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Desconcertado

La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá | EP

Redacción Cordópolis

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La frase es del compañero José Luis Arranz: “En España no existe la educación concertada”. En este país hay dos tipos de enseñanza, la pública y la privada. Y la pública tiene un apéndice: se firman conciertos con colegios que dejan de ser privados para estar financiados con fondos públicos.

Me he leído la ley Celaá varias veces esta semana. No entendía muy bien qué estaba pasando con la enésima ley de educación en España que se aprueba con la mitad del Congreso. Eso, en sí, ya es un fracaso. Como viene siendo desde hace años por esa incapacidad para el consenso.

Leída la ley, entendía aún menos la polémica. Y mucho menos la denuncia de que es una norma que atenta contra la libertad. Con sus defectos, creo que el espíritu que se persigue (salvo en contratar a inspectores al margen de las oposiciones) es precisamente el de fomentar la libertad y la igualdad.

Leídos los titulares entendía aún menos lo de que “la concertada se echa a la calle”. Hasta donde sé las protestas se han centrado en los colegios católicos concertados. En Córdoba tenemos ejemplos de colegios e institutos concertados no católicos y, que yo sepa, no han protestado en absoluto.

Que la Religión deje de computar como asignatura es una evolución educativa en la que llevamos atascados décadas. Que se libre a los padres de pagar cuotas por casi todo en la concertada (que financiamos todos, que a nadie se le olvide) es de sentido común. Que se abra la posibilidad de que en un centro concertado se pueda matricular cualquier alumno, haya nacido donde haya nacido, tengan sus padres el dinero que tengan, fomenta la igualdad y creo que tiene cero peligro contra la libertad.

Insisto, la educación concertada no es privada. Existen maravillosos centros privados donde obtener una educación diferente (no digo que mejor, ni mucho menos), donde se puede enseñar mucha, poca o ninguna religión, donde se segrega a los alumnos por sexo (no lo hagan, por favor) y se les cobra a los padres hasta por sacarle punta a los lápices de los niños.

La educación concertada es hoy tan pública como, ejem, la pública. Y debe ser igual. Libre e igual.

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