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¿Ciudad Deportiva? ¿Qué Ciudad Deportiva?

Alfonso Alba

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En Córdoba, la ciudad donde los proyectos se eternizan, somos muy dados a acordarnos de Santa Rita solo cuando llueve. En las últimas semanas, está tronando y lloviendo torrencialmente sobre uno de esos asuntos urbanísticos enquistados desde hace más de una década y cuya solución no va a ser ni mucho menos ágil o pacífica: la Ciudad Deportiva del Córdoba Club de Fútbol.

Al parecer, alguien ha saboteado el césped de una ciudad deportiva que no existe y todo un equipo de Primera División se ha quedado sin sitio para entrenar. Quizás eso explica el bajón deportivo del equipo. O quizás no. El caso es que el Córdoba Club de Fútbol es hoy un club (Sociedad Anónima Deportiva, que nadie lo olvide) con cero patrimonio: no tiene estadio, no tiene ciudad deportiva. Solo tiene futbolistas y un puesto en Primera División.

El caso es que desde hace 15 años el Córdoba Club de Fútbol entrena en un sitio que no existe. Al parecer, Rafael Gómez (así se llama la Ciudad Deportiva que no existe en los planos) reunió una noche a su consejo de administración en su chalet de Sansueña (así lo recuerda en CórdobaDeporte David Jurado) y después a la prensa. Allí dijo, sin rubor alguno, que construiría la Ciudad Deportiva y que lo haría sin licencia, según los presentes. Y allí empezó a ir todo mal.

Es cierto que la Ciudad Deportiva (que no existe en los planos) se construyó. Se hizo en una zona no urbanizable y, además, inundable. Se hizo sobre escombros, con un drenaje lamentable que hacía que los entrenamientos fueran más una gymkana militar que otra cosa. Los materiales que se usaron no fueron los mejores, como prueba el estado lamentable de las instalaciones anexas, algunas ya casi en ruinas. Y encima, las instalaciones nunca fueron propiedad del club, sino del entonces máximo accionista que ahora las alquila o cede o vaya usted a saber qué al primer equipo.

Desde el año 2000 aproximadamente en esta ciudad se sabe que aquellas instalaciones jamás podrían ser legalizadas (el día en que el Guadalquivir diga aquí estoy yo apaga y vámonos) y de alguna u otra manera se ha intentado buscar alguna solución.

No obstante, en la primera década del milenio la prioridad de la ciudad con el Córdoba Club de Fútbol fue la reforma del 'Nuevo' Estadio del Arcángel, construido en el año 1992, también a la cordobesa, con materiales de calidades lamentables, sobre unos pilares escasos y encima con una pista de atletismo en medio que quizás se utilizó tres veces. El 'Nuevo Nuevo' Estadio del Arcángel se acabó de reformar en 2011. Antes, en 2010 se le cedió al Córdoba (recuerden el verbo 'ceder') oficinas en el Fondo Norte, donde el actual presidente dirige al club a su manera.

Una vez asumido que el Ayuntamiento no iba a poder reformar también la Tribuna, porque la reforma del Estadio ha sido la mayor inversión municipal de la década pasada, las 'ayudas' al club se centraron en la manera de hacer que el equipo tuviese su propia Ciudad Deportiva. Entonces, la Unión Europea había prohibido de forma taxativa cualquier ayuda pública a una empresa privada, como es el caso de un equipo de fútbol, por mucho interés social que hubiese en el asunto. Es decir, el Ayuntamiento ya no podía regalar ni construir nada para uso exclusivo del Córdoba Club de Fútbol, que no deja de ser una empresa privada con sus beneficios y sus pérdidas.

En 2010 se buscó una solución, un atajo legal: se le cedería el suelo a la Fundación del Córdoba Club de Fútbol para que fuese ésta la que construyese la Ciudad Deportiva. Entonces, se eligió un suelo en el polígono industrial de Las Quemadas. El suelo elegido era dotacional, es decir, ni había que innovar el PGOU ni había que poner a toda la Gerencia de Urbanismo a encajarlo. Pero hubo otro problema: el Córdoba Club de Fútbol no tenía dinero. De hecho, entró en concurso de acreedores y perdió los derechos (tenía que abonar un aval) sobre la parcela.

Una vez que Carlos González compra el equipo y lo saca del concurso de acreedores, retoma el proyecto de la Ciudad Deportiva. Por razones que él sabrá, desecha la propuesta de construirla en Las Quemadas. Dicen los que lo conocen que porque no le gustaba el sitio, rodeado de un polígono industrial. Entonces, se empieza a buscar otro emplazamiento. Se llega a hablar, incluso, de un suelo que ha comprado el club junto a la Autovía de Málaga (A-45). También se escuchan otras ofertas, junto a Ciudad Mercedes. En ambos casos, el proceso urbanístico era muy simple. Un campo de fútbol no deja de ser campo, y sus instalaciones anexas en una gran parcela son perfectamente compatibles con suelo rural.

Sin embargo, y esto lo tendrá que explicar algún día alguien, se decidió el camino más difícil. El club eligió una parcela junto al Hipercor que era de titularidad municipal y que además estaba en una zona verde. O sea, los trámites urbanísticos para que aquello sea legal, y no volver a hacerlo al estilo Rafael Gómez, se complicaba, lo que no quiere decir que fuese imposible. Es decir, hacerse se puede, pero no en pocas semanas como pretendía el club. Antes, es necesario que el Ayuntamiento desarrolle sus propios proyectos urbanísticos, como el del parque del Canal, y se formalicen cesiones que no son fáciles, pues tienen sus trámites legales, como el de sacar a exposición pública la cesión de un suelo que puede costar en el mercado más de siete millones de euros y que, recuerden, es de todos los cordobeses.

Por eso, son tan llamativas las prisas del Córdoba CF con el asunto. Córdoba, especialista en que los proyectos se eternicen, en este caso no es culpable de la situación. Si tan urgente era la construcción de la Ciudad Deportiva, estén seguros de que si el proyecto de Las Quemadas no hubiese sido descartado el primer equipo ya estaría allí entrenando y nosotros escribiendo de cosas más importantes para la ciudad.

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