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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

El artista negacionista

Una portada de un disco de Los Planetas

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La teoría de la conspiración siempre ha tenido sus fans. Admito su atractivo. Es más fácil pensar que todo forma parte de un plan preconcebido por gente malvada que tratar de entender la complejidad del mundo en el que vivimos. Y echarle la culpa siempre a alguien en concreto, a Soros, a Bill Gates, a los ovnis, es más fácil y simple que conocer las relaciones de poder. O considerar que los teléfonos móviles provocan el cáncer o que una vacuna incluye un chip prodigioso que te da cobertura 5G para que Microsoft controle tu mente es más fácil de entender que el ARN mensajero o el funcionamiento de una vacuna.

Hasta ahora, eran prácticamente inofensivos. Se ponían sus gorritos de papel de plata, se retroalimentaban en sus foros y si conocías a alguno te calentaba un poco la cabeza. Otros se constituían en plataformas e incluso dejaban a pueblos sin cobertura por eso de que las antenas poco menos que iban a diezmar a la población como si la frecuencia de los móviles tuviesen la misma radiación que la explosión de Chernobyl. Pero ya no.

Los negacionistas (que afortunadamente en España son bastantes menos, en proporción, que en otras partes del mundo) se están convirtiendo en un peligro público. Su rechazo a vacunarse es una de las causas por la que la presión sanitaria ahora mismo en los hospitales no sea cercana a cero. Sabemos, de toda la vida, que las vacunas no protegen al 100% de la población. Siempre habrá personas que se vacunen y que no generen anticuerpos. La mayoría están identificadas: personas con un sistema inmune débil (pacientes en quimioterapia, por ejemplo) o inexistente, o aquellas que tienen una escasa regeneración celular. Y algunas de las personas vacunadas, por tanto, se contagiarán, enfermarán y pueden morir. Serán la desgraciada excepción a la regla, pero serán una minoría. Afortunadamente. Pero el resto de los que hoy están en los hospitales y, algunos, por desgracia con un pie en la tumba son personas que se han negado a vacunarse.

Sé que no los voy a convencer. Y no lo pretendo. Es imposible razonar con un negacionista. No lo intenten, no pierdan su tiempo si de verdad lo aprecian. No merece la pena.

Por eso valoro tanto lo que acaba de hacer el Gobierno de Francia. Estás en todo tu derecho si decides no vacunarte. Pero nosotros también estamos en todo nuestro derecho de protegernos de ti. Si no te vacunas has decidido convertirte en un peligro para los demás (aunque tú no lo creas), así que no te vamos a dejar entrar en determinados sitios y, ni mucho menos, trabajar con nuestra salud.

Conozco ya a algún sanitario (siempre hay alguno) que ha decidido no vacunarse. Muy bien. Estoy en mi derecho de pedir que ese sanitario no me atienda. Ni a mí, ni a mi familia ni a mis amigos. De hecho, quiero que no atienda a nadie por el riesgo que supone. Y eso es precisamente lo que ha aprobado Macron: si eres sanitario y no te vacunas te quedas sin trabajo. Así que nada. En esta vida hay que ser consecuente, artista. Y si es eso en lo que crees, hasta el final. Y hasta luego.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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