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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

De princesas a heroínas

She Hulk, defensora de héroes.

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¿Qué dirá Walt Disney cuando levante la cabeza? Sí, soy de las que ha crecido creyendo que cuando falleció en 1966 fue criogenizado para ser devuelto a la vida cuando se consiga la cura del cáncer. El suyo, fumador empedernido, el más letal de pulmón. Una manera que tuvimos de evadir lo inevitable, o de creer en otra resurrección de un hombre que tanto nos dio. Magia, poder, dinero… si alguien podía volver a la vida, era él. Pero no ha vuelto, al menos aún y el cáncer de pulmón sigue sin respetar a nadie.

En aquel tiempo Bambi me enseñó el significado terrible de la muerte y Blanca Nieves, la Bella Durmiente y Cenicienta me inspiraron para crecerme ante las adversidades. ¡Sí, se puede! parece que me decían. ¡Qué gran resiliencia demostraban con unas madrastras tan horribles! Aquellas brujas, arpías envidiosas, flaco favor nos han hecho a las madrastras de hoy. Eso sí, ya entonces no me parecía molón que, del sueño, o del encierro y la pobreza, solo las sacara un bello príncipe. Tal vez por eso a mí en casa me decían que, por si acaso, no esperase ningún beso liberador y que me liberase yo solita.

Nuestro Walt aún no ha vuelto, pero creo que si lo hiciera estaría contento con la evolución de su universo Disney. Hemos pasado de chicos soñadores que se niegan a crecer, a héroes fornidos, hemos roto estereotipos y, sobre todo, hemos pasado de bellas princesas a singulares heroínas.

La nueva serie, She Hulk, defensora de héroes, la prima de aquel gigante verde de fuerza sobrehumana y capacidad de regeneración increíble, que decía cosas como “Estúpido. Pueden llamarte lo que quieran. Salvador. Destructor. Lo único que importa… es lo que elijes”, es ahora mi favorita. Y es que, además, ella tiene el “superpoder” de la ira, esa emoción que todos sentimos, pero que sólo nos estigmatiza a las mujeres.

Porque cuando lees cartas como la de ABC de ese sujeto que escribe que quiere que volvamos a las cocinas -no le voy a dedicar ni un segundo más-, o la noticia internacional del linchamiento de la primera ministra finlandesa por su baile desinhibido -y privado-, por el que hasta se ha tenido que hacer y costear una prueba de drogas, sin importar su impoluta y eficaz gestión política, la ira de Hulka se apodera de mí. El machismo está ahí. Soterrado. Agazapado. Esperando. Ese machismo que niegan algunos.

Cuando Walt vuelva estará tan fascinado con Hulka como yo. “Controlar la ira se me da de fábula. Lo hago continuamente: cuando me piropean por la calle, cuando un hombre incompetente intenta explicarme mi trabajo... Lo hago básicamente a diario porque si no dirán que soy temperamental o difícil o puede que incluso me maten, literalmente. O sea, que soy una experta en controlar la ira”. Ella dixit. Cómo me gusta. Y también que de vez en cuando pierda el control.

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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