Los monstruitos crecen y te comen
Italia, España y en cierta manera Córdoba están a la vanguardia de los movimientos políticos. Extraños empresarios que triunfan de una manera muy extravagante, haciendo mucho ruido y que acaban teniendo éxito en política. Berlusconi llegó a ser primer ministro de Italia. Jesús Gil alcalde de Marbella y Rafael Gómez no se quedó muy lejos de triunfar en Córdoba.
Ya a finales de la primera década del 2000 había un político en Córdoba que explicaba que este tipo de monstruitos (empresarios extravagantes) son muy graciosos al principio. Pero que luego crecen y te acaban devorando.
Berlusconi dinamitó a la histórica Democracia Cristiana en Italia, de la que hoy no queda ni un pedazo. Jesús Gil alteró la política en la Costa del Sol a unos niveles que aún hoy cuesta recuperar. El propio Rafael Gómez enrareció un mandato en el que el PP tenía mayoría absoluta. Y Donald Trump ha dinamitado al Partido Republicano, que probablemente acabe partido por la mitad en un futuro no muy lejano y que tenga muy difícil volver a gobernar en el país más rico del mundo.
Esos monstruitos hacen gracia, al principio. Antes daban audiencia, ahora clicks. Y entre todos los alimentamos, los engordamos hasta que nos aplastan.
Al Berlusconi de los noventa le reímos las gracias, los chistes malos, sus canciones y hasta admiramos al equipo de fútbol que construyó. A Jesús Gil le dieron un programa en un jacuzzi. Y a Rafael Gómez se le aupó en Córdoba y Andalucía, donde se le dejó hacer y subir al sol hasta que, como Ícaro, se le derritieron las alas y se estrelló en el suelo.
A Donald Trump lo han llevado a todos los programas de prime time hasta que blanqueado y bien se convirtió en presidente y se desató el caos. Pero, ¿y las audiencias que nos ha dado?
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