Mad max (Salvajes de autopista)
Córdoba, año 2050. La ciudad se acerca al apocalipsis pero resisten, como “totems” de la modernidad pasada, las carreteras por las que conducen bandas de cordobeses y cordobesas que se enfrentan entre sí. El desorden social impera y los patrulleros, Max (Mel Gibson) incluido, tienen que fajarse en su trabajo de supervivencia. La gasolina prácticamente se ha agotado y es uno de los bienes más apreciados, por escaso. El norte de la ciudad es un desierto de edificios destruidos que sirven de viviendas... pero sigue atravesado por la Ronda Norte. Me imagino que esta imagen es la que nos podríamos encontrar, más pronto que tarde, si insistimos en seguir construyendo viales de gran tamaño destinados al “dios-coche” y obviamos los indicios de una nueva crisis energética mundial.
La segunda mitad del siglo XX fue un exponente de la ciudad concebida para el reinado del coche individual. Aún se sigue alabando a Cruz Conde por haber tenido la visión de construir avenidas, como Vallellano, cuando aún los vehículos en la ciudad eran anécdotas. Suerte que el intento de construir viales de gran capacidad que cruzaran el casco no fructificó, siendo abortada la ampliación de laa calles Concepción y Gondomar por el primer ayuntamiento democrático posfranquista.
Dentro de esos llamados “temas de ciudad”, que parecen incuestionables, está la necesidad de cerrar el anillo de rondas de la ciudad, para lo cual hace falta la Ronda Norte. Cierto que ya se pintó en el PGOU de 1986, pero iba a transcurrir por la actual calle Escultor Fernández Márquez, siguiendo la huella de las antiguas vías del tren. Cuando el PP llegó al gobierno en 1995, decidió abortar aquel proyecto, el cual se iba a financiar por la Junta de Andalucía. Pocos se quejaron, puesto que esa decisión mejoraba la calidad de vida de los Distritos Norte y Noroeste, aparte de que los viales de Renfe servirían para aliviar el trafico este-oeste de la ciudad.
Posteriormente, en 2001-03, el actual PGOU no se atrevió a cerrar un nuevo trazado ante la dificultad de su definición. Parcialmente, se engancharía a la Ronda de Poniente, a la altura del Cañito Bazán y, a la Variante Este, a través del vial que le correspondía a la Junta de Compensacion de Mirabueno. Entre ambos puntos, la Junta tendría que construir el resto del trayecto. De todos es conocido que la “faraona” Aguilar se inventó un macroproyecto, que iba a ser ejecutado por la vía público-privada, ascendiendo su coste a más de 250 millones de euros. Por su parte, Marín-Hilinger, principal promotor de Mirabueno, entraba en suspensión de pagos y se negaba a terminar el trozo de Ronda que le correspondía, provocando un complicado conflicto judicial.
El proyecto de la “faraona” tuvo como consecuencias negativas que se parara el proyecto de soterramiento del Canal del Guadalmellato y de las líneas de alta tensión y, como único elemento positivo, que aceptaba las demandas vecinales en lo que respecta a no volver a crear un muro en el norte de la ciudad, enterrando varios kilómetros de Ronda. Pero el proyecto derivó en inviable ante la falta de recursos de la Junta, y eso permite que ahora nos preguntemos si sigue siendo necesaria la construccion de esa Ronda Norte.
Extrañamente, los peperos de Hamlet Nieto, a la vez que presentan un plan de movilidad sostenible para la ciudad, defienden con uñas y dientes el proyecto de Ronda. Mucho me temo que lo hacen exclusivamente para decirle a la Junta que incumple con la ciudad, a la vez que hacen un favor a la Confederación Hidrográfica y a Endesa. Por parte de la Junta, tanto los socialistas como IUCA, en la época de la soviética Cortés, no saben no contestan, prisioneros de una ambigüedad mal calculada. Curiosamente, a la vez que también propugnan otro plan de movilidad sostenible para toda Andalucía, ¡y con la misma empresa que los peperos!: sorpredente coincidencia.
Que haya ciudades que tengan cinturones completos de Ronda, no obliga a que todas las ciudades los tengan que imitar. Pocas ciudades tienen una Sierra pegada a ellas que condiciona sus infraestructuras. A nadie se le ocurriría pedir al gobierno central que, una vez ejecute la segunda fase de la Variante Oeste (esta sí muy necesaria para que el transporte pesado no tenga que entrar en la ciudad), se invente un nuevo vial por la Sierra. Pues, de igual manera, en Córdoba hay que imaginar un nuevo tipo de conexión Oeste-Este en forma de viales paralelos de mediano formato por donde conducir el tráfico que baja de la Sierra, siempre siguiendo las condiciones vecinales.
Dejemos de jugar a ser Mad Max, evitemos la destrucción de la ciudad y su entrega al dominio del vehículo de cuatro ruedas y apostemos por viales al servicio de la ciudad y no que la condicionen y la hipotequen. ¡Otra Ronda, ya!
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