La biodiversidad y el desarrollo no son incompatibles

“En el seno de la Unión Europea, el Pacto Verde Europeo se ha consolidado como la estrategia de crecimiento de Europa. Abordar los retos energéticos, climáticos y ambientales se ha convertido en condición sine qua non para salir de la crisis postpandemia y nuestro compromiso con los ODS de Naciones Unidas, así como con los objetivos de sostenibilidad fijados por la UE, es firme y decidido.” (PSOE, 40 Congreso)

 

“El PSOE en su 40 Congreso, dejó clara su vocación ecologista y fijó su compromiso ineludible con la agenda verde” y así se relata en nuestra Ponencia Marco.

 

Como ecologistas, estamos convencidos de que es necesario avanzar hacia una transición ecológica justa y a una descarbonización ante el cambio climático. Evitar la dependencia que nuestra sociedad mantiene con los combustibles fósiles, es un reto y un camino ineludible con una gran oportunidad para el el avance y desarrollo de las energías limpias.

Sin embargo, actualmente, vemos con preocupación como están aumentando la cantidad de permisos incontrolados que la Junta de Andalucía está concediendo para la instalación de enormes parques solares o plantas fotovoltaicas por todo el territorio andaluz y que ocupan grandes extensiones de terreno de distinta índole.

Y lo que en principio podría parecer una oportunidad para el desarrollo de zonas más despobladas de nuestra comunidad, se está convirtiendo en una especulación de empresas multinacionales y fondos de inversión sin planificación previa en el territorio. Un desembarco apresurado y desmedido que estamos convencidos de que afectará gravemente a nuestros paisajes culturales y a los distintos hábitat, lo que supondrá además una amenaza para la biodiversidad.

Es probable que la reducción de tierras agrícolas afecte a los municipios que han aguantado la despoblación gracias al trabajo y los frutos que les ha proporcionado la tierra a lo largo de los siglos.

Igualmente, compartimos las resoluciones del 40 Congreso Federal del PSOE donde se contempla que “el territorio no puede ser únicamente el soporte físico de las infraestructuras, sino que los beneficios de éstas deben ser compartidos por sus habitantes y deben respetar los paisajes y ecosistemas valiosos. Nos comprometemos a llevar a cabo un despliegue de energías renovables transparente y participativo, coherente con la necesaria protección y conservación de la biodiversidad, y que garantice una distribución equitativa de los beneficios” y “Las iniciativas de inversión público-privadas en energías renovables, construcción sostenible y de lucha contra el cambio climático deben constituirse como un gran motor de inversión y generación de empleo, a la vez que deben contribuir a la mejora de nuestro modelo económico y social. Todo ello de forma bien planificada y compatible con otros sectores productivos que son estratégicos en la comunidad, como es el sector agrario.”

Nuestras campiñas y estepas, paisajes dónde se están autorizado muchas de estas infraestructuras, son el hábitat y refugio de una singular comunidad de fauna, adaptada biológicamente con el tiempo a los antiguos paisajes agrícolas de Andalucía.

Sin embargo, este tipo de instalaciones implican la transformación acelerada de suelos agrícolas, estepas y dehesas, y tienen consecuencias sobre la economía, los paisajes culturales, la flora y la fauna. Actualmente, el grupo más afectado es principalmente el de las aves esteparias, un tipo de aves que desarrolla su ciclo vital entre mosaicos de cereales y olivares. Con una fuerte regresión debido a diversos factores antrópicos, la ausencia de gestión política llevará a muchas poblaciones locales al borde de la extinción, entre ellas, avutardas, sisones, gangas, aguiluchos cenizos etc. Con distintos grados de amenaza, algunas tienen planes de conservación aprobados para intentar frenar su declive. Un oxímoron en toda regla con la realidad.

El descontrol político en la ausencia de planificación andaluza, se hace patente de tal manera ya, que especies tan emblemáticas como el lince ibérico, actualmente en peligro de extinción, están también siendo afectadas en su área de distribución en algunas de las localidades donde habita, como el reciente proyecto finalmente descartado en Montoro y con fuertes alegaciones públicas.

Por otra parte, destacar que la alternativa sostenible para la ciudadanía de utilizar la transición ecológica como una herramienta que desconecte al ciudadano de una factura en la medida de lo posible y de los grandes abusos que se viven con los suministros energéticos, es una vía literalmente muerta.

La apuesta por los proyectos de interés público de fomento del autoconsumo en viviendas, comunidades energéticas, edificios, polígonos industriales etc. y en general, de producir la energía en los lugares donde realmente se consume, actualmente son una mera quimera.

La transición ecológica, para ser justa, no solo debería concentrarse en el cambio del oligopolio de lo fósil al oligopolio de lo renovable, sino también en el desarrollo del autoconsumo en nuestra comunidad autónoma.

Nos gustaría destacar también, la rotunda afirmación, que en la Ponencia del PSOE-A se recoge, cuando se indica que: “Es necesario desvincular el crecimiento económico de la degradación medioambiental, aumentar la eficiencia de recursos y promover estilos de vida sostenibles, impulsando un nuevo modelo de producción y consumo más circular y sostenible.”  Y de la misma forma, preguntarnos si se están tomando en el seno de nuestras políticas decisiones realmente sostenibles acordes con nuestras ideas y programas.

Dicho esto, tal y como se recoge en el título de nuestro artículo, pensamos que el desarrollo y la conservación de la biodiversidad no son incompatibles, aunque es cierto de que muchos de los avances producidos hasta la fecha han afectado seriamente a los ecosistemas andaluces.

Grandes errores como la proliferación de los regadíos ilegales en Doñana, el desarrollo de campos de golf antiguos o los nuevos proyectados en regiones con escasez de agua en escenarios climáticos no muy favorables, como el de Nerja-Maro o el de Córdoba, el desarrollo urbanístico insostenible en el territorio y en las costas con símbolos como “El Algarrobico” y el nuevo proyecto de hotel privatizador de la playa de los Genoveses en Cabo de Gata, son símbolos destacables que nos recuerdan las políticas insostenibles ambientales a no repetir.

Por último, quisiéramos apelar a un último punto que recoge la Ponencia regional del PSOE-A, cuando contempla que: “Los municipios deben disponer de planes de sostenibilidad municipales y abordar medidas tales como: la exigencia de que todos los nuevos desarrollos urbanísticos sean sostenibles….”

Y, aún sabiendo que los Ayuntamientos de los municipios no pueden anular proyectos como megaplantas fotovoltaicas u hoteles en parques naturales vírgenes, si pueden poner objeciones para preservar su PGOU, sus paisajes culturales y su biodiversidad, atendiendo a los valores que nos representan como socialistas.

En esta nueva etapa verde de la historia europea, la sostenibilidad, la lucha contra el cambio climático, la conservación de la biodiversidad y los ODS de la Agenda 2030 deben ser los pilares de nuestras políticas, del desarrollo y el avance de la sociedad, fundamentales para la vida del planeta.

¿Estamos los y las socialistas impulsando la recuperación, el desarrollo sostenible y la conservación de la biodiversidad de nuestros pueblos y ciudades desde el liderazgo público?

¿Estamos realmente haciéndolo en los municipios y ciudades de Andalucía?