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Identidad o coca light

Marian Castro

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El otro día estaba yo volando entre nubes blancas de algodón, viajando por la vida entre México y Estados Unidos rumbo a San Antonio. Pensé, me voy a fijar bien en lo que pasa ahí abajo. Mira... desde el cielo no hay fronteras.

¿Tú ves el muro? ¿Tú ves el muro?Yo no... El muro es imaginario ante la continua insistencia de los seres humanos en crear límites, poner barreras a la libertad. Por ejemplo, escribimos en una libreta a la que llamamos pasaporte nuestros datos, nombres ficticios, números que nos identifican como humanos terrícolas... Nacionalidades. Y esa página del pasaporte que llevo tan cargada de tinta que indica fechas, lugares, banderas... Luego vuelo de nuevo. Vuelo mucho, me dice el señor de uniforme mientras compara mi foto de la libreta con mi cara ojerosa de las cinco de la mañana.

Me revelo contantemente. Saco esa conclusión porque desde hace algún tiempo oculto mi identidad. Sí, la funda de piel negra que cubre las tapas de mi pasaporte para protegerlo como excusa, es en realidad porque me encorajan las miradas curiosas en las filas del aeropuerto antes de subir al avión en busca de nacionalidades, de identidades según el color y dibujo de esta libreta. También oculto mi identidad porque habitualmente digo otro nombre y hago otro garabato distinto al de estos documentos, solo para engañar al banco.

Qué “absurdeces” hemos creado. Nuestra identidad va más allá de ese papel y de otros muchos que se acumulan en alguna carpeta en el despacho de alguien. La identidad es algo menos tangible, más cercano a estas nubes blancas, por encima de muros y fronteras. Mi identidad soy yo en esencia y toda la gente a la que quiero de todas las nacionalidades. Hay mexicanos, neoyorquinos, alemanes, guatemaltecos, franceses y españoles por supuesto, ah, españoles andaluces, madrileños, catalanes, españoles poco preocupados por quién pago la sanidad y la educación a quién. No hay fronteras. Lo que sí hay es amor, cariño, amistad y eso, eso no viene en ningún programa político. Lo otro, lo demás es como la coca light o como ponerle sacarina al café después de comer churros con chocolate, inútil, es sólo para lavar la conciencia de la gente miedosa que no tiene en realidad identidad ni sabe hacia dónde va.

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