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De faroles locales, dos al menos

Alfonso Alba

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Apostar sin tener nada que te respalde se convierte, a veces, en un puro acto de propaganda (ahora lo llaman publicidad). Es algo así como blufear. En el mundo del juego (a veces resulta complicado imaginarse la existencia de otro mundo), el bluff recibe el nombre de “farol”. Marcarse un farol. Entre los profesionales de la política (algunos verdaderos especialistas en marcar las cartas) es una práctica muy común. Los faroles o los bluff

viven su momento de mayor efervescencia durante los periodos electorales (algunos como la abdicación de un rey, excepcional ejemplo de un gran farol, suceden justo después de unas elecciones). En estas circunstancias, Goethe lo expresó genialmente, “se tiende a poner palabras allí donde faltan ideas”.

Hablando de faroles, no hace mucho, el alcalde de Córdoba expreso un deseo: “Quiero que Córdoba tenga su propio Guggenheim”. Se quedo tranquilo y satisfecho. Su deseo, sin embargo, no era excepcional. Antes que él lo habían expresado otros muchos alcaldes: el de San Fernando (Cádiz), el de Guadalajara (México), el de Cardiff (Gales), el de Nueva York, el de Abu Dhabi, el de Helsinki, el de Buenos Aires... Y mi imaginación se disparó: el río Guadalquivir transformado en ría bilbaína con sus desechos y residuos industriales perfectamente ubicados; frente a la ría/río, un enorme contenedor de acero inoxidable que contiene en su interior a la Mezquita. ¡Ya está!, dos Guggenheim en uno. Desde el exterior, un auténtico disfrute para los modernos de toda tribu, desde el interior un goce para los variados vetustos (divididos por alguien entre los contubérnicos y los generosos que en esta ocasión estarían juntos por la causa). La postal perfecta para los faroles. Otros diez años de impulso virtual para la ciudad. ¿Falta un nombre?, ¡no!, también se pronunció: el inefable Rem Koolhaas.

Este renombrado arquitecto global es muy aficionado a los faroles. El penúltimo nos costó diez millones de euros. Su prestigiosa oficina de contratos, OMA (Office for Metropolitan Architecture) construye y ejecuta; los vende y publicita (propaganda e imagen) a través de otra oficina, la AMA. Curioso juego farolero de acrónimos. Este genio de la arquitectura global ha mostrado en reiteradas ocasiones su desprecio por los “contextos” urbanos donde proyecta construir (razón por la que requiere siempre

de enormes solares para realizar sus creaciones). De manera más castiza que moderna suele referirse al contexto con la expresión “fucking the context”.

Un segundo farol se ha encendido (y marcado) en plena campaña electoral. El consejero de Educación y Cultura de la Junta de Andalucía tuvo una intervención pública en la que afirmó que el Cabildo de la Mezquita-Catedral y la gestión que realiza del monumento son responsables de la baja estancia, pernoctaciones, del turismo en Córdoba. Otro farol. Y van dos, al menos. Este consejero ejerció la máxima responsabilidad del turismo andaluz desde 2007 al 2012. No se le recuerda ni un toque de atención durante su anterior mandato. Nunca se le oyó una llamada de alerta sobre la mala gestión que se realizaba en el monumento. El Cabildo era el mismo. El Consejero también. La gestión (no muy transparente, por cierto) no ha cambiado sustancialmente. Es el tiempo electoral el que marca los faroles (y provoca que se enciendan los farolillos).

Nota:

Con el paso del tiempo y la secuencia de los faroles, cada vez estoy más convencido que cuanto menos piensan los hombres más hablan.

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