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Rey Heredia: el asedio

Alfonso Alba

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Hasta hace no mucho, decíamos aquí que a la izquierda de esta ciudad ni estaba ni se la esperaba. Pero al parecer, no era así. Estaban en las catacumbas conspirando y tejiendo un golpe perfecto contra el actual gobierno municipal: la ocupación del antiguo grupo escolar de Rey Heredia, a espaldas de la Torre de la Calahorra. Tan en las catacumbas estaban que el día en que se decidió la ocupación de Rey Heredia había una manifestación en la que no participó ninguno de los dos grupos que representan a la izquierda en el salón de plenos del Ayuntamiento: Izquierda Unida o el PSOE. Es cierto que algunos militantes de IU, adscritos al Frente Cívico de Julio Anguita, andaban por allí. Pero no es menos cierto que IU ha sido totalmente ajena a la ocupación de Rey Heredia.

Ahora, Rey Heredia se ha convertido en lo que ciertos sectores muy conservadores de la ciudad no quieren que se convierta: en un ejemplo. De la noche a la mañana, y en 24 horas, un grupo de personas de la más sorprendente adscripción ideológica le dio un lavado de cara al antiguo colegio que más quisieran para sí algunos centros escolares de la ciudad. En muy poco tiempo, también, se pusieron manos a la obra para la creación de un comedor social, centros de ayuda a los parados del barrio, una especie de colegio gratuito para clases particulares...

En horas, despertó la solidaridad de gran parte del vecindario, que se pasó por allí para ver qué era aquello y ver si podía echar una mano. Con la Ley en la mano, la ocupación de Rey Heredia es ilegal. Nadie puede entrar a un edificio municipal y quedarse allí a dormir sin permiso. Con la lógica en la mano, la ocupación de Rey Heredia es un acto de justicia y, sobre todo, una llamada de atención. Es justo porque el edificio es del barrio y lleva siendo reclamado por los vecinos durante dos años, ahí están las actas de las reuniones de las juntas municipales de Distrito. Y es una llamada de atención porque pone el dedo en la llaga de la gestión municipal: el abandono de cada vez más edificios municipales, bien por falta de dinero o de ideas.

Quizás porque Rey Heredia se puede convertir en un ejemplo, en una alternativa o, sobre todo, en el argumento que la izquierda de esta ciudad necesita para despertar hay que acabar con la ocupación tanto física como moralmente. Ciertos sectores de la derecha, desde luego los más rancios y montaraces, ya han identificado a la acampada como el enemigo, el antagonista. Por eso, ha comenzado su asedio. Le han cortado primero el agua y después le van a cortar la luz. La pagaba el Ayuntamiento. Sin embargo, y en un gesto que se agradece, el alcalde les ha pedido una reunión, después de que uno de sus concejales animara a los ocupas a marcharse al C4 en lo que fue más una provocación que un acto de conciliación, el mismo que envió un escrito con un plazo de 24 horas para que los activistas se marcharan “pacíficamente”.

Como en la Edad Media, este asedio puede durar mucho tiempo. Sin luz y sin agua, es fácil pensar que la acampada tiene los días contados. Se acerca el invierno y el frío puede causar estragos, desde luego. Pero también puede ser duro para los asediadores: si pese a todo, la acampada se alarga y se consolida como un referente de algo que agita las conciencias la amenaza, ahora sí, se la tomarán muy en serio.

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