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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Pliego (de Córdoba)

Vista del estadio El Arcángel

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En Italia tienen una máxima: se puede cambiar de pareja, de sexo, de religión, de partido político y hasta de ciudad. Pero nunca jamás se puede cambiar de equipo de fútbol.

Eso explica muchas cosas. El fútbol, lo dice la Unión Europea, es un negocio lucrativo. Uno de los más importantes de España, de hecho. Pero se basa en algo tan intangible como un sentimiento. Y por tanto tiene cierto punto de irracional. Y de contradictorio. Y de inexplicable.

Ese sentimiento convierte a gente racional y coherente en defensores de gestiones que de cualquier otra manera criticarían. Sí, conozco a madridistas de izquierdas encantados con los tejemanejes de Florentino Pérez. Y a culés muy de derechas a los que nos les importan mucho las banderas independentistas en el Camp Nou.

Por eso hay cuestiones muy complejas de explicar en un mundo más irracional que otra cosa, pero vamos a intentarlo.

Esta semana, el Ayuntamiento ha aprobado el primer pliego de la historia para la cesión del estadio El Arcángel. Aunque no exactamente. En el antiguo Arcángel sí que hubo convenio. Vamos a hacer un poco de historia.

El antiguo Arcángel fue construido en los años cuarenta del siglo XX por un empresario cordobés, José de la Lastra y Hoces, que era el presidente del Deportivo Córdoba. El club descendió a Tercera y, como ahora, la pérdida de categoría disparó la deuda. Ni el club ni el empresario pudieron hacer frente a los gastos de un estadio que se abandonó. El recién creado Córdoba Club de Fútbol comenzó a jugar en San Eulogio (que también era un recinto privado) pero en 1954 el alcalde Antonio Cruz Conde municipalizó El Arcángel, lo arregló y lo convirtió en un campo de Primera División. A principios de los ochenta, el Ayuntamiento firmó un convenio con el equipo: podría usar el estadio municipal El Arcángel a cambio del pago de una simbólica peseta al año.

A principios de los años noventa se construyó el nuevo estadio en El Arenal. Los terrenos del antiguo se permutaron para levantar un centro comercial (algo muy español, por cierto). Y con el dinero de la permuta se pagó el primer estadio de El Arenal. Ya entonces se intentó, sin éxito, formalizar la situación con el Córdoba Club de Fútbol. Se firmaron varios protocolos, declaraciones de intenciones, pero el club comenzó a usar en precario el estadio. Mal, para el club y para la ciudad. Ni el Ayuntamiento percibía compensación alguna ni el club podía incorporar en su activo la cesión del estadio o, incluso, desgravarse los gastos en los que incurría.

Después llegó la reforma de lo nuevo. Apenas diez años después de su inauguración comenzó la reconstrucción del Arcángel. A coste cero, como prometía Pepe Mellado, concejal de Urbanismo. Y la idea no era mala: el estadio no le iba a costar ni un duro a los cordobeses, ya que se iba a pagar solo. Para eso, la Preferencia se iba a llenar de oficinas, en Tribuna habría un hotel, tendría aparcamientos y el Arcángel sería el puntal de lanza de la futura Ciudad del Ocio. Spóliler: no funcionó.

Hay un mal endémico en esta ciudad: cuando una Corporación sustituye a la anterior decide hacer borrón y cuenta nueva. Apenas se aprovecha el trabajo de los cuatro años anteriores, los proyectos se guardan en el cajón de nunca más mirar y se empieza todo de nuevo. La marcha de Mellado dejó huérfano el proyecto del estadio. Se comenzó a construir la Preferencia y luego llegó el Fondo Norte, pero el Ayuntamiento no activó el proceso para poder comercializar el estadio: ni se creó una empresa pública (en la que podría haber participado el Córdoba CF SAD, por cierto) y la que existía (Procórdoba) acabó siendo disuelta en 2012. Además, estalló la crisis inmobiliaria y lo que iba a ser un parque empresarial se quedó en un campo de fútbol. Ni más ni menos.

En 2011 acabó la construcción del Fondo Sur, con fondos del famoso plan FEIL de Zapatero. Y a la vez que se firmaba la enésima declaración de intenciones para la cesión del estadio el Córdoba entró en concurso de acreedores y acabó en manos de Carlos González. El club entró entonces en una espiral salvaje, de absoluto descontrol económico con tremendas sonadas de flauta como un inesperado ascenso a Primera División, y estuvo muy cerca de desaparecer hasta que llegó un fondo de inversión alimentado con el dinero de un príncipe de Bahrein.

Ahora, en 2022, el Córdoba Club de Fútbol es el único equipo importante de España que juega en un estadio municipal en el que nunca ha llegado a firmar un convenio de cesión. La situación de precariedad es absoluta y tanto el club como el Ayuntamiento han tenido una suerte inmensa: nunca ha pasado nada grave dentro del estadio como para que a un juez le diera por investigar responsabilidades. Y al Arcángel entran miles de personas cada dos fines de semana. Conozco a un político de esta ciudad que se pasaba temblando cada partido en el estadio, rezando por que no ocurriese nada.

El pliego que el Ayuntamiento acaba de aprobar, más de 200 folios de informes que yo al menos me he leído, creo que tiene poco margen. En otras ciudades existen otras soluciones más imaginativas, pero El Arcángel vale 38 millones de euros (eso dicen los informes) y es la ley la que fija un canon concreto, que se puede compensar si se hacen mejoras (la Tribuna). El Ayuntamiento puede tratar de compensar ese margen proponiendo obtener un porcentaje de la taquilla o de los ingresos publicitarios (eso obligaría a auditar siempre las cuentas del club desde lo público). Pero dudo que pueda rebajar el canon. De hecho, el informe de Intervención señala que se ha usado el 2% sobre el valor total, cuando debería haberse usado el 5%.

Pero es que a quien más le interesa que se firme el convenio es al club. Ahora mismo, el Córdoba no tiene patrimonio. El himno, los colores y los jugadores. Ya está. Con el convenio, tendrá el estadio por 40 años. Es decir, de repente incorporará a sus cuentas un patrimonio de 38 millones de euros. Y eso, en este fútbol modesto, es muchísimo dinero.

Y hay más. Ahora mismo, las facturas de la luz del Arcángel están a nombre del Ayuntamiento, que las paga. Luego el Córdoba hace el correspondiente abono. Pero no puede justificar ni desgravarse ese gasto. Y con el agua, tres cuartos de lo mismo.

En definitiva, dudo mucho que el pliego (de Córdoba) sea un agravio para el club. Y no creo que el Ayuntamiento pueda hacer mucho más. Pero lo que sí que tengo claro es que este es un asunto en el que hay que tener la cabeza muy fría y guardar la bufanda aunque solo sea durante unos minutos. Por el bien común.

Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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