El truco y el trato
Finaliza este extraño puente del Día de Todo los Santos seguido del Día de los Difuntos, un sábado y el Día del Señor que siempre cae en domingo. Algunos lo habrán disfrutado (porque tienen un puesto de trabajo que les permite hacer vacación) otros no (porque en su trabajo les han recortado el derecho a la vacación) y otros también (porque forman parte de esos casi seis millones de españoles que están en “modo vacación”).
Parece un truco.
Es ahora cuando el plañidero gremio de hosteleros y restauradores haga balance del supuesto puente y diga sí pero no. Se cumplieron las expectativas pero no MIS expectativas porque los clientes no se gastan lo que yo quisiera que se gastasen en mi restaurante, porque los hoteles bajan el precio ofertando pensión completa para que el visitante coma macarrones tres veces al día y pasee por el casco histórico sólo gastando los píxeles de su cámara digital. Ese gremio “emprendedor” y “vital” para la economía que contrata a jóvenes formados en escuelas de hostelería a media-media jornada (cotizando dos horas al día) para que limpien los cuartos de baño cuando acaben de sumergir flamenquines precocinados en la freidora y los emplaten junto a patatas fritas congeladas. Si es que los contratan.
Es el trato.
Mientras, el joven indignado gafapasta y cool pincha discos el sábado a la noche para beber gratis y llevarse 50 euros (black money, of course) para así pagarse la conexión adsl del piso compartido y seguir subiendo al facebook vídeos de grupos guays, fotos y enlaces a blogs “comprometidos”. Está desempleado pero no es consciente.
Es su truco.
Y, el mismo sábado, una chica le hace de babysitter a la pareja del tercero para que ellos se vayan a un gastrobar a cenar ventresca barata de lata sobre lecho de ensalada de bolsa en un plato llano y negro de Ikea. Al regresar, le dan 30 euros a la chica para que pueda seguir bajándose canciones de Pablo Alborán en su smartphone de prepago. No tiene trabajo.
Pero tiene un trato con los vecinos.
Como verán, Halloween se celebra 365 días al año en esta realidad fantasmagórica y en esta nebulosa ectoplasmática en la que habitamos. Y por mucho que invoquemos a Todos los Santos de los que nos acordemos, no tiene mucha pinta de cambiar.
Da susto.
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