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Expropiaciones

Alfonso Alba

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Esta palabra la usan muchas personas que no están de acuerdo con las medidas que adoptan algunos gobiernos para evitar el oligopolio, el abuso de ciertas empresas o para ayudar al pueblo. Al parecer no se llama igual cuando un ente religioso se hace con todo lo que es público.

Me resulta muy extraño esta forma de pensar. Y me he sentido alarmado viendo un titular que mucha gente ha compartido por las redes sociales: Podemos quiere “expropiar” la Giralda. También ocurrió con La Mezquita de Córdoba.

En todas estas cosas se adopta un lenguaje diferente según quien acometa la acción. Porque para mí quien ha expropiado estos monumentos ha sido la iglesia, quitándosela a todos los ciudadanos, usándolos para su lucro, olvidándose de toda la humanidad y arrebatándole el Patrimonio cultural que ha recibido en herencia a través de los siglos.

Con este escrito no quiero llegar a criticar a los partidos que defienden una u otra postura. Me quiero dirigir a todas las personas que usan esta doble moral para apoyarlos a ellos, y que paren estas expropiaciones que tanto daño hacen a lo que es del pueblo. Pues es exactamente como hacer lo mismo con el dominio de un camino, carretera o cualquier otra propiedad pública.

Y no podemos tragarnos tantas mentiras, como esa del mantenimiento costoso que soportan, cuando estos monumentos de siempre han sido restaurados con dinero público, es decir, nuestro, bien a través del Ministerio de Cultura o directamente por la Junta de Andalucía.

Se tragan tantas mentiras como la del mantenimiento. Cuando estos monumentos de siempre han sido restaurados con dinero publico (Ministerio de Cultura o Junta de Andalucía)

Estoy seguro de que quien está de acuerdo con este tipo de expropiaciones, no lo está con que el Estado se haga con las empresas estratégicas como son las energéticas. Y eso que hay personas que cuando se levantan tienen que pensar en que lo van a hacer ese día, encender la calefacción o usar ese mismo gas para poder calentar una sopa.

Para colmo dichas expropiaciones se han hecho en 4.500 ocasiones. Claro, a estas cosas no conviene darle mucha publicidad, porque puede ser que el pueblo llano se sienta muy mal con el boom inmobiliario en el cuál se ha visto y está viendo envuelta la Iglesia.

No me he equivocado al decir boom inmobiliario, pues incluso se vieron obligados a contratar aparejadores y arquitectos. Ha sido tanto la ferocidad con la que se ha expropiado que en algunas comunidades se ha dado lugar a crear Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro.

Todos estos actos se ve que tienen como fin último recaudar dinero, pues algunas de las propiedades se venden al poco tiempo de hacerse con ellas. En el caso de La Mezquita de Córdoba se ha patentado ese nombre para que nadie pueda usarlo sin pagar. Aunque ellos quieran llamarla Catedral.

Viendo estas cosas es mejor decir

“Que Dios nos coja confesaos” Aunque ya sabemos de qué parte está.

Alfonso Castellano

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