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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

'Urbanitas' arreglando el mundo rural: hazte fan

Tractorada de agricultores en Lucena

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Creo que no hay una verdad más absoluta de que para que existan las ciudades es fundamental el mundo rural. Sin agricultores o ganaderos, en España o en el mundo, las ciudades se morirían de hambre. Es algo así como que sin trabajadores cualquier empresario lo tendría imposible para prosperar.

Hubo un tiempo en el que los trabajadores fueron conscientes de esa fuerza, de que si paraban, si iban a la huelga, y decidían no trabajar, la economía sencillamente no funcionaba. Ahora está comenzando a pasar con el campo. Si de repente los productores abandonan sus tierras porque no les sale rentable cultivarlas, sin los ganaderos abandonan la actividad, las ciudades se morirán de hambre. Aunque claro, está pasando algo peor: por cada 1.000 agricultores que lo dejan llega un fondo de inversión, por cada 1.000 ganaderos que se van, llega una multinacional que transforma una actividad sostenible en una macrogranja porcina ultracontaminante. Y los que viven en las ciudades no se van a morir de hambre, porque seguirán llegando alimentos (peores, ultraprocesados, menos sostenibles y a buen seguro de peor sabor, incluso) pero los pagarán mucho más caros.

Mientras, asistimos a una absoluta incomprensión del mundo rural desde las ciudades. Cualquier movimiento rural es tachado casi de inmediato de conservador. Cualquier iniciativa para aprovechar las ventajas de un sistema político del siglo XIX (las circunscripciones provinciales) es calificado de tradicionalista o hasta fascista. Cualquier cosa desconocida, en definitiva, es declarada enemiga. Y ya está.

Vivir del campo se ha convertido en un auténtico acto de fe. Ser ganadero es, a buen seguro, una de las profesiones más duras del mundo. Los animales tienen que comer todos los días, por lo que si el ganadero trabaja solo para sí mismo no va a descansar nunca. No existirán fines de semana, festivos o vacaciones. Jamás. Ganarse la vida como agricultor es cada vez más difícil: el cambio climático está cambiando todos los ciclos, los precios de producción son cada vez más caros y los mediadores pagan cada vez menos.

Además, el campo está sufriendo una transformación espectacular. Si tú, querido urbanita, fuiste hace 15 años a una casa rural a pasar un fin de semana y hablaste con un paisano, es probable que incluso la sesgada visión que te dio entonces de cómo era su vida haya cambiado totalmente.

El campo ha pasado a ser una zona de batalla de los fondos de inversión, que son los que están comenzando a acaparar la propiedad de la mayor parte de las tierras. La tecnificación del sistema de trabajo lo está cambiando todo tan rápido que cada vez es menos necesaria mucha mano de obra, pero la que hace falta (sí, ingenieros e informáticos) no se encuentra. Y los pequeños propietarios a los que por falta de formación o de dinero no se están adaptando rápidamente a este cambio tan brutal simplemente están quedándose atrás, fuera del mercado o directamente muriendo.

Por suerte, el mundo rural no es homogéneo, como se ve desde las ciudades, sino que sigue siendo increíblemente heterogéneo. No todos son grandes propietarios, afortunadamente, ni hay una enorme masa de jornaleros desarrapados viviendo del PER, afortunadamente también. Hay salarios dignos y miseria, hay trabajadores muy especializados y bien pagados, y auténticas situaciones de explotación laboral, hay productores chapados a la antigua, incapaces de innovar o invertir, y milagritos en forma de nuevas generaciones muy bien preparados, con las ideas muy claras y revolucionando el sector.

Me temo que los problemas que actualmente amenazan al mundo rural no se van a resolver a corto plazo. Y creo que la grave crisis económica que ha disparado los costes de producción va a provocar un estallido social incluso peor que el de 2020. Por eso, mientras antes comprendamos los matices que rodean a un sector clave, el que lleva la comida a casa, mejor nos irá a todos.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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