oportunidades y alianzas estratégicas tanto en el ámbito nacional como internacional. Un líder creativo y optimista con excelentes habilidades para el desarrollo de productos innovadores y mercados basados en tecnología. Actualmente dirige la empresa Grayhats en la que hace consultoría estratégica y de ciberseguridad.
El asesinato del hombre máquina
La sombra de la primera revolución industrial es alargada. Esta se inició en algún momento allá por mitad de siglo XVIII, alumbró el mayor conjunto de transformaciones sociales que hacia visto el ser humano desde el neolítico y multiplicó de manera exponencial la renta per cápita de las sociedades que la practicaron.
Fundamentalmente con ella el ser humano resolvió el problema de la escasez de cosas mediante la producción de estas en masa. Lo bueno era que una buena parte del trabajo lo hacían máquinas que consumían bastante menos energía y recursos para producir que los propios humanos. El problema era que no todo el proceso lo podían realizar las máquinas sino que necesitaban personas para llegar donde no llegaba la máquina. Por este motivo las fábricas se llenaron de personas ayudando a máquinas ( no al revés ) a hacer el trabajo y producir cosas cuanto más rápido y más barato mejor.
Ahí nace el concepto del hombre ( ya que por aquella época la mujer todavía no estaba incorporada al mercado laboral) como extensión de una máquina. El hombre-máquina.
Trabajar operando una máquina en una fábrica era una opción bastante aceptable, casi la única, de cualquier joven de clase media baja que quisiera prosperar. La relación entre el capital y estas nuevas máquinas humanas (proletariado en palabras de la época) no le gustó a algunos filósofos como Karl Marx pero eso es otra historia.
Dado que parecía que el ser humano había encontrado la panacea de su felicidad, las escuelas se vuelcan en formar hombres-máquina que pudiesen ser encajados fácilmente en fábricas y procesos productivos industrializados. Dado que la mayoría van a acabar operando y asistiendo a máquinas ayudémosles más a ser como ellas. Recordar cosas, ciertas aptitudes científico técnicas por si alguna se rompe, unas pinceladas de cultura general y sobre todo, aprender a cumplir órdenes respetando una cadena de mando sin hacer preguntas, se convierte en el eje central de los planes educativos que producirían al perfecto exponente del proletariado. El hombre-máquina.
Pero con el tiempo, en esta relación hombre con máquina, pasó lo esperado, la máquina mejoró en ser máquina y cada vez más empezaba a parecerse a un humano ( hola Alexa.. ), y el humano empeoró convirtiéndose más y más en una máquina tonta del siglo XIX solo capaz de memorizar cosas, realizar tareas sencillas y repetitivas y cumplir órdenes.
En la actualidad, el hecho de que las máquinas ya prácticamente no necesiten humanos que les ayuden a realizar sus tareas parece que está dando al traste con todo nuestro orden político y social. Se ha fastidiado el sistema que ideamos tres siglos atrás. Hemos sido desplazados de para lo que nos han preparado toda la vida. ¿Vigilar una puerta? Déjalo eso ya lo hará una máquina, ¿Tomar la comanda y servir hamburguesas y cobrar desde un mostrador? Igual. ¿Conducir un vehículo desde un punto A a otro B?, todavía no pero en breve sí. Se prevén despidos masivos y tasas de paro astronómicas.
¿Cómo vamos a solucionarlo? Me temo que algún humano con algo más de cerebro que una máquina tendrá que aportar una solución creativa. Porque todo va a cambiar y mucho.
En realidad el hombre-máquina está siendo reemplazado por la máquina-hombre y, que queréis que os diga, hasta cierto punto lo veo justo porque estábamos jugando una liga que no era la nuestra. La liga de las máquinas.
Pero en mi opinión, este asesinato del maestro a manos del discípulo no invita a un final sino una transformación.
¿Y si los humanos tratáramos de ser mejores humanos? Somos máquinas tremendamente más avanzadas que las que producimos con silicio, plástico y aluminio. En realidad, por cualificación y capacidades jugamos en división de honor y nuestras máquinas en tercera regional. ¿Si Messi jugase en tercera qué pasaría? Pues lo que nos pasa a nosotros.
¿Seremos capaces los humanos de ganar a las maquinas en ser humanos?
Ahora se habla de que la neurociencia está revolucionando la enseñanza. Esta ciencia es la que estudia cómo aprende el cerebro humano. Eureka! Vamos a dejar de aprender como maquinas. Esto sí que es un avance. En el carril aledaño se encuentran las redes neuronales de aprendizaje profundo que es la ciencia que estudia cómo aprenden las computadoras. Curiosamente la segunda está súper en boga mientras que de la primera pocos hablan. No digo que las dos estén compitiendo, y ni siquiera juegan el mismo deporte, por lo que deberían diferenciarse al menos en cuanto a forma, pero sobre todo, en cuanto a fondo de lo que se aprende.
Imaginad ahora, que está tan de moda el uso de computadoras y aplicaciones con Inteligencia Artificial, que un dirigente de un país se da cuenta que en realidad tiene millones de superordenadores a su disposición, a los que puede sacar partido. Su fuerte es la inferencia de información y la creatividad. ¿Les sacaríais partido o los meteríais a girar tuercas en fábricas? ¿Los trataríais como seres humanos o los obligaríais a estudiarse el código civil con la promesa de un trabajo de por vida? ¿Censuraríais su libre albedrío con vigilancia, pobreza, dogmas y regulaciones?
Demos un paso a delante hacia la incipiente era de los humanos. Apostemos por la imaginación, el libre albedrío, el pensamiento crítico, la cultura, la creatividad, el arte, la empatía, la compasión, la emoción, la sorpresa.. Aquellas cosas que nos posicionan como lo que somos:
Humanos.
Sobre este blog
Javier Jiménez (Córdoba 1976) es un empresario cordobés con más de 25 años de experiencia en los que ha iniciado proyectos de todo tipo en diferentes sectores. Futurista empedernido y adicto a la búsqueda y desarrollo de oportunidades y alianzas estratégicas tanto en el ámbito nacional como internacional. Un líder creativo y optimista con excelentes habilidades para el desarrollo de productos innovadores y mercados basados en tecnología. Actualmente dirige la empresa Grayhats en la que hace consultoría estratégica y de ciberseguridad.
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