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Bruselas, Distrito Federal

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Fidel Del Campo

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Bruselas es una de esas hermanas medianas olvidadas. Capital de un país que no llega a creerse que lo es. Mitad valona, mitad flamenca. Vieja pero casi nunca protagonista de la historia. Sin embargo, de repente, por mor de la Unión Europea, la han hecho sede del continente. Capital burocrática, funcionarial, de apariencia gris pero con un trasfondo divertido y vividor. Bruselas ofrece mucho más de lo que crees, es un destino perfecto para tres o cuatro días de escape, está dentro de las rutas low-cost y ofrece una fabulosa variedad de atractivos que pasan por la buena mesa, la buena cerveza, una gran oferta cultural y entretenidos paseos. Paro en algunos puntos que definen la ciudad:

-La Grand Place. Corazón medieval y renacentista de la ciudad. Emparentada con nuestra propia historia por cosas de las dinastías reales. Rezuma Europa por sus cuatro costados, repartidos entre casas de oficios, palacetes y edificios públicos, con el ayuntamiento como clave. Fachadas recargadas, piedra y pizarra en un espacio donde late la vida. Una joya de la Europa mercantil que se aupó sobre la Europa papista del imperio español. La rodea una maraña de callejas muy recomendable y vías más importantes como la Rue Antoine Dasaert. Pero lo que no hay que perderse por esta zona es el Mannenken Pist, el mítico niño meón, aupado en una esquina de la Rue de la Châine. Todo este entorno está plagado de buenas cervecerías, sitios para comer condumio valón/flamenco y comercios de todo tipo y condición. Más allá de este núcleo os destaco Sainte Catherine, un bonito templo gótico que desemboca en el bulevar del marché de poissons, donde se concentra la mejor ristra de restaurantes y bares de pescado y marisco. No olvides que ésta es patria de los mejillones y que el mar del Norte está a pocos kilómetros. Calidad garantizada. Cerca, la Rue Neue, vía peatonal con infinidad de comercios, que desemboca en el precioso jardín botánico, lleno de vida cultural.

-De Sablon a Marolles. Dos barrios del casco viejo con personalidad y abolengo. Sablon, pegado a la Grand Place, aúna lo mejor en tiendas de la ciudad y una asombrosa colección de locales de antigüedades. Es zona aburguesada y pija, muy paseable. A más distancia, pero también en zona vieja está Marolles, más pilla, proletaria y buscona. Un barrio que tiene su máximo reflejo en la Place Jeu de Balle, donde cada mañana (y muy especialmente los fines de semana) se celebra un mega mercadillo/rastro bien entretenido.

-La ciudad alta. Desde el casco viejo se sube a la zona del Palacio de Justicia y Palacio Real a través de cuestas, ascensores panorámicos o por la plaza mirador de L'Albertine que sirve de mirador perfecto. Es la primera expansión de la ciudad extramuros, con una buena colección de edificios del XIX. Junto al Palacio Real, está el Parc de Bruxelles y la Place Royal, dos rincones fotogénicos. Por cierto, que por aquí verás los mejores museos. Destaco el de Art Ancien y el de Arte moderne, con un catálogo de pintura flamenca de quitar hipo.

-El barrio europeo. Es gris, está muerto fuera de los horarios de oficina y para el visitante supone meterse en un laberinto poco agraciado de rascacielos de oficinas y locales de comida rápida, pero aquí están las sedes de las principales instituciones de la Unión Europea. El Parlamento, el Consejo, la Comisión... los edificios de los lobbys y entidades que rodean a la macro administración europea... es curioso pasarse por aquí porque a fin de cuentas aquí late el corazón de Europa.

-Parque del Centenario y Atomium. Está más apartado del centro histórico pero merece pasarse por el Parque del Centenario, janolado por una gran puerta y dos alas/palacio muy al aire de los grandes espacios expositivos ideados en París con las exposiciones universales. Aún albergan muestras diversas. Y un poco más lejos está el símbolo de la Exposición Universal de 1958: El Atomium, la representación en acero de un átomo. De un estilo camp/retro que hace las delicias de todos los fans de Star Trek.

-Cervezas, chocolate y cómics. Tres elementos básicos de todo bruselense. Estás en la patria del mejor chocolate del mundo. La lista de tiendas, lujosas y asequibles, donde comprarlo y catarlo son eternas. Aquí van algunas direcciones. Lo mismo pasa con la cerveza. Te esperan más de 300 variedades, buena parte de ellas hechas aún de forma artesanal en abadías flamencas. Placer de dioses con cebada, malta o trigo. Aquí, listado de locales cerveceros. Y por último, recuerda que estás en casa de Hergé y su creación, Tintin. Esta es la ciudad del cómic europeo, lo verás en sus librerías, en sus muros y cómo no, en este fantástico museo.

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