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Género `bretoniano´

Víctor Molino

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A Bretón le gusta el cine. Quizá por ello se haya montado semejante película. El presunto asesino de Ruth y José, infranqueable durante el último año, según su propio abogado, se ha erigido como actor y guionista a la vez.

El cordobés más conocido de los últimos tiempos, muy pendiente de lo que pasa en su entorno, parece estar deseando volver a escena. Da la sensación de que le ha cogido gusto a las comparecencias judiciales. Y todo, por culpa de la campaña de promoción que se le ha dado a su film.

Los medios de comunicación, según se enseña en las facultades de Periodismo, tienen entre sus deberes y obligaciones los de contar la realidad con veracidad, exactitud y precisión. Aunque, con la Deontología en la mano, esa verdad tiene límites que en este hecho se han sobrepasado.

¿Hasta qué punto es necesario dar cobertura a un macabro personaje de la manera que se ha ofrecido? Jose (sin tilde, porque es como le suelen llamar), desde su detención, ha sido tachado de “listo, inteligente, manipulador, maníaco y maltratador”, entre otros términos.

Su figura ha salido en infinidad de ocasiones; ha sido filmado de manera incomprensible en la propia calle; su vida se ha reproducido desde la infancia; se ha flanqueado a su familia; se han publicado su escritos; en definitiva, se ha cebado técnicamente el ego de un personaje de manera sistemática. ¿Y todo eso, para qué?

Realmente, para nada. Porque en realidad, la lamentable historia se puede contar de una manera veraz prescindiendo de esos detalles. Contextualizar a los personajes de los hechos no significa convertirlos en actores. Porque las consecuencias son tremendamente maltrechas para la sociedad.

Los daños colaterales que ha dejado el `caso Bretón´ son incalculables. La cobertura casi diaria, morbosa y guionizada que se ha ofrecido y se ofrece en algunos canales comunicativos es tan reprochable como indigna. Entre unos y otros han creado un nuevo género dramático que, por desgracia, puede volver a repetirse simplemente si se advierte que hay seres humanos con similar afán de notoriedad.

El revuelo mediático se ha pretendido justificar con la premisa de que hay que “aproximarse” al perfil del presunto criminal. Y todo para definir a un simple ex militar en paro con un gran odio en su interior que ha podido cometer una tremenda barbaridad para jorobar a la madre de sus hijos.

Sin casi caer en la cuenta, se ha dado amparo a un nuevo estilo cinematográfico, el género bretoniano. Un género que pasa a introducirse en los denominados de ambientación seudopolicíaca y en el que los medios de comunicación actúan como contexto y como altavoz a la vez. Maldito género.

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