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¿Hay alguien ahí?

Sebastián De la Obra

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A los pájaros pinzones se les arranca los ojos para seguir cantando. Muchos pájaros ciegos simulan que están vivos porque cantan. Es una forma de confundir y entretener a los verdugos y a quienes les escuchan. Philip Dick debía conocer esta práctica cuando escribió ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Un pájaro ciego pierde el temor que resulta de la extrema convivencia con los límites. Le resulta indiferente que suene el viento de poniente o el de levante (todos sabemos, sin embargo, que se soporta mucho más el primero que el segundo). Nos humillan, clavan sus uñas en nuestras heridas, construyen libelos, asestan golpes (algunos mortales) y como los pájaros pinzones seguimos cantando. Porque estamos ciegos. Y el lenguaje es impotente para dar cuenta de lo que está sucediendo. De vez en cuando alguna voz se alza, hasta que descubrimos que se alza para nombrarse a sí mismo; es lo que en la cultura anglosajona se denomina brand yourself, invertir en la marca de uno mismo. Es la vacuidad política de quienes consideran su presencia como un regalo del destino. Forman parte de una cuadrilla que a un ritmo desenfrenado aparecen (y desaparecen) como una novedad en el erial político.

Yo sé que nos estáis utilizando. Otras voces se dedican a seleccionar y juntar hermosas palabras que construyen armoniosos textos sin pies ni cabezas pero si con capiteles y bases (puro ornamento al que pretenden denominar literatura). A estos últimos no es que les guste escribir, lo que quieren es ser escritores que diría Onetti. Es la mezquindad narcisista. No es preciso contar sílabas mientras el mundo arde, para saber que si alguna vez tuvimos algo es indudable que lo perdimos. Los hay inteligentes, saben lo que ocurre, conocen a quienes nos arrancaron los ojos… pero no tienen intención de complicarse la vida. Ejercen una neutralidad emparentada con la indiferencia. Demuestran con esa actitud una auténtica superioridad… cínica.

Esta noche estoy escribiendo desde Oviedo. Un nutrido grupo de pájaros ciegos (o a punto de serles arrancados los ojos) se han reunido para entre todos cosernos de nuevo los ojos, e intentar recuperar la vista sin dejar por ello de cantar. Gentes que trabajan con prostitutas. Gentes que viven con migrantes sin papeles. Gentes que viajan a Sierra Leona o al asentamiento chabolista más cercano. Gentes que hacen juegos malabares por amor a la vida y no por rencor o resentimiento. Gentes que se sitúan delante; frente a la anemia política, frente al bastardeo diletante de las palabras. Me habían invitado a participar de sus ocupaciones y preocupaciones. He terminado cosiendo y entretejiendo con ellos los ojos arrancados. Aquí estoy. A gusto. Sin dejar de cantar. A la pregunta de si ¿hay alguien ahí? Debo responder que sí. Solo hay que saber distinguir lo real de los fantasmas.

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