La derecha
La derecha... La derecha fue la mano con la que aprendí a escribir y, la verdad, no fue fácil; me torcía con facilidad.
Vivía con mis padres en el tercero derecha. Luego nos mudamos y nos pasamos al primero primera, eso sí, en la escalera de la derecha, aunque por entonces la llamaban “escalera dos”, no sé el motivo, porque, más tarde o temprano, tenías que acabar repitiendo por el porterillo “la de la derecha, la de la derecha”, si querías sobretodo que el repartidor de turno no se fuera para la de la izquierda...
Me pasaba también, (y me sigue pasando), que cuando preguntaba en un bar por el cuarto de baño la mayoría de las veces me decían “al fondo a la derecha”; claro que, la otra mayoría de las veces me decían que a la izquierda... “Al fondo a la izquierda”. No tengo cifras al respecto...
Tengo por costumbre, cuando camino desde el bloque donde vivo hasta la cochera donde guardo la moto ir por la acera de la derecha; me pasa que cuando guardo la moto y deshago el camino igualmente elijo la misma acera que, paradójicamente, ahora es la acera de la izquierda. (Para allá la de la derecha; para acá la de la izquierda... Pero, se trata de la misma acera, ¿no?)
A mi derecha duerme mi esposa, de manera que no me queda más remedio que dormir a su izquierda, que es la derecha del dormitorio que compartimos todas las noches. Bueno, todas no; algunas veces dormimos en hotel y yo suelo elegir el lado de la cama de la televisión, ya sea a la derecha o a la izquierda.
Poco más... Ah, sí, se me olvidó decir al principio que tengo un amigo que, a diferencia de mí, aprendió a escribir con la izquierda y, todo hay que decirlo, le costó lo suyo; pues sí, se torcía. Ahora, con el paso del tiempo, hay veces que nos encontramos y acabamos en cualquier bar con el pretexto de hablarnos tomando unas cervezas y, la verdad, ni él ni yo nos solemos fijar con qué mano las agarra el otro. Qué no...
— Izquierda y derecha ya no son conceptos idóneos para definir la identidad política de los ciudadanos, si queda. (El rotulador)
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