Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Malas compañías
Las protestas del campo son mucho más transversales de lo que parece. Ideológicamente hay de todo entre los que se manifiestan. Aunque la tendencia, por muchas razones, es que el espectro esté más escorado a la derecha que a la izquierda, pero no solo. El agricultor, por sistema, suele ser conservador. O solía.
Estos días estoy leyendo análisis de todo tipo sobre qué ideología tienen o dejan de tener los que han sacado sus tractores a pasear. Y entre divertido, fascinado y alucinado sigo pensando que por desgracia hay una enorme brecha, cada vez más grande, entre el campo y la ciudad. Me encantó la comparación de Sergio del Molino en El País de lo de ahora y las guerras carlistas. Que no deja de ser un poco lo que ocurre.
En el siglo XIX, como ahora, eran los políticos de Madrid los que desde sus despachos ordenaban cómo tenía que ser la vida ahí fuera. El estado llegaba a los pueblos casi siempre de una forma impositiva, poco comprensiva y muy altiva (toma rima). Algo así ocurre con Europa. Insisto en que la nueva PAC está bien tirada, pero como el infierno está lleno de buenas intenciones probablemente muy mal explicada y ejecutada.
Si el campo quiere tener futuro ha de asumir que uno de sus principales enemigos es el cambio climático. Aparte del libre mercado y la importación de alimentos de fuera de Europa sin apenas controles sanitarios, el agricultor sabe mejor que nadie que el principal problema al que se enfrenta es a que el clima se ha vuelto impredecible.
Por eso sorprende, no sé si es fruto de la desesperación o de la ignorancia, las malas compañías en las tractoradas, esas personas que critican la agenda 2030, que aseguran que no llueve por no sé qué de las estelas de los aviones, que no hay sequía si no estafa, o toda la retahíla de chorradas que repiten los negacionistas del cambio climático, a los que yo pregunto: ¿habían florecido alguna vez los almendros en enero?
Insisto: el enemigo no puede ser el ecologista que lleva décadas avisando de que si te quedas sin insectos no habrá quien polinice tus cosechas y tu producción caerá enormemente. O aquel que te advierte que si sigues perforando para encontrar agua cada vez más profunda probablemente se te acabe agrietando la casa donde guardas los aperos. O que el abuso de determinados fertilizantes provoca que tu tierra sea cada vez menos fértil. O que si de repente no hay águilas, ni zorros, ni meloncillos, tendrás una plaga bíblica de conejos que te impedirá cultivar con normalidad.
No, el enemigo es aquel que te utiliza para lanzar un mensaje antieuropeísta, aquel al que en verdad le importas poco y que te usa con tal de sacar su propio rédito político en unas protestas que son legítimas. Y que no deben ir contra Europa por una razón que conoces bien: sin la PAC y su subvención, sea mejor, peor o regular, no existiría el mundo rural en España.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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