Mundo viejuno
El viernes, durante el concierto de Ariel Rot y Loquillo en el Teatro de la Axerquía, una periodista me sugirió: “si tuviera que escribir esta crítica la titularía 'Mundo viejuno”. No era para menos. Sobre el escenario, dos dinosaurios de más de 50 años hacían las delicias de la muchachada (con una media de edad bastante alta, la verdad). El propio Loquillo hizo una interpretación que se parecía más a una imitación (de las finas, ojo) de Joaquín Reyes que otra cosa. Lo dicho: Mundo viejuno.
Al Festival de la Guitarra de Córdoba como a tantas otras cosas de este país y de esta ciudad le hace falta como el comer un relevo generacional. Es una mera cuestión de supervivencia. Poco a poco, los dinosaurios se irán extinguiendo y detrás de ellos el público que año a año acude a verlos por algo que es natural como la vida misma: pasan los años, la gente envejece y cuando llega a una edad pues se muere.
Al Festival de la Guitarra, como a tantas otras cosas, le hace falta que poco a poco la gente joven (ojo, que ya llamamos joven a todo lo que tenga menos de 40 años) se vaya identificando con una cita veraniega en la que ven reflejados a sus padres y a la que le dan la espalda.
No seré yo el que diga que ya hay que extinguir a los dinosaurios, ojo. Gente como Metheny o Satriani tienen que seguir viniendo a Córdoba para demostrar lo que es el virtuosismo con una guitarra, pero a la vez deben ir dando paso a grupos jóvenes, quizás menos conocidos, pero sí más frescos y atrevidos.
Como en la vida misma. A esta ciudad le va haciendo falta que el mundo viejuno vaya dando poco a poco pasos atrás y dejando paso a las nuevas generaciones. Sin miedo. Renovarse o morir, ya saben.
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