Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

Los recortes de la derecha matan: mientras tú enfermas, ellos cotizan en bolsa

Hospital

Sergio Gracia

9 de octubre de 2025 19:58 h

1

Afirmar hoy en día que las políticas de derechas matan, no es una pasada de frenada, ni una exageración, mi mucho menos un insulto. Decir que las políticas de derechas matan es simplemente una constatación basada en datos en recortes de salud pública, de medio ambiente y de seguridad social.

Desde la derecha y extrema derecha, es un hecho que tienen especial querencia por impulsar políticas que afectan a la salud y que generan desigualdad en función de la capacidad económica.

Cuando hablamos de “matar” no nos referimos a un acto directo, sino a las consecuencias previsibles de recortes y decisiones políticas. Cada tijeretazo que la derecha da a lo público no es un simple número, cada tijeretazo que da a lo público son vidas humanas que se quedan por el camino con sufrimiento y dolor.

Cada euro que la derecha recorta en la sanidad pública, se traduce en meses de espera, reducción de presupuesto en hospitales, medicamentos, menos personal, centros de salud cerrados, operaciones que nunca llegan o en camas vacías, dejando atrás a quienes no pueden pagar.

Dentro del sistema sanitario, hay otra pata como es la dependencia y servicios sociales, donde a mayores recortes en cuidados, más abandono de mayores y personas vulnerables, y menos recursos para cuidados paliativos, lo que nos lleva a más mortalidad, más sufrimiento y más soledad no deseada. Cada programa de dependencia recortado significa miles de personas mayores o con discapacidad abandonadas a su suerte.

Pero la lista no acaba aquí. A políticas sanitarias regresivas, podemos añadir políticas laborales y sociales con impacto en la salud, políticas migratorias y discriminatorias, políticas medioambientales y urbanísticas o políticas de género y salud reproductiva, donde el individuo es visto simplemente como consumidor. A los defensores de la vida no les importa la vida, sólo el bolsillo.

Cada recorte en las brigadas forestales en materia de recursos y personal destinada a la prevención y extinción de incendios, es un incendio que se expande más rápido, un pueblo que se pierde entre llamas o un bombero que arriesga su vida sin medios. Aquí sus políticas también son políticas de muerte anunciada, ya que a menos bomberos y prevención, aumenta el riesgo de incendios devastadores.

En educación por supuesto que también hay recortes presupuestarios que pueden perjudicar la salud de las niñas y niños que van a colegios públicos como ponerles comida de baja calidad en comedores, o que estén a 40-45° con aires acondicionados rotos durante meses.

Cuando se aplican recortes en servicios esenciales como la sanidad o educación pública, la prevención de incendios o la atención a personas dependientes, las consecuencias no son solo administrativas o económicas, sino que se traducen en 1) aumento de la mortalidad evitable, 2) mayor vulnerabilidad en emergencias, 3) desprotección de colectivos vulnerables o 4) inequidad social.

La derecha y la extrema derecha presentan estas políticas como “eficiencia” o “austeridad”, pero en la práctica se convierten en enfermedad, abandono y muerte. Cada recorte de lo público es una sentencia de muerte disfrazada de política.

Vivimos en un país donde la derecha ha instalado en las conversaciones de barra de bar que recortar financiación es lo lógico, que la derecha “optimiza recursos” o que la izquierda “despilfarra”, pero claro cuando viene una catástrofe o hay un problema, todos quieren una carretera bien asfaltada, un médico, un policía o un bombero preparado en la puerta de su casa.

Con esto la derecha solo tiene un objetivo, dejar caer el sistema público para privatizarlo y hacer negocio con las vidas humanas, dejando atrás a quienes no pueden pagar. Aunque siempre podrás vender un riñón o un pulmón.

El debilitamiento de convenios y derechos aumentan accidentes y mortalidad en el trabajo. Por cada eliminación de unidades de emergencia, hay menor capacidad de respuesta ante catástrofes naturales o sanitarias. A lo que podríamos añadir, el negacionismo climático, el extractivismo sin límites, la desregulación ambiental, la anti-transición energética o el ecofascismo selectivo.

No hay que ser precisamente un lumbreras para ver que todas estas políticas que defiende la ultraderecha y la derechita cobarde, empeoran la calidad de vida de la población y aumentan el riesgo de mortalidad, lo quieran reconocer o no lo quieran reconocer.

Voto de la clase obrera a los recortes

¿Por qué los que más necesitan las ayudas sociales compran estos discursos y votan estás políticas de recortes? Estamos ante la pregunta del millón.

Muchas personas creen (o esperan) que algún día estarán mejor económicamente y se beneficiarán de esos recortes fiscales. En ese “sueño aspiracional”, una parte de esa clase obrera, piensa que en un futuro ellos se podrán aprovechar de esos recortes. Este sueño también es posible por ese relato construido por la derecha donde les han hecho creer que “menos impuestos es igual a más libertad”, aunque en la práctica signifique menos servicios públicos.

Si compras que hay que pagar menos impuestos, piensa que después vendrán las excusas de que no hay dinero para la mejora de infraestructuras y servicios, y esos deberás abonarlos de otra forma, aunque sea con tu vida.

Otra evidencia, es que cuando un gobierno de turno, aplica rebajas de impuestos eso que vende tanto la derecha como (IRPF, Patrimonio, Sucesiones, Sociedades…), se reducen los ingresos del Estado y de las Comunidades Autónomas. En la práctica, los beneficios fiscales concentran la riqueza en quienes menos necesitan ayudas, a costa de debilitar los servicios públicos de los que depende la mayoría.

A mayores rebajas fiscales a las grandes fortunas, menos ingresos públicos. A menos ingresos, más recortes en servicios esenciales. A más recortes, peor calidad de vida para la mayoría. A peor calidad de vida, más desigualdad y más dependencia de lo privado. Resumiendo, sus beneficios fiscales empeoran tú vida.

Las campañas mediáticas de la ultraderecha que presentan al ala progresista como “peligro para la economía” o que asocian el gasto público con crisis y deuda, van de la mano con la narrativa del “Estado despilfarrador”, donde se vende la idea de que el dinero público se malgasta en “subvenciones” o en colectivos estigmatizados. El miedo a la inseguridad, la inmigración o la delincuencia es el trampantojo que usa la derecha para ocultar que el verdadero problema son los recortes sociales.

El objetivo de todo esto es uno, dividir a la clase trabajadora, y para ello usan la estrategia del “enemigo interno”: señalar a inmigrantes, parados, pensionistas o jóvenes como “parásitos” del sistema.

Un tanto por ciento de la clase trabajadora compra que rebajar impuestos es libertad para “dejarte elegir qué hacer con tu dinero”. Es un mensaje emocional y sencillo, frente al más complejo: “los impuestos son necesarios para sostener derechos colectivos”.

Se apela a valores como mérito individual, esfuerzo personal, familia tradicional, orden, patria o religión, que pueden pesar más que los beneficios materiales inmediatos.

Las personas no siempre votan según su bolsillo inmediato, sino según miedos, aspiraciones, identidades y narrativas culturales. Los beneficios fiscales que impulsan los gobiernos de derechas no son “gratis”: alguien paga la factura. La derecha y extrema derecha explotan esos sentimientos con discursos simples (“España primero”, “los inmigrantes nos quitan lo nuestro”) aunque sus políticas acaben empeorando la vida de quienes los votan.

Quieren hacer creer que la austeridad es responsabilidad, pero la realidad es clara: la tijera de la derecha mata. Mata con silencio, mata con listas de espera, mata con incendios descontrolados, mata con la indiferencia hacia quienes más necesitan protección.

Las políticas de derechas y extrema derecha tienden a mercantilizar la salud y reducir el papel redistributivo del Estado, perjudicando a las clases bajas y medias, incrementando desigualdades, y exponiendo a grupos vulnerables. Y por eso no podemos callar: porque detrás de cada recorte hay un nombre, un rostro y una vida truncada, y la próxima puede ser la tuya, la de tu hijo, la de tu madre o la de tu pareja.

Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

Autores

Etiquetas
stats