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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Leña del árbol caído

Ramas de árboles caídas por el fuerte viento

Alfonso Alba

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Hoy hace ya 22 días del paso de Bernard, la borrasca de alto impacto (o quizás tropical) que dejó una racha de viento de 128 kilómetros por hora en Córdoba, la más alta medida hasta ahora en el observatorio del Aeropuerto. Basta con darse una vuelta por parques y jardines, e incluso por algunas calles de la ciudad, especialmente las de la zona sur, para comprobar cómo aún 22 días después los rastros de Bernard siguen siendo visibles: restos de ramas se acumulan en cordones de bomberos para que la gente no pase, tocones arrancados con las raíces fuera y hasta alguna chapa que voló pero sigue en el suelo son una especie de memoria reciente de lo que ocurrió en la ciudad.

La llegada de Bernard fue excepcional pero no tanto. El vendaval duró poco y tuvo un impacto fuerte aunque relativo. Sufrimos un muerto incluso (al que tristemente no ponemos ni nombre) y una chica resultó herida en la calle Jesús y María cuando se le cayó la rama de un árbol encima. No pasó ninguna desgracia más por la hora en la que nos afectó Bernard. No quiero ni pensar en si en vez de un domingo por la noche la borrasca nos hubiese impactado un martes a la entrada o la salida de los colegios.

Bernard no fue demasiado excepcional, pero casi. Hace unos años ya sufrimos el impacto de Vince, que fue un huracán aunque nos llegó como tormenta tropical. Pero si hay algo cierto es que el cambio climático está sobrecalentando los océanos que a su vez se convierten en una fuerte de energía capital para alimentar unas borrascas que luego descargan en tierra con toda su fuerza. Es decir, que nos va a pasar más veces y a buen seguro con más intensidad en los próximos años.

Una ciudad como Córdoba no solo tiene que estar preparada para el calor, que no lo está, sino para otro tipo de fenómenos como el de Bernard. Necesitamos árboles para aliviar la temperatura extrema que sufrimos en verano, sí, pero también que sean los adecuados y que se mantengan. No soy ningún experto en botánica, pero poca sombra nos da una palmera que, hemos visto, se puede caer a plomo si no está muy sana en cuanto sopla más viento de la cuenta.

Una ciudad como Córdoba necesita un departamento de Parques y Jardines muy fuerte, pero no solo ornamental. Necesitamos expertos, de verdad, que nos digan cuáles son los árboles que mejor se adaptan a nuestras condiciones climáticas. Creo que solo hay que darse una vuelta por la sierra para ver cómo allí el vendaval no ha sido tan salvaje como en la ciudad y que los árboles caídos, que los hay, son quizás los no autóctonos, los introducidos por el hombre.

Pero también necesitamos que en poco tiempo la ciudad recupere la normalidad. Cuesta creerme que no tengamos los recursos suficientes como para acudir a los lugares precintados donde se acumulan restos de ramas caídas o podas preventivas para retirar todo ese material, triturarlo y convertirlo en compost.

¿O están esperando a que se lo lleven los vecinos con chimenea como leña gratuita?

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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