“¡Currrtura, dígame!”
Hace unos cuantos años, no muchos, cuando se llamaba al teléfono de una institución pública cultural (de cuyo nombre no quiero acordarme) al otro lado de la línea te saludaban con un sonoro “¡Currrrtura, dígame!”. Esta respuesta coincidía en el tiempo con el esfuerzo que se estaba haciendo desde muchos sitios (con el desaparecido José Luis Villegas a la cabeza) por que Córdoba encontrara su futuro, su sector productivo, su nicho de mercado en el sector cultural.
La ciudad lo hizo, más o menos bien, durante mucho tiempo. No obstante, se fijó un todo o nada con la consecución de la Capitalidad Cultural en 2016, en un proyecto que por muchas razones (que no vienen ahora al caso) fracasó estrepitosamente. Entonces, la ciudad volvió a la atonía, al total para qué, y a pensar que todos los esfuerzos fueron vanos.
Ayer empezó Cosmopoética, un festival internacional (sí, IN-TER-NA-CIO-NAL) de poesía. Si medimos la cultura en términos económicos (ahora parece que todo tiene que tener un regreso económico inmediato), el nombre de Córdoba se leerá por medio mundo. Medios de todo el Planeta, a través de sus secciones culturales, miran a Córdoba. Y eso tiene un valor promocional muy grande.
Pero la huella cultural es lenta y no se puede medir en un regreso económico de un día para otro. El mejor ejemplo es, precisamente, Cosmopoética. El festival se había consolidado como una referencia incluso en las distintas capas sociales de la ciudad, que echaban de menos una mayor presencia en la calle del señor del paraguas. Ese señor ha vuelto ahora, con el paraguas al revés, pero ha vuelto.
No es el único ejemplo para una ciudad que se había acostumbrado a acoger grandes, medianos y pequeños eventos culturales que por cosas de la crisis, de la desidia, la atonía y el derrotismo habían empezado a quedar aparcados. Lo dijo Pablo García Casado ante el jurado del 2016: “Córdoba será cultura o no será”.
Pues eso, no dejemos que regrese el telefonista del “Currtura, dígame”.
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