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América primaria

Alfonso Alba

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La humanidad hace mucho tiempo que salió de las cavernas, ese primer hábitat gobernado por los instintos más primarios, donde el hombre, especialmente el hombre, apenas se distinguía del entorno salvaje que le rodeaba. Comer, beber, aparearse y luchar por imponer su hegemonía en el clan, o entre clanes, eran las acuciantes necesidades que tenía que satisfacer; si hacía falta, a dentelladas o certeros garrotazos. Pero la civilización se fue desarrollando y, con ella, la capacidad intelectual y reflexiva que nos facultaba para cuestionar la mejor manera de dar respuesta a esas necesidades. Y así fueron llegando los códigos, las leyes, la moral, el civismo….y conceptos como justicia, libertad o democracia.

En los últimos tiempos (décadas, diría yo), parece que la humanidad ha llegado a ese punto de inflexión donde el salvaje, que aún llevamos dentro, o el humano, que hemos ido desarrollando, ha de tomar definitivamente las riendas. En manos del primero se puede intuir el desastre en el que podría acabar nuestra civilización y el propio planeta, mientras que en manos del segundo aún cabe albergar esperanzas.

Los instintos primarios, los menos evolucionados, los más viscerales, son los que actúan sin atisbar las consecuencias, los que pretenden satisfacer la necesidad o el deseo de forma inmediata, obviando, en muchos casos, cualquier consideración de tipo cívico, ético o empático. Y son precisamente a esos instintos primarios, por irreflexivos, a los que se dirigen todos los embaucadores,

mesiánicos, salvadores de patrias o populistas que, hasta el día de hoy, han escrito las páginas más negras de nuestra historia.

Ahora, el nuevo Presidente de Estados Unidos, proclama en primer lugar y como un mantra eso de “América primero”, amenazando a sus vecinos del sur con muros apocalípticos y deportaciones masivas. “América primero”, para que muchos de sus ciudadanos se queden sin protección sanitaria. “América primero”, y las petroleras e industrias químicas se frotan las manos ante la expectativa de deteriorar aún más la pobre salud del planeta. “América primero”

(o mejor dicho, su América, esa América

que le asegure seguir viviendo en la opulencia), y todo lo demás, por supuesto, después. Y es ese “América primero” el que va causando pavor porque, en sus labios, suena como el salvaje aullido de advertencia del lobo que, sintiéndose el macho Alfa de la manada, muestra sus afilados incisivos para proclamar que mientras él no se encuentre saciado, no comerá nadie.

Otros pretendidos machos Alfa de la política europea parecen estar contagiándose, aullando en sus propios idiomas, mientras salivan presos de la excitación ante la perspectiva de hacerse con el control de sus respectivas manadas.

Cometeríamos un grave error al pensar que hace mucho tiempo que salimos de las cavernas. Sólo hay que repasar la historia reciente o la actual para encontrar multitud de ejemplos que nos muestran que “el hombre es un lobo para el hombre”.

Si cada vez que se dirigen a nuestros instintos más primarios sale el salvaje que aún llevamos dentro, es para empezar a preocuparse.

Por eso, con esa proclama de “América primero”, lo que está haciendo es un llamamiento a la América del revólver en cinto, la América racista, la sexista, la negacionista… en definitiva, a la “América primaria”.

Confiemos en que Europa no empiece a inquietarse ante las noches de luna llena.

José Moral González . Simpatizante de EQUO

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