Sobre la primera dentición y su alivio.
El proceso de la dentición en los bebés suele cursar de forma diferente en unos niños y en otros. Algunas veces ni nos enteramos, pues el comportamiento del bebé apenas se altera, y sin embargo, otros niños lo pasan mal, se incomodan, alteran hábitos, se irritan y lloran desconsolablemente.
Antes de que de verdad salgan los dientes, los niños experimentan algunas sensaciones que no pasan desapercibidas a los padres. Babean mucho, están irritados, se llevan cosas a la boca con rabia, la saliva se vuelve muy ácida y ello conlleva irritaciones en la zona del pañal, etc. No es la salida de los dientes propiamente, pues estos síntomas son más precoces (sobre el tercer o cuarto mes), pero sí conlleva la conformación de las encías y la formación del germen dentario donde luego irá alojado el diente, por eso el bebé nota cambios en sus encías. Los signos que nos hacen ver que realmente están irrumpiendo los dientes son la inflamación (la encía se pone redondita), el enrojecimiento y el aumento de la sensibilidad.
El esquema definitivo de los dientes infantiles y el orden de salida, lo tenéis a continuación en los dos esquemas que os adjunto. Obviamente no salen todos a la vez, sino poco a poco (¡¡gracias a dios!!).
El primer diente suele salir, generalmente entre los cuatro y los seis primeros meses de vida, aunque esto no tiene por qué suceder siempre así, pues también influyen factores constitucionales y familiares hereditarios. Son los llamados dientes de leche, porque ocurre durante la fase de lactante. Pero si tu hijo tiene esa edad y aún no nos muestra ningún diente, no te inquietes. Sin embargo, con independencia del momento en el que salen esas primeras piezas, el orden de la salida de estos sí suele ser más o menos constante. Y de la misma forma, cuando se caen a partir de los 6 años aproximadamente, lo hacen en el mismo orden en que salieron (aunque esto también puede variar en función de la herencia y genética del niño).
Los primeros en salir son los incisivos centrales inferiores y a las pocas semanas, los incisivos centrales superiores. Los demás saldrán progresivamente a lo largo de los siguientes meses, como podéis apreciar en el esquema. En total saldrán 20 piezas de las llamadas “de leche”, los cuales sobre los seis o siete años serán sustituidos por los dientes definitivos y éstos se completarán con más piezas (más molares). La dentadura definitiva consta de 32 piezas.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
La salida de los dientes de leche puede venir acompañada de ciertas molestias en los bebés, desde irritabilidad, babeo abundante, piel irritada alrededor de la boca, falta de apetito (motivado más por las molestias al comer, que por la propia erupción), insomnio (por las molestias inflamatorias en las encías), irritación perianal por el babeo, e incluso algunas décimas de fiebre (no más de 38º C).
ALIVIO DE LOS SÍNTOMAS
Normalmente se pueden mejorar estos síntomas dando al bebé un masaje en las encías, con los dedos limpios sin nada o impregnados en AOVE (aceite de oliva virgen extra), ejerciendo presión suave y circular sobre las encías.
Otro remedio que les puede consolar si el bebé ya los puede coger, son los mordedores de goma dura (caucho natural) para que muerdan. La presión les calmará y son los más recomendados por su efectividad calmante. Los mordedores de frío también les suelen calmar (aunque prefieren los otros normalmente) pues igualmente les alivia la sensación de frío. Es muy importante no meterlos en el congelador, pues podemos quemarles por contacto, sólo enfriar en la nevera.
¿Conocéis a Sophie, la Jirafa? En sus múltiples versiones, es un mordedor muy molón, que les encanta a los niños. Se ha hecho muy famosa porque es bastante fácil de coger y les calma bastante.
Hay quien también utiliza los collares de ámbar amparándose en su potencial efecto analgésico, pero sinceramente, tiene tantos fans como detractores. Hay quien te habla maravillas de ellos y hay quien te dice que no sirven de nada. La verdad, son controvertidos, ya que por otro lado, arrastran el miedo de que pueden causar ahogamiento al bebé o ruptura y atragantamiento. Instituciones de salud de distintos países, han desaconsejado su uso. Obviamente, si nos decidimos a usarlos habrá que buscar collares naturales, certificados y bien anudados. ¡Y jamás dejar al bebé que los muerda!
También sería interesante mantener la piel de alrededor de la boca muy hidratada, para evitar irritaciones, Hay cremas específicas peribucales de marcas bastante conocidas, que resultan muy efectivas para proteger esta delicada piel. Las encontraréis en farmacias, parafarmacias y tiendas especializadas,
Bajo supervisión del pediatra, se puede ofrecer al bebé irritado algún tipo de analgésico. En caso de ser necesario, las pomadas calmantes podrían usarse si no conseguimos calmarlo con lo anteriormente expuesto, pero en general no están recomendadas pues podrían retrasar la erupción de los dientes.
¿CUÁNDO EMPEZAR A LIMPIAR SUS DIENTES?
El hábito de la limpieza de los dientes debe ser enseñado lo antes posible. Al principio bastará con una gasa humedecida en agua (cuando aún son bebés y no han salido aún los dientes) y más adelante, cuando aparezca el primer diente, con agua y un cepillo suave, y serán los papás/mamás los encargados de limpiarlos al principio y más adelante, ayudar al niño a sujetar el cepillo e ir instruyéndole correctamente en esta técnica. Conforme el niño lo vaya asimilando, podemos ayudarle a perfeccionar su técnica de limpieza de dientes. Y cuando sea capaz de enjuagarse bien la boca, añadimos la pasta dentífrica.
Es una buena idea cepillarnos los dientes en familia, así lo hacemos más divertido, creamos un hábito saludable y ejercemos un buen ejemplo para nuestros peques.
Si no mantenemos la higiene adecuada sobre los dientes de leche, a pesar de que estos han de mudarse, si aparecen en ellos caries, es muy posible que también lo haga en los dientes definitivos. Y además, se trata de generar buenos hábitos desde el principio.
La frecuencia correcta, como en los adultos, será de tres veces al día, es decir, tras las comidas principales, desayuno, almuerzo y sobretodo tras la cena, de esta forma evitamos que los restos de alimentación se depositen en el esmalte y favorezcan la activación de las bacterias que originan las caries. Conviene ofrecer agua tras la comida para arrastrar posibles residuos alimenticios.
CARIES Y LACTANCIA PROLONGADA
Obligada referencia merece este tema si hablamos de dentición, pues acarrea desde tiempos inmemoriales la asociación con uno de los grandes falsos mitos entorno a la lactancia materna. A día de hoy, la evidencia científica no ha podido demostrar la relación entre caries y la lactancia materna prolongada y sin embargo, los últimos estudios apuntan a que la existencia de caries precoces en los niños, pudiera estar directamente relacionada con la deficiencia en la higiene de los dientes y con la excesiva presencia de carbohidratos (azúcares y almidones) en las dietas de nuestros hijos. Por ello, se recomienda que los niños menores de dos años no deben probar los azúcares añadidos (tan solo formaran parte de su dieta los provenientes de la propia alimentación). La mayor parte de los estudios al respecto sostienen la teoría de que la caries está relacionada con una dieta no equilibrada. Convendría añadir alimentos ricos en minerales que protejan los dientes, tales como las verduras de hoja verde y ancha.
VISITAS AL ODONTOPEDIATRA/DENTISTA
A pesar de que los dientes van a ser mudados, convendría ir habituando al niño a las revisiones del dentista y no olvidéis, ante cualquier duda, consultar con su pediatra o su odontopediatra.
Otra visita obligada es la del Ratoncito Pérez, por lo tanto estaos atentos a la caída de los dientes de vuestros hijos y no los perdáis, que si no, tendréis que dar explicaciones a este.
Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz
Médico Especializada en Educación Maternal y Recuperación Puerperal.
Especialista en Sofrología, Asesora de lactancia Materna y Educadora de Masaje Infantil
Directora del Centro de Educación Maternal C.E.M. Los Arcos
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