Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Lee ahora las noticias de mañana

La burla de las cuentas de la Diócesis de Córdoba

Alfonso Alba

0

El pasado junio la Diócesis de Córdoba “presentó” sus cuentas del 2013 (extraoficialmente, por supuesto), burlándose de todos nosotros. No hace falta ser contable para ver el burdo engaño que suponen. Para cualquier ciudadano, autónomo o empresario, el balance de ingresos y gastos debe ser un ejercicio de transparencia para sí mismo y especialmente para los demás, en la medida que aclara lo realizado para poder confiar en el futuro. Eso contrasta con la opacidad y la falta de rigor de la Iglesia Católica, amparada por una cadena de privilegios anacrónicos que les eximen de declararlas y depositarlas como al resto de los mortales. A lo sumo, se limitan a publicarlas en sus webs y revistas. Y al hacerlo, borran las del año pasado para no dejar rastro. Afortunadamente, las tenía guardadas. Comparar los datos de ambos ejercicios nos da pistas de la gestión que realiza: la contabilidad de la Diócesis cordobesa es un reflejo de las ideas de su Obispo, negras y del pasado. Han sido publicadas en la revista “Iglesia en Córdoba” con un texto que las comenta antes de pasar a los números. En estas letras de apariencia elaborada se elogia el camino de la Iglesia hacia la transparencia de sus resultados, pero resulta que el texto es copiado y pegado del año pasado. Ni siquiera se han molestado en maquillarlas: deben tener otras ocupaciones. Y

lo más indignante está en los números.

Tratándose de la contabilidad de la Diócesis debería recopilar los resultados de toda la provincia, y eso promete páginas y páginas de cuadros con números. Nada más lejos de la realidad. Las cuentas ocupan un folio: una cara para los ingresos y otra para los gastos. Por si quedan dudas del tamaño de la broma podemos decir que las cuentas de la Diócesis de Sevilla se extienden 219 folios. Córdoba le dedica un folio, en el que además no da cabida a la Mezquita-Catedral: su negocio por excelencia. Se pone tanta fe en ella que se entiende que no deben justificarse sus resultados.

La explotación empresarial de la Mezquita-Catedral debería ser la cuenta más importante tanto en ingresos como en gastos. Recibe 1,4 millones de visitantes, que a 8 euros la entrada da como resultado 11.200.000 euros. Compensando esos beneficios, y en palabras del propio Obispo, encontraríamos millones de euros invertidos en su conservación y en caridad. Pero en cambio sólo aparece una aportación de 912.000 € a la Diócesis, acompañada de 72.200 euros para la sustentación del clero. ¿Lo oscuro? Que es lo mismo que aportó el año 2012, en las cuentas que ya han eliminado de su web. Si nos encontramos cada año las mismas cantidades, ¿qué es ese dinero? Y lo que es más grave, ¿dónde está el que falta? ¿Aquí? ¿En Madrid? ¿En el Vaticano? ¿Es del Obispo? Lo único claro es que D. Demetrio piensa que ni es de los cordobeses ni tiene que explicar nada.

El Obispo de Córdoba ha conseguido el milagro de retratar su doble moral en las dos caras de un folio: con la que nos pretende vender su bondad y a la vez ocultar las partidas del cepillo. Le han sobrado cuadros para rellenar de cuentas opacas. “Ingresos diversos” por 400.000 euros o “ingresos excepcionales” por 600.000 euros son algunos ejemplos. Nos dirá entonces que debemos confiar en los autores, entre ellos, dos miembros del Consejo de Asuntos Económicos o al Deán Presidente del Cabildo sancionados por el Banco de España por la quiebra en su gestión de Cajasur. El colmo de la hipocresía es cuando declara que “La Iglesia no quiere privilegios ni pretende ser tratada mejor que nadie”, pues “quiere someterse a las leyes comunes y servir a la sociedad y a la persona”. ¿Le parece poco privilegio, entre otros muchos, no tener la obligación de declarar, registrar ni depositar sus cuentas, ni tributar por sus ingresos al estar exentos, ni acreditar la propiedad de los bienes que inmatriculan? No hablamos sólo de la apropiación jurídica del monumento, sino de sus ingresos y de su historia. Y nadie debe dudarlo: lo hacen para quedárselo y hacer con ello lo que quieran.

Claudio Rodríguez Vera. Licenciado en Derecho.

Etiquetas
stats