Weekend
Y en esto que llega el lunes y una persona va, sentada en su puesto de trabajo si es que trabaja o hace como que tal, y le pregunta a otra persona: cómo ha ido el finde. Y va la otra y le contesta que de puta madre, estuve viendo eso de Macbeth el viernes y el sábado en lo de los sultanes del carnaval por la noche, pero me salí un rato al bar de al lado a ver el partido de mi Madrid -da más susto algún disfraz de carnaval o algún futbolero tabernario que las propias brujas que endemonian al capullo de Macbeth, por cierto- y al día siguiente por la mañana me asomé a la manifestación en contra de la nueva ley del aborto y estuve a punto de acercarme a protestar contra la ampliación de El Cabril pero me crucé con una gente y nos tomamos unas cañas y ya no fui porque, además, llovía.
Y a ti, qué tal. Pues bien, yo estuve en el Macbeth el domingo por la noche pero reconozco que estaba pendiente del smartphone para seguir el Sevilla-Barça desde que se cargaron a Duncan hasta que la Lady cantaba sonámbula como una cabra llena de culpa y de maquillaje. A lo de los sultanes no fui, pero al día siguiente estuve en la parcela de perol (que por eso entré luego en el Gran Teatro oliendo un poco a torrezno frito, todo hay que decirlo), luego estuve hasta las tantas viendo lo de los goyas y me acosté.
Conozco un tipo al que un psicólogo del seguro le diagnosticó una vez “estrés de ocio”. Lo juro. Me fio de ese tipo, que es mi amigo; y me fio del psicólogo. Al parecer, cualquier persona puede padecer tensiones agobiantes que le provocarán reacciones psicosomáticas o trastornos diversos por estar de asueto. A mi amigo, tras el diagnóstico, le concedieron una baja laboral. Peligroso, porque así tenía más tiempo para el ocio: raro raro.
En fin, todo esto para decir que el lenguaje se adapta -o debería- a los tiempos y a las circunstancias; así que, por estos lares, weekend debería traducirse por lunes por la tarde más bien tarde, y no por un simple fin de semana. Porque las semanas no son como eran, ni sus finales tampoco. Ni para lo que debería servir el espacio que sigue al término de las semanas sirve eso de los fines de semana.
Y así, de paso, felicito a Juan Carlos Reche por su Premio Nacional de Traducción 2013 otorgado por el Ministerio italiano de Cultura.
Porque no es cosa sencilla y, sin duda, se lo merece. No todo traductor es traidor.
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