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Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

Actores incontrolados: youtubers, tiktokers, instagramers y otros explotadores del discurso de odio

Tik Tok

Sergio Gracia

19 de septiembre de 2024 19:58 h

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Una de las grandes lacras de nuestro tiempo es sin duda la animadversión creada hacia otros impulsado desde las diferentes esferas de la sociedad y para ello no se está dudando en emplear cualquier medio al alcance.

En este peligroso juego están presentes tanto actores oficiales o “actores controlados” como actores no oficiales, que de aquí en adelante los denominaremos “actores incontrolados” o “actores desmonitorizados”, donde en muchos casos, incluso van de la mano.

De los actores oficiales como pueden ser políticos y partidos políticos a través de discursos y campañas políticas principalmente populistas y radicales donde se ataca al otro, medios de comunicación clásicos afines a los partidos políticos anteriormente señalados, asociaciones y fundaciones de corte ideológico conservador y con claros signos de añoranza de la dictadura, así como movimientos juveniles y otros grupos sociales, ya hemos hablado en varias ocasiones.

Estos actores han pasado de que “te van a okupar la casa si vas el super”, a que “los inmigrantes se comen las mascotas” en un giro totalmente demencial. Ya no entramos en que no son capaces de confirmar por sus propios medios si una noticia es falsa o cierta, es que han aceptado comprar cualquier barbaridad que luego difunden de forma masiva por todas las vías posibles.

Junto con los actores oficiales, bajo su paraguas y protección, han nacido y crecido los actores incontrolados o desmonitorizados pero ¿Quiénes son estos actores? Dentro de este grupo podemos señalar a youtubers, tiktokers o instagramers, agentes que viven en las redes sociales, en muchas ocasiones actuando desde el anonimato, explotadores de lo impactante y del populismo. Artífices del clickbait, del uso del sensacionalismo más burdo y barato, sin importar consecuencias ni sus posibles víctimas. 

A todo lo anterior, es obligatorio añadir el uso incontrolado de la inteligencia artificial y de las deepfakes que ayudan a manipular la realidad, y que con ello buscan influir en la opinión pública, buscando con ello levantamientos sociales, persecuciones, pogromos o caos. El último ejemplo de ello lo tenemos en Huelva hace unos días.

Y por supuesto, aquí no nos podemos olvidar de los alborotadores y provocadores. De los Alvise, Negre, Seguí, Motos, Jiménez, Quiles etc. De esos que tiran la piedra y esconden la mano. De esos que buscan el minuto de gloria en prime time.

Todos ellos juntos enarbolan “la bandera de la libertad”, la libertad para censurar y atacar sin escrúpulos al otro, al débil, al que no tiene cómo defenderse. Todos ellos van de dignos e íntegros, y se atreven a dar lecciones éticas de quién puede emigrar y de quién no.

El prime time ha servido como escenario clave para el crecimiento del populismo y la extrema derecha, convirtiéndose en una plataforma imprescindible para amplificar sus mensajes. Su principal caballo de batalla es a día de hoy el odio, plantando la semilla para que germine mañana, regándola un poquito todos los días, aunque lo que digan no tenga argumentos fehacientes que lo sostenga, buscando con ello aumentar las audiencias.

Suelen actuar de manera sensacionalista, cubriendo la noticia de manera desproporcionada. El prime time además de reflejar las tensiones sociales, las alimenta, provocando con ello mayor radicalización y división, donde muchos han normalizado el discurso extremista bajo el velo de la cobertura mediática.

Para poder medir su peligro real, es necesario saber cómo actúan estos individuos y a quiénes se dirigen.

Suelen lanzar acusaciones y bulos sin contrastar, publican contenido incendiario y normalmente descontextualizado, dan soluciones populistas y simples a problemas complejos en 40-50 segundos, construyen relatos basados en confabulaciones, suelen autodefinirse defensores de la libertad y libres de censura, y por supuesto “Te cuentan cosas que otros no te cuentan”.

El peligro de los actores incontrolados radica en que normalmente se suelen dirigir a un público joven e influenciable que no tiene interés por informarse realmente, donde buscan que le cuenten en unos cuantos segundos la noticia que les reafirme su ideología.

Este público vive en la inmediatez, en la moda efímera, la que cambia de bando o ideas en cuestión de minutos, están casi obligados a estar presentes y seguir a determinados individuos si quieren ser muy “punch” o “dope”. Tienen que retuitear, crear memes o stickers con lo actual, ser parte de lo viral. Si no corren el riesgo de quedarse fuera del grupo, de la tribu. Suelen ser muy “basados”.

Muchos de ellos se suelen declarar apolíticos. Que se declaren apolíticos no quiere decir que no te lancen mensajes políticos, porque ellos hablan de temas que pueden preocupar a sus seguidores. Con su discurso te dicen a quién votar sin decirte a quién votar.

Por supuesto tienen gran capacidad de influencia y suelen lanzar anzuelos para atraer a nuevos acólitos. Véase el tema del sorteo del sueldo de Alvise Pérez. Todos tenemos cerca nuestro a “cuñaos” que nos han hablado de ello.

Utilizan un lenguaje/jerga y vestimenta acorde a la de su público. Un lenguaje políticamente incorrecto y donde se suelen salir del formato clásico de tv, donde venden opinión, su opinión, como si esta fuera información. Donde hablan de noticias que en muchas ocasiones no están ni contrastadas, y donde crean foros de debate sobre ello, donde se publican y dicen barbaridades aún mayores.

El aumento de los actores incontrolados en el panorama mediático, ha encontrado en estás plataformas una poderosa herramienta para difundir estas ideas de forma rápida y eficaz.

Negar que el discurso de odio esta presente y es creciente en España es hacernos un flaco favor. Ese discurso de odio está amparando y legitimando patrullas vecinales repletas de individuos llenos de odio y rencor.

El discurso de odio en España está presente y se difunde desde varias esferas. El discurso de odio se está colando por las fugas éticas y de valores que tiene nuestra sociedad. Existe una interconexión entre el discurso de odio, las fugas sociales y la extrema derecha, donde los discursos hostiles hacia grupos minoritarios o vulnerables, han sido clave últimamente en la movilización de parte de la sociedad en varios países de nuestro entorno.

Hemos llegado a un punto donde quienes se sienten abandonados por el sistema político o económico, encuentran una salida en estos discursos a sus frustraciones. Donde la extrema derecha ha aprovechado esta desconexión para posicionarse como la “única” opción que “entiende” o “defiende” a estos grupos marginados, utilizando para ello la herramienta más rápida y eficaz y que menos coste tiene, las redes sociales.

Los instagramers, youtubers o tiktoker han tenido un impacto directo en la normalización del discurso de odio y la radicalización de los jóvenes. Donde el control de estos discursos por parte de las plataformas es relativo por muchos acuerdos que firmen. Debemos asumir qué si no buscamos una solución rápida y duradera, los efectos a largo plazo serán la erosión en la convivencia democrática y la escalada de tensiones que desembocarán en conflictos más graves.

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Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

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