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Rupturas en clandestinidad

Redacción Cordópolis

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Quien se acerque al cine español esperando encontrar la excelencia en sus grupos de cineastas, movimientos, camarillas, etc. saldrá decepcionado. Ni tan siquiera el Nuevo Cine Español o la Escuela de Barcelona procuran un placer cinéfilo acorde a las expectativas que se pueda haber creado el espectador exigente que simplemente haya leído sobre ellos en algún diccionario o en alguna historiografía de nuestro cine. Por el contrario, quien decida moverse en los márgenes, espigando entre francotiradores y outsiders se sorprenderá gratamente ante un panorama bullicioso, fértil, salpicado de presencias únicas y libres que tal vez sean los que verdaderamente definan a un país donde el consenso y la oficialidad casi siempre fueron aburridos y artísticamente anémicos -monopolizados durante muchos años por una dictadura política para, tras un breve interludio de libertad creativa, pasar a estarlo por otra económica- mientras que la disensión fue mucho más que simplemente irreverente, jugando y experimentando con las formas, además de ofreciendo su voz a discursos alternativos que cuestionaban abiertamente la violenta falacia del pensamiento único, el centralismo y el canon academicista.

Pere Portabella (al que el impecable sello Intermedio le edita estos días un cofre, compuesto por 7 dvd y 22 títulos, que recoge toda su obra) es un cineasta único y como muchos otros cineastas únicos de nuestro cine (de Val del Omar a Erice, de Regueiro a Viota, de Llobet Gracia a Mur Oti, de Zulueta a Guerín al que Portabella le produjo Tren de sombras, de García Pelayo a García del Val, de Llorca a Serra) es una isla sin puerto de atraque, lo que la dota de esa singularidad tan primitiva y al mismo tiempo tan profundamente vanguardista, tal vez porque la vanguardia más interesante siempre fue aquella que supo bucear en las raíces del cinematógrafo y en su capacidad para convocar de nuevo las primeras imágenes, ásperas y duras, desnudas y primordiales.

Formado intelectualmente en el círculo de la revista Dau al Set, Portabella inició su actividad como productor en 1958 y al año siguiente fundó su empresa Films 59, con la que produjo Los golfos (Carlos Saura, 1959) y El cochecito (Marco Ferreri, 1960), participando también en la gestación de Viridiana (Luis Buñuel, 1961) y Lejos de los árboles (Jacinto Esteva, 1963-1970). Tras un parón, a finales de los sesenta decidió retomar el trabajo de su productora, esta vez para dar salida a sus primeras obras como director, el cortometraje No compteu amb els dits (1967) y la brillante Nocturno 29 (1968) protagonizada por Lucía Bosé con apariciones de Antonio Saura y Antoni Tàpies, ambas con el poeta Joan Brossa como coguionista y el músico Carles Santos, con los que llegaría a establecer una fértil y duradera colaboración. Por esa misma época Portabella comenzó a rodar en 16 mm, al margen de la industria y en condiciones de ilegalidad, convirtiéndose en el principal teórico y agitador del cine independiente y militante en la España de aquellos años, tanto mediante sus manifestaciones públicas como a través de su clases acerca del lenguaje cinematográfico en la Escola Aixelà (1969-1970) y en el Instituto del Teatro (1971-72).

Sus dos películas rodadas con Christopher Lee (Vampir-Cuadecuc, 1970 y Umbracle, 1972), convertido por aquel entonces en un icono gracias a sus apariciones como el Conde Drácula en los filmes de la Hammer, suponen su consagración internacional (que sigue tan vigente como en los setenta, de ahí la acertada decisión de Intermedio de editar su obra con subtítulos en inglés y francés), a través de lo que el propio Portabella definió como “escamotear el argumento, ir directamente a la temática”. Si en Vampir-Cuadecuc Portabella se entrega a un ejercicio de decodificación y despojamiento de la gramática y la retórica del cine de terror para reducirlas a su puro andamiaje, en Umbracle va aún más allá, construyendo una estructura poética que se agita al entrar en contacto con otros fragmentos (como por ejemplo el filme de Lazaga El frente infinito, 1956, que es reutilizado), alumbrando un nuevo organismo cinematográfico que funciona a base de establecer encubiertas asociaciones vampíricas tanto con la memoria visual de la Historia del cine como con la del género. Al mismo tiempo, Umbracle es capaz de articular un discurso coherente sobre la opresión política y la necesidad de un cine crítico capaz de erigirse en barricada formal e intelectual.

Informe general sobre algunas cuestiones de interés para una proyección pública (1976), se inscribe -como El Sopar  (1974)- en el cine militante, y constituye la síntesis de las filmaciones clandestinas abiertamente políticas de Portabella y su entorno. Rodada en los meses posteriores a la muerte del dictador Franco, se trata de un filme “documental” realizado con las técnicas de uno de ficción. Coherente eslabón en un corpus creativo dirigido a explorar los límites de la representación fílmica, para Portabella “Informe general…trataba de la futura representación política en la transición española, con una clara vocación democrática contradicha por su virtual invisibilidad durante treinta años”.

Tras más de una década de silencio (en los que permaneció en el mundo de la imagen, a través de la publicidad y la televisión), Portabella reapareció con Pont de Varsòvia (1989), mandando a la mayoría del cine español de finales de los ochenta a la prehistoria. Mientras, en Cannes, los espectadores abandonaban la sala en tropel y Ángel Fernández Santos le atizaba con alegría en su crónica para el diario El País, certificando que Portabella fue siempre un adelantado a su época, tanto en tiempos de la dictadura como en los de la democracia. Pont de Varsòvia es una obra total -y bastante más radical que sus últimos filmes, Die Stille vor Bach (2007) y Mudanza (2008)- que legitima la presencia del cine dentro de la Historia del Arte, relacionándolo con otras formas de expresión artística como la pintura, la música, la literatura y el teatro, de forma tan original como lúdica, tan plásticamente vibrante como narrativamente audaz. Generosa con la mirada y la cultura del espectador, inmersa en el caudal de obras de madurez que algunos de los grandes cineastas de la modernidad estaban realizando durante esos años, Pont de Varsòvia es una de las películas más ricas, libres y a contracorriente que ha gestado nuestro cine a lo largo de su más de cien años de historia, y tal vez la que mejor defina a un cineasta irrepetible -doblemente en un país como el nuestro- como Pere Portabella.

 

PERE PORTABELLA. OBRAS COMPLETAS.

Intermedio

Digipack con 7 DVD

Fecha de Salida: 15 de abril de 2013

DVD-1

NO COMPTEU AMB ELS DITS · 1967 · color y b/n · 26 min.

NOCTURNO 29 · 1968 · color y b/n · 83 min.

LECTURA BROSSA · 2003 · color · 38 min.

DVD-2

VAMPIR - CUADECUC · 1970 · b/n · 75 min.

PLAY BACK · 1970 · b/n · 8 min.

ACCIÓ SANTOS · 1973 · color · 12 min.

DVD-3

UMBRACLE · 1972 · color · 85 min

EL SOPAR · 1974 · color · 50 min

POETES CATALANS · 1970 · b/n · 30 min

DVD-4

AIDEZ L’ESPAGNE · 1969 · b/n y color · 5 min

MIRÓ L’ALTRE · 1969 · b/n y color · 15 min

MIRÓ LA FORJA · 1973 · color · 24 min

MIRÓ TAPÍS · 1973 · color · 22 min

PREMIOS NACIONALES · 1969 · color · 4 min

DVD-5

INFORME GENERAL SOBRE ALGUNAS CUESTIONES DE INTERÉS PARA UNA PROYECCIÓN PÚBLICA · 1976 · color · 173 min

DVD-6

PUENTE DE VARSOVIA · 1989 · color · 85 min

LA TEMPESTA · 2003 · b/n · 6 min

NO AL NO · 2006 · color · 3 min

PLAN HIDROLÓGICO · 2004 · color · 3 min

DVD-7

DIE STILLE VOR BACH · 2007 · color · 102 min

MUDANZA · 2008 · color · 20 min

UNO DE AQUÉLLOS · 2010 · color · 3 min

Características técnicas del digipack:

Duración total: 7 DVD: 869 min. — Tipo de DVD: DVD 5 x 1 / DVD 9 x 6 — Formato: 1.33:1/ 4:3, 1.66:1 / 16:9 — Zona: 0 — Sonido: Mono 2.0 / Dolby Digital (AC3) — Idiomas: V.O. Castellano, catalán — Subtítulos: Castellano, inglés, francés — Menús: Castellano, inglés, francés.

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