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6 años, 6 millones

Fernando Lara

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Cuentan que María Antonieta, esposa de Luis XVI, rey de Francia, preguntó en una ocasión porqué protestaba el pueblo. “Porque tiene hambre. Ni siquiera tienen pan para comer”, le respondieron. Y ella, que aún conservaba la cabeza sobre los hombros, pero no debía tenerla demasiado bien amueblada, replicó que comieran pasteles si no tenían pan. Esto fue en el siglo XVIII. Ahora estamos en el siglo XXI (en plena crisis) y en Europa, afortunadamente, ya no se guillotinan cabezas de gobernante. En eso hemos avanzado algo. En otros asuntos no tanto, y los ciudadanos padecen, a escala moderna, desigualdad, injusticia y carencia de bienes materiales, aunque los que mandan quieran convencernos algunas veces de que la cosa no es tan grave.

Todavía se discute si esto que estamos viviendo, es una crisis económica o es una crisis sistémica; lo que parece garantizado, desgraciadamente, es que aún no hemos visto lo peor.

Todavía no han pasado 6 años de su inicio, si tomamos como referencia la fecha acordada por muchos para marcar el mismo, verano de 2007 con el crack de las hipotecas subprime. Aun así ya podían verse señales antes, desde 2006 se muestran síntomas de declive económico, especialmente en el sector inmobiliario y en la construcción. De ahí lo de los 6 años del titulillo de esta entrada.

Todavía escuchamos a los representantes del gobierno respectivo augurar inicios de fases de mejora, crecimiento y expansión. O brotes verdes, que lo mismo da como se le llame cuando realmente se trata de negar tozudamente la realidad. Fue Celestino Corbacho, ministro de Trabajo, el que en 2009 decía que de ninguna manera llegaríamos a los 4 millones de parados. Ahora la ministra de Empleo, Fátima Báñez, nos quiere hacer ver datos esperanzadores en los resultados de la EPA del tercer trimestre.

Mientras escuchamos pronósticos tan alentadores y esperanzadores como falsos y poco justificados, lo cierto es que no han pasado 6 años desde ese verano, el de 2007, y en España el paro se ha multiplicado por 3. Unos 990.000 parados más cada año. Hemos pasado de 1.791.900 parados en el tercer trimestre de 2007 a 5.778.100 en el tercer trimestre de 2012. No es descabellado pensar que podemos llegar a los 6 millones en poco tiempo.

En la provincia de Córdoba la tasa de paro se ha multiplicado por 3 en cinco años. Era el 13,09 por ciento en el tercer trimestre de 2007, y es el 37,74 por ciento en el tercer trimestre de 2012. Había 45.100 personas paradas en el tercer trimestre de 2007, y hay 141.400 personas paradas en el tercer trimestre de 2012. Más de 140.000 personas quieren trabajar y no pueden. Y más de 47.000 familias cordobesas tienen a todos sus miembros parados.

Estas cifras son la muestra nada más de la penosa situación que atravesamos: aumentan los parados de larga duración, aumenta el número de hogares con todos sus miembros en paro, cerca de medio millón de personas dejan de buscar empleo porque no confían ya en encontrarlo, se destruye empleo estable, muchas personas aceptan trabajos a tiempo parcial porque no tienen otra opción, y los salarios, principal fuente de ingresos de la mayoría de los españoles, se reducen. Las medidas de los gobiernos que han ido pasando desde que se inició la crisis no han dado ningún resultado. Se han sucedido reformas laborales que no han servido para frenar el paro, la caída de los salarios y el deterioro de las condiciones de trabajo.

Da la impresión de que quienes nos gobiernan, en todos los niveles, y los que les acompañan en la oposición, ahora y antes, no han entendido lo que está pasando. Recurren a recetas caducas, presos de una ortodoxia en asuntos de política económica, en la que incluso es probable que no crean. Insisten obcecadamente en adoptar medidas que han demostrado su ineficacia, y no son capaces de tomper el círculo vicioso en el que nos encontramos. Hasta ahora la tensión social ha estado muy contenida. El apoyo familiar ha sido decisivo para ello. Pero con 1,73 millones de hogares españoles en los que ninguna persona tiene trabajo, unido a los recortes presupuestarios que afectan a las políticas sociales, parece difícil que siga siendo así. La desigualdad social aumenta, y cada vez hay más pobres, y más hambre.

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