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Apresúrese a ver el Portillo

Alfonso Alba

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Permítanme volver a hacerlo. Permítanme abusar de Carlos Castilla del Pino y su reportaje en Triunfo titulado Apresúrese a ver Córdoba. Si todavía no lo ha leído, aquí le dejo el enlace (pinche) para que lo haga. 

Entonces, todavía en el franquismo, el desarrollismo estaba acabando con Córdoba. Se abandonaban o dejaban abandonar edificios con más de cinco siglos a sus espaldas para construir bloques de pisos. Se perdió, por ejemplo, la casa natal Góngora, y tantas otras cosas que no voy a aburrir detallando. Arriba tienen el enlace.

La semana pasada, se demolió una vivienda en la calle San Fernando, que se apoyaba sobre la muralla y que hacía además de contrapeso con el popular arco del Portillo, que ahora va a ser apuntalado para que no se caiga. La casa estaba en ruina. Se le había hundido su techumbre y corría riesgo de colapso. Conozco a la arquitecta que ha ordenado su demolición. Me fío de ella y de su criterio, muy conservacionista. Si observó el mínimo riesgo de que la vivienda, de más de un siglo de historia, se podía venir abajo y provocar una desgracia, estoy seguro de que la decisión fue la acertada.

Eso sí. Sobre el propietario de la casa pesaban varias órdenes por parte de la Gerencia Municipal de Urbanismo para que interviniera y evitara lo que al final ha pasado, que haya que demoler, cargarse una postal que todo el mundo fotografiaba y encima, y lo que es más escandaloso, provocar que el arco del Portillo esté en riesgo de venirse abajo, ahora sí por una imprudencia.

Evitar que todo esto haya pasado era tan fácil como haber obligado al propietario a apuntalar la casa antes de que ya no hubiese marcha atrás. Ahora, y como decía Carlos Castilla del Pino, hay que apresurarse a ver el arco del Portillo, bajo el que me temo no podremos volver a pasear en mucho tiempo.

Lo que ha pasado es muy grave. Por la desidia y la dejadez, el patrimonio de Córdoba, lo único por lo que vienen a vernos los turistas (olvídense de que aquí a Córdoba los japoneses vienen a otra cosa que no sea a ver monumentos), está en peligro. Sólo tienen que darse una vuelta por el casco histórico para comprobar que lo que ha pasado en el Arco del Portillo se puede repetir en casi cualquier esquina. Cierren los ojos y piensen en una calle del casco histórico de Córdoba que no tenga una casa antigua abandonada amenazando ruina. ¿Qué fácil parece evitarlo, verdad?

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